Vayamos por partes. La elección de Fossati como DT de la selección responde a solucionar una emergencia imprevista en plena competencia. En la Videna, aseguran que es el indicado para asumir el timonel de este equipo con base a su experiencia y su propuesta de juego. El 3-5-2 es su sello, su manera de entender el fútbol y su cartel de presentación en la bicolor. Por eso, el cambio de sistema parece inminente en la bicolor. Con Juan Reynoso jugábamos con un 4-2-3-1, pero no obtuvimos resultados. Y ahora, con un nuevo comando técnico, está la opción de intentar un cambio táctico a fin de conseguir los resultados que no pudimos en el proceso anterior.
Jugar de esa manera requiere constancia y un tiempo de trabajo prudente que todo técnico encuentra en los clubes. No obstante, a nivel de selección es distinto. El día a día no forma parte de ese proceso y es necesario diseñar otro plan de trabajo para aplicar la idea del entrenador. Fossati es consciente de eso porque dirigió antes a Uruguay y Qatar, pero eso no quiere decir que no vaya a aplicar lo que sabe. De acuerdo con el calendario del próximo año, el ‘Flaco’ tendrá, como mínimo, siete partidos para ensayar su propuesta de juego: cuatro amistosos (en marzo y junio) y tres oficiales por Copa América (fase de grupos). Esa ruta puede servir para encontrar a su once base y a partir de allí construir su idea.
Después, vendrá la prueba de fuego: los duelos contra Colombia y Ecuador por las fechas 7 y 8 de las Eliminatorias. Durante ese lapso, Fossati deberá convencer a un equipo que históricamente no jugó así. El 3-5-2 no forma parte de nuestra identidad, pero tampoco es imposible adaptarse. Y si Perú quiere salir a flote, deberá recorrer ese camino, sabiendo que habrá altibajos. Lo que importa, claro está, es el resultado final: conseguir triunfos, sumar puntos y abrirse paso hacia la clasificación mundialista al final del proceso eliminatorio. El riesgo es grande, porque puede salir mal, pero ‘Flaco’ confía en su cuerpo técnico y en lo que los jugadores pueden dar sobre la cancha.
¿Y si volvemos a la esencia?
Por otro lado, está el hecho de volver a la esencia. Es decir, recuperar ese estilo de juego asociativo, o mal llamado ‘chocolate’, que tenía la bicolor cuando fue dirigida por Ricardo Gareca. ¿Quién no recuerda cuando Christian Cueva, Yoshimar Yotún, Edison Flores y André Carrillo se juntaban en el mediocampo para construir una pared, asociarse con balón y aplicar lo que hoy conocemos como el arte del engaño? Esa manera de jugar es el DNI del fútbol peruano y es el que tuvo éxito camino a Rusia 2018. Es obvio que los tiempos han cambiado, algunos jugadores envejecieron y otros no están en su mejor momento; pero la propuesta está en la memoria del equipo. Eso no se olvida.
Entonces, hace falta un funcionamiento mejor, porque este equipo es capaz de recuperar su esencia. El 4-2-3-1 sigue presente con otros intérpretes y habrá que sacarles el máximo provecho. Fossati tiene ambos caminos para seguir: creer en su filosofía y aplicarlo, o decidir por algo que el equipo ya conoce. Cualquier ruta implica sus riesgos y el destino dirá si fue o no una buena decisión. Lo que juega a favor del uruguayo, en cualquier caso, es que tendrá tiempo y espacio para trabajar. La Copa América apunta a ser la prueba de fuego del entrenador. La pelota está en su cancha.
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