A diferencia de sus pares japonesas (Toyota, Nissan, Mitsubishi), Honda llegó tarde al segmento de las pick-ups. Y no precisamente porque haya querido, sino porque desde un comienzo tenían en claro que querían revolucionar.
Y, a decir verdad, lo lograron. Cuando Honda lanzó la Ridgeline en 2006, producida en la planta que Honda tiene en Lincoln, Alabama, sorprendió por su plataforma monocasco (de una sola pieza) en vez de la carrocería sobre bastidor (como las comunes). También por su suspensión independiente en ambos ejes, dejando de lado los clásicos muelles.
Si bien los puristas desconfiaron, Honda no creó la Ridgeline específicamente para ellos, sino más bien para satisfacer las necesidades de personas a las que les fatigaba manejar una pick-up, pero que eventualmente las requería por el espacio de carga.
PRÁCTICA Y FUNCIONAL
Es como si la marca japonesa pensara en absolutamente todo. Para empezar, es la única camioneta cuyo portón se abre de dos formas: la manera tradicional y hacia un lado; esto, con el fin de facilitarnos la vida al colocar objetos de distintas dimensiones.
Segundo. Es la única pick-up que tiene maletera. Sí, gracias a la carencia de muelles es posible instalar un compartimiento en la tolva de 206 litros que, incluso, puede fungir de hielera, ya que tiene un sistema de drenaje para eliminar el agua.
Tercero. Toda la tecnología de Honda está en esta camioneta. Muchos sensores y el Honda Lanewatch, esa cámara instalada en el espejo derecho, nos facilitarán la vida al mover tremendas dimensiones sin golpear con algo. La conectividad y tecnología es otro punto a favor, así como la calidad de los materiales en el interior y los asientos, una suerte de sillones con apoyabrazos individuales para no ir peleándose con el de al lado.
Conoce más detalles de la Honda Ridgeline en la galería adjunta. Lee la reseña completa en nuestra edición impresa (Ruedas 642).