Si hay una persona en el fútbol que conoce a fondo a Christian Cueva, esa es, sin lugar a dudas, Orlando Lavalle. El entrenador fue quien lo descubrió por primera vez en su natal Huamachuco, cuando tenía apenas 15 años. Desde ese momento, sugirió que se trasladara a Lima para unirse a la Universidad San Martín. Lavalle no solo se convirtió en su entrenador, sino también en una especie de segundo padre, ya que ‘Aladino’ vivió con él durante sus primeros años en Lima. En ese sentido, Depor se contactó con el DT para conocer sus opiniones sobre lo que puede aportar el futbolista a la Selección Peruana que disputará la Copa América 2024.
¿Cree que Christian Cueva, sin jugar hace mucho tiempo y sin equipo, puede ser importante para la Selección Peruana?
Los que estamos inmersos en esto sabemos que el futbolista necesita de todos los aspectos que fundamentan un buen rendimiento en el campo de juego. Lo primero es el aspecto mental, luego el físico y el futbolístico. Todos conocemos la capacidad que tiene Christian: es un jugador diferente, con una gran inventiva, mucho juego asociativo, pase entre líneas y gol. Al 100%, sería espectacular. Actualmente no tiene mucho ritmo, pero de todas maneras sabemos que es un jugador diferente.
¿Qué tan crucial cree que será el proceso de recuperación física y mental de Cueva para que pueda estar al nivel necesario para competir en un torneo de selecciones?
Yo creo que esa evaluación la tiene que hacer el comando técnico de la selección, considerando estos días que ha tenido. Obviamente, sabemos que tuvo una sobrecarga muscular, pero gracias a Dios no tuvo nada que ver con la lesión anterior. Sabemos la importancia que tiene él, pero necesitamos jugadores que puedan estar 90 minutos metidos en un partido. En su momento, el comando técnico decidirá cuándo puede jugar. Espero que sea lo más pronto posible, aunque recuperar el ritmo le va a costar bastante.
¿Qué tan importante cree que es tener a Cueva con un entrenador como Jorge Fossati, que podríamos decir es paternalista, similar a lo que encontró con Ricardo Gareca?
A ver, esa palabra a veces la gente la malinterpreta. No se trata de hacerle todo fácil al futbolista, sino de guiarlo adecuadamente. Tener una buena relación de trabajo con el jugador es fundamental, pero eso no significa ser permisivo. Creo que tanto Fossati como Gareca mantienen una línea de trabajo clara y profesional. Cuando es necesario, saben poner las cosas en su lugar con mucha experiencia y claridad. Christian siempre ha sido un chico receptivo y bonachón en ese sentido. Recuerdo mucho sus primeros años, cuando era muy abierto a recibir el apoyo y las enseñanzas que se le daban. Tener un entrenador que sepa manejar esas dinámicas puede ser muy beneficioso para él.
¿Por qué cree que no hemos encontrado un reemplazante ideal para Cueva en todo este tiempo?
Siempre lo diré: las bases y los cambios son fundamentales. Se habla mucho del cambio generacional y de apostar por los jugadores jóvenes, pero aún no vemos los resultados esperados. En los clubes, hay más imposiciones y una mayor presencia de jugadores extranjeros que nacionales. No se están dando las oportunidades necesarias a los jóvenes. El futbolista peruano, culturalmente, no está en una posición muy favorable. Esta falta de cultura a veces se refleja en el deporte. ¿Qué es lo que sucede? Tenemos profesionales que entienden esto y trabajan en la formación de jugadores, como me ha sucedido a mí en algún momento.
¿Qué aspectos deben tener claros los entrenadores para la formación de jugadores?
Primero, es crucial entender el perfil del jugador peruano en cada región del país. El de la sierra no es igual al de la costa. Hay aspectos que necesitan cambiar. Actualmente, veo a muchos buenos jugadores que llegan a Lima para unirse a la selección o a clubes grandes, pero a los tres o cuatro meses están regresando. No se trata solo de llevarlos aquí, sino de proporcionarles todos los elementos necesarios para que puedan crecer y madurar. No basta con que solo vengan a entrenar, almuerzen y luego pasen la tarde mirando al techo. Es importante involucrarlos también en estudios u otras actividades complementarias que los hagan sentir integrados. Hoy en día, las redes hacen que estén constantemente conectados con las noticias de donde viven. Entonces, comienzan a extrañar, se sienten solos, y surge un deseo de buscarlos y traerlos de vuelta. Es esencial realizar un diagnóstico psicológico y vocacional para entender qué quieren realmente. Lo que funcionó en San Martín no significa que siempre vaya a funcionar, pues no podemos simplemente buscar jugadores basándonos en nombres.
¿Será posible encontrar a otro jugador como Cueva?
No encontraremos otro Christian Cueva, ni otro Teófilo Cubillas, ni otro César Cueto, ni otro Héctor Chumpitaz. Son futbolistas que han dejado una huella en el fútbol peruano, pero debemos buscar jugadores que se ajusten a cada posición, entender qué perfil se necesita en cada caso.
¿Cree usted que no se busca también jugadores del interior del país?
Sí se busca, pero la clave está en cómo apoyar a esos futbolistas cuando llegan allá, qué recursos se les brindan. Lo primero debería ser realizar un test vocacional con el futbolista para asegurarnos de que realmente desea serlo y tiene la ambición de alcanzar el éxito en este deporte. Es crucial que, una vez que llegan, se les proporcionen las herramientas adecuadas: desde integrarse en la academia, conseguir un equipo, hasta participar activamente en el juego.
¿Cómo se logró el éxito con Cueva cuando vino del interior?
Cuando Christian llegó a San Martín, no estaba en mi categoría, pertenecía a la categoría 91 y tenía otro entrenador. Sin embargo, el señor Alberto Masías me dijo: “Profe, usted lo trajo, usted lo conoció, déjelo en su categoría que es la 89-90, dos años menor”. Fue un proceso gradual que no solo aplicamos con Christian, sino con otros futbolistas. Entonces, rodearlos con la gente adecuada es crucial. Hablamos antes de un enfoque paternalista, pero también se trata de entender las necesidades individuales de cada jugador. Algunos requieren más afecto que otros. He trabajado con futbolistas con problemas de conducta severos que luego se convirtieron en profesionales e incluso llegaron a la selección nacional. ¿Cómo lo logramos? Proporcionándoles un entorno con asistentes sociales, psicólogos, maestros y compañeros.
¿Cómo impactó el entorno futbolístico que usted proporcionó en el desarrollo de Cueva?
Christian tuvo la suerte de estar rodeado de un entorno favorable. Vivir conmigo significaba tener como modelos a seguir al profe y a ‘Pitín’ Zegarra, cuyos hijos Pablo y Carlos eran futbolistas profesionales. Además, mi barrio estaba lleno de personas vinculadas al fútbol como Flavio Maestri, Christian Ramos y Manuel Marengo. Esta red de apoyo fue fundamental. Si Christian hubiera vivido con alguien que trabajaba ocho horas al día y llegaba tarde a casa, probablemente se habría aburrido y habría regresado a Trujillo.
¿Cree que aún le quedan años a Cueva para destacar internacionalmente?
Mira, quizás no soy la persona más indicada para afirmarlo, ya que conozco a Christian como muchas otras personas. Pero lo que sí tiene a su favor es una gran fortaleza mental. Él cree en sí mismo. Sé que Christian podría tener una oportunidad fuera del país. Si se le presenta esa oportunidad, podríamos verlo en la selección por uno, dos o incluso tres años más. Su carrera continuará no solo por su habilidad futbolística, sino también por las decisiones que tome en todos los aspectos de su vida: personal, familiar y social.
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