— Usted recibió su dosis “de Perú” muy rápido. Primero agarró Binacional, al que no pudo salvar, y luego Sport Huancayo, dos clubes hermanados por el manejo vertical de sus directivos.
Agarré Binacional en un momento duro. Hicimos una buena campaña pese a todo. Hubo momentos buenos, también de los tensos, pero terminé bien con el presidente. En Argentina los hinchas tienen más poder en los clubes, acá los dueños son los que toman las decisiones. Fui a Huancayo porque podía hacer la pretemporada, inculcar mi idea de juego. Los jugadores creyeron en la idea, les vi desfachatez, querían ser protagonistas. Somos un equipo que arriesga, juega con la defensa pasada la línea media, lejos de su arco…
— Ese juego agresivo a veces no le gusta a los dirigentes…
El resultado es determinante. Si ganamos, no solo va a creer el presidente, sino también los jugadores. Ellos tenían miedo, me decían ‘profe, no juguemos tan alto’ y yo les decía: conmigo tienes que ser valiente y arriesgar, sino no juegas.
— ¿Solo sirve si estás convencido?
No te puedo convencer si antes no estás convencido de que lo puedes lograr. Atacamos la cabeza del jugador y cuando se dan los resultados, ven que dominan, que les juegan así a Cristal, Alianza, la U, se convencen. Les gusta porque participan todos. Somos un equipo, no hay figuras estelares.
— Pero si el resultado manda, ¿por qué tuvo problemas al final del Apertura? Se dijo que quisieron imponerle a Lliuya.
No fue eso. Además, Lliuya fue suplente solo dos partidos. Yo armo mi alineación a partir de lo táctico y ante Cienciano y Municipal no arrancó porque debíamos presionar constantemente, y Marco no tiene eso. El problema con los dirigentes fue por unos premios. Si alguien me quiere imponer un jugador, me voy.
— ¿En qué se acerca y en qué se distancia de Sampaoli?
Antes no usaba el juego de posición. Soy un agradecido con Jorge. Gracias a él pude ser entrenador, me dio un currículum, me permitió comprarle una casa a mis hijos. ¿En qué somos diferentes? He trabajado mucho como analista y analizo todo. Bajo los partidos, hago cortes de video de los rivales, cómo salen, cómo atacan. Luego se los muestro a los jugadores.
—¿Usted hace la edición o tiene un asistente?
La hago yo. Uso unos programas que te facilitan ese trabajo. Y hago filmar los partidos con tomas panorámicas para ver los movimientos.
— ¿Y cuántos videos les pasa a sus jugadores?
Cinco por semana. Los vemos en grupo, salvo que sea algo específico. En Brasil era un video diario. Acá tienen que ser cortos porque a los diez minutos están mirando de reojo el celular.
— Coincidió con Cueva en Santos. ¿Por qué no le fue bien?
Por la parte defensiva. En la ofensiva tiene un nivel y calidad impresionante, pero Sampaoli te obliga a defender así seas Messi. El primer defensor es el delantero y a Christian le costaba. Ahora ya lo entendió y sabe cómo moverse.
— Ni a Sampaoli ni a usted les gusta darles licencias a los habilidosos.
Sí se las doy. Marco (Lliuya) se mueve por donde quiere por momentos, pero a cambio sacrifico a Jimmy Pérez o a Huamán para cubrirlo e impedir que el rival tenga superioridad. Fue suplente en solo dos partidos. No hacerlo jugar también funcionó como un llamado de atención. Para mí no hay estrellas, el que merece jugar, juega.
—¿Y por qué a Sampaoli no le fue bien en Argentina?
Quisieron repetir su dupla con Beccacece de Chile, y ya se habían separado. Trajeron dos técnicos, no un técnico y un ayudante.
—¿Cree que Beccacece sería un buen reemplazo de Gareca?
Es muy estudioso, muy preparado, siempre miro sus equipos. Los equipos son la imagen del entrenador.
— Con Beccacece veríamos un equipo agresivo. Eso requiere tener un jugador convencido. ¿No le parece que eso es difícil en Perú?
Al contrario, Gareca convenció al jugador peruano. Antes no competía contra Brasil, contra Argentina. ¿Cuántos jugadores tiene Perú en las mejores ligas del mundo? Solo Tapia. Y terminar la eliminatoria por encima de Colombia, que tiene titulares en los mejores clubes del mundo, Chile… quiere decir que mentalmente estuvo muy preparado. Lástima lo que ocurrió ante Australia.
— No se ve mucho recambio.
Los jugadores que tienen 21, 22, para el próximo mundial van a tener 25, 26 años. Van a estar más maduros de la cabeza, físicamente bien. Ahí están Celi, Reyna, Ascues de Muni, Huamán, Liza, Quispe, Concha, el mismo Valera...
—Usted llegó a jugar con Gareca en Independiente…
Yo estaba en el plantel. Volvía de una lesión muy fuerte, después de dos años, pero yo era de los chicos. Él era más amigo de mi hermano Hermes.
—¿Y cómo valora su paso por Perú?
Muy importante. Haber llevado a un equipo al mundial, sabiendo que la clasificación en Sudamérica es muy difícil porque hay mañas, avivadas, mucha picardía. A Perú le dio una identidad, convencimiento, le cambió la cabeza al jugador, le hizo pelear de igual a igual con otros equipos.