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En cada noviembre, cuando la ciudad parece respirar más lento y el sol cae oblicuo sobre las tribunas inmensas del Monumental, Lima volverá a ser el centro del continente. Flamengo y Palmeiras, dos colosos de la fe futbolística brasileña, dos clubes que cargan historias que pesan como catedrales, disputarán la final de la Copa Libertadores este 29 de noviembre en el estadio de la ‘U’. No será solo un partido: será el choque de dos formas de entender el juego, el duelo entre un Flamengo que vive entre la exuberancia y la presión perpetua, y un Palmeiras que ha hecho de la precisión y el temple una religión moderna. La ciudad se prepara para recibirlos como se espera a las visitas que marcan épocas: con ruido, con tensión y con la sensación inevitable de que, esa noche, el balón decidirá algo más grande que el campeón de América.
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Dentro de exactamente 30 días el estadio Monumental de Ate se convertirá en el segundo estadio en Sudamérica en albergar una final a partido único de la Copa Libertadores. El otro es el mítico Maracaná de Río de Janeiro en el 2020 (dos mil espectadores por pandemia) y 2023 (69.232).

La primera vez fue en el 2019, en el agónico Flamengo 2-1 River con 78.573 aficionados. A pesar de los rumores de un posible cambio de sede por el estado de emergencia en Lima, la Conmebol aterrizará en la capital a inicios de noviembre para el visto bueno final. En palabras de Franco Velazco, administrador de la ‘U’, “todo está bien”.
La mística que tiene la Libertadores no solo tiene que ver por los clubes que la disputan, sino por los estadios que la albergan. El año pasado, la final fue en el reinagurado Más Monumental de River Plate. Ahora, el turno será del Monumental de la ‘U’, que tiene capacidad para más de 80 mil personas.
—La nueva cara—
En Ate, el sol cae con una intensidad distinta cuando el Estadio Monumental empieza a despertar. Ya no es solo la casa de Universitario de Deportes; en estos días, se ha convertido en el epicentro de una transformación silenciosa, pero histórica.
El cambio no es cosmético: es simbólico. Es una declaración de modernidad y orgullo. Bajo la supervisión de la Conmebol y del propio club Universitario, el estadio atraviesa un proceso de adecuación que lo eleva a los estándares de los grandes escenarios del mundo. Las obras no solo buscan cumplir un reglamento, sino renovar la identidad de un templo que, por años, vivió entre la nostalgia y la resistencia. Hoy, el Monumental vuelve a ser noticia por lo que siempre debió ser: su grandeza.
El acuerdo, según fuentes cercanas a la negociación, se cerró con un alquiler que oscila entre 500 mil y un millón de dólares, dependiendo de los requerimientos logísticos y de la duración del montaje.
El primer paso fue estético, pero no superficial: el pintado completo de toda la fachada del Monumental. En la inmensidad del cemento, el color crema volvió a lucir con el brillo de los primeros años. Se trató de una operación que abarcó más de 40 mil metros cuadrados.
El cuidado de la cancha, protagonista principal de la final, ha tenido especialistas de Conmebol y del mismo club crema.
No hay gran final sin comodidad, ni transmisión sin detalle. Por eso, otro de los ejes de la remodelación ha sido el arreglo integral de los 160 baños distribuidos en todas las tribunas. Se cambiaron cañerías, lavatorios, luminarias y señalizaciones. Es una intervención que parece menor, pero que en realidad tiene una carga simbólica: el Monumental debía recuperar su capacidad de recibir con decencia a su gente y al mundo.
A la par, se ejecutaron mejoras en las luminarias de los accesos a las tribunas, especialmente en las zonas norte y oriente, donde el tránsito peatonal es más intenso. La nueva iluminación LED garantiza seguridad y un impacto visual más moderno. De noche, el estadio ya no parece una mole oscura, sino un faro que ilumina Ate.
Las cabinas de transmisión, ubicadas en la parte alta de occidente, también fueron intervenidas. La Conmebol exigía estándares acústicos, eléctricos y ergonómicos acordes a una final internacional. Hoy, esas cabinas cuentan con nuevos paneles de insonorización, cableado digital y mobiliario renovado.
Durante la final, se espera la presencia de más de 300 periodistas acreditados de todo el continente, además de las cadenas internacionales que transmitirán el partido a más de 100 países. El Monumental, en su versión 2025, no solo será visto: será escuchado y contado.
El detalle más significativo, sin embargo, no está a la vista del público. En el corazón del estadio se construye una estructura que simboliza el vínculo entre el campo y la palabra: un ascensor que conectará directamente la cancha con la sala de conferencias de prensa.
Es una exigencia de Conmebol, pero también un gesto de respeto hacia los protagonistas. Por ese elevador pasarán los entrenadores y jugadores de la final, apenas unos minutos después de vivir el momento más alto de sus carreras. Un trayecto vertical, breve, pero cargado de historia. De la cancha al micrófono, de la victoria a la memoria. Esta es la joya entre todas las remodelaciones.
En los últimos días, la Conmebol apagó rumores y ratificó el destino de la final: “por una nueva estrella. Allá vamos, Lima”. La ciudad de los reyes del fútbol sudamericano se viste de gala.

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