Casi a medianoche de ese lunes, Érick Torres llegó a la Ciudad de México. Precedente de Houston. El ahora delantero de Cruz Azul arribó a la capital del país para reportar en pocas horas con su nuevo equipo y así, ponerse a las órdenes de Tomás Boy y su cuerpo técnico. Dos maletas en mano, un asistente que le aguardaba para llevarlo al hotel de concentración y la ilusión de ser referente, esas fueron las sensaciones de sus primeros instantes en el DF.
Por el último vuelo de Houston de este domingo, aguardaban varios periodistas, que buscaban las impresiones del apodado ‘Cubo’. No sucedió. La directiva le pidió a Torres aguardar a la mañana de este lunes para presentarlo como se debe ante la prensa; no debuto el paso y cordialmente respondía con sonrisas a los reporteros y una que otra frase entre cada gesto: “Estoy preparado; vengo muy motivado para hacer las cosas bien”, alcanzó a decir.
En medio de varias dudas por su vinculación con La Máquina, y a unos días del clásico frente al América, Torres aparece en escena, con la encomienda y el tiempo en contra –llega a préstamo por lo que resta del semestre– para ganarse un sitio, para conseguir que su talento le consolide como un inamovible en el esquema de un entrenador tan exigente como Tomás Boy.
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