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Insistir en los errores del ‘Nonno’ que derivaron en este penoso final es una pérdida de tiempo (y de espacio que, en el caso de esta humilde columna, es corto). Nuestra preocupación debería centrarse en lo que pasará de aquí en adelante. La elección del reemplazante del uruguayo es clave porque, más allá de lo deportivo, será una forma de conocer los planes de don Agustín en el corto y mediano plazo. La explicación es muy simple: si se elige un técnico interino, es decir, un profesional con vocación de bonzo que se trague la tonelada de críticas y humillaciones que recibirá en los seis partidos que restan de las eliminatorias, significaría que los planes reeleccionistas del hijo predilecto de Chongoyape estarían en duda. ¿Acaso por un súbito ataque de lucidez? Difícil saberlo. En todo caso, no olvidemos que los comicios en la federación deben realizarse en diciembre del próximo año.
Amistosos
2-0 vs Nicaragua
4-1 vs. Rep. Dominicana
1-0 vs. El Salvador
0-0 vs. Paraguay
Copa América
0-0 vs Chile
0-1 vs Canadá
0-2 vs Argentina
Eliminatorias
1-1 vs Colombia
0-1 vs Ecuador
1-0 vs Uruguay
0-4 vs Brasil
0-0 vs Chile
0-1 vs Argentina
Si, en cambio, se designara un técnico con el mandato de preparar al equipo que disputará las eliminatorias del 2030, la expresión de aferrarse al sillón del reyezuelo de la Videna quedaría al descubierto. En nuestro querido país nadie nombra a un entrenador para que lo herede otra administración. Esos rasgos de civilización no existen. Es más, un profesional serio difícilmente aceptaría un contrato sin tener al dirigente que lo cobijó cuidándole las espaldas. Estamos a miles de años luz de Alemania que, desde 1926, apenas ha tenido doce entrenadores al mando de su selección masculina.
Es esa, pues, la decisión que realmente nos debería interesar. Como hemos escrito varias veces en este rincón, de haberse quedado Ricardo Gareca probablemente habría pasado por los mismos apuros que sus sucesores por razones muy simples: el universo de jugadores es corto, no existe recambio y nuestras estrellas treintonas han empezado su declive.
Los problemas del fútbol peruano no se resuelven nombrando entrenadores, sino con cambios estructurales que mejoren su organización, fortalezcan su institucionalidad y obliguen a los clubes a asumir más responsabilidades. Lo demás es puro maquillaje.