CRÓNICA: Sin gol como en la era Reynoso, pero con retornos que ilusionan: Perú de Fossati y un 0-0 que desnuda nuestras falencias
Este acto de inhumanidad se convierte en uno de sadismo después del pobrísimo desempeño de Perú ante Paraguay del último viernes. Era comprensible que en el primer partido en serio de la era Fossati, luego de esos penosos remedos que fueron Nicaragua y República Dominicana, el rendimiento fuera distinto. El equipo de Garnero es un cuadro con estupendos jugadores, ambicioso, todavía sin cuajar, pero de mucho mayor rodaje y riesgo que los rivales de marzo. Pese a ello, no deja de ser triste constatar hasta dónde ha descendido nuestro nivel de juego y que el Nono puede ser muy amigo de Sergio Markarián, pero mago no es.
Esta historia no debe sorprender a nadie. Sin recambio generacional, con jugadores en sus treintas a un paso de la jubilación, poco es lo que podíamos esperar. Ser testigos del robótico presente de André Carrillo o recordar que hace unos días la FIFA difundía un video con los goles de Teófilo Cubillas a los escoceses y que hoy su camiseta la lleva Sergio Peña, indigna. Y deprime.
89' minutos jugador
67 toques de balón
77% de precisión en sus pases
1 pase clave
4 duelos ganados
4 intercepciones
Vía: SofaScore
De los pocos que se salvaron tras el 0-0 en el Monumental se encuentra Carlos Zambrano quien, para variar, ensució su notable actuación con un codazo a Bareiro que un árbitro menos permisivo hubiese sancionado con una tarjeta roja. ¿Qué más se le puede decir a un jugador que suele ser presa de estos arranques y que en menos de un mes cumplirá 35 años? El ‘León’, como le llaman, sigue jugando porque no hay quién lo reemplace, a pesar de que haya hecho una carrera en la que, en más de una ocasión, confundió jerarquía con matonería.
El otro es Renato Tapia. Siete años después de que Daniel Peredo lo bautizara como el ‘Capitán del futuro’, al fin se puso la cinta por la conocida aversión de Fossati a que ese liderazgo recaiga en los arqueros. La designación, empero, no es injusta. El jugador del Celta es el gran tapahuecos de una selección con fisuras en todos lados, preciso para el quite y hábil para el anticipo. Además, Tapia es de aquellos que no se esconde cuando las papas quemas y en más de una ocasión ha tomado la lanza cuando el equipo lo ha requerido. Siempre la sirve con propiedad, sea en largo o en corto. Puede que no guste su trato arrogante, pero sobre el verde es de los mejores. Es un retazo de nostalgia dentro de un conjunto de jugadores que dista mucho de ser un equipo.
Como tantas otras veces, habrá que seguir esta Copa América con el rosario en la mano y musitando mil rezos. Desde 1997, Perú no ha dejado de clasificar a la segunda ronda de este torneo. Que la bendita gitanería nos ilumine para que esa racha no se rompa esta vez.