Cuando se den a conocer las formaciones para el partido entre Nápoli y Juventus, en el estadio San Paolo, una omisión recordará a ese joven del Lanús profundo -criado en el barro de Villa Fiorito- que se hizo definitivamente Maradona bajo el cielo de la Campania: ya nadie -ni en esta temporada de la Serie A ni nunca- usará en el Napoli la camiseta con el número 10 en un partido oficial. Es el único dorsal retirado por el club. Aquella iniciativa -nacida del diario Il Mattino- fue aceptaba y homologada por clamor popular. También por el propio protagonista involucrado. Dijo Diego entonces: "Más que un regalo lo considero un reconocimiento por aquel fútbol, por aquellos éxitos y porque yo también me siento napolitano al haber compartido con ustedes uno de los períodos más felices y afortunados de mi vida".
Gonzalo Higuaín para los hinchas del Napoli: adentro de un inodoro. (AFP)
No exageraban esas palabras de Maradona. El, El Diez, había sido el más napolitano de los napolitanos en aquellos días de los 80 y de principios de los 90. Había sido más: estandarte, superhéroe, crack insuperable, estrella, artista, mago, rey, inspirador, estrella. En suma, todo aquello que se resolvía como una definición casi religiosa: San Diego de Nápoles. Desde entonces hasta estos días nunca un argentino ni un extranjero había sido tan querido y celebrado como Gonzalo Higuaín. La pasada temporada había transformado admiración en idilio a fuerza de goles: con 36 tantos en 35 partidos batió un récord que parecía estancado en la historia: el de Gunnar Nordhal, quien había convertido 35 tantos en 37 encuentros para el Milan en la temporada 1949/50. Para el Nápoli, Pipita era el mejor de los guerreros para sostener la lucha con los gigantes del norte, sobre todo con la opulencia avasallante de la Juventus...
Pero en la pretemporada sucedió lo peor, lo inaceptable: Higuaín se cambió al gigante de Turín a cambio de 90 millones de euros a modo de cláusula de rescisión y logró un contrato anual de 7,5 millones. "Es un falso y un traidor", dijo y escribió el presidente del Nápoli, el productor cinematrográfico Aurelio De Laurentiis. Era para todos los napolitanos la película de un amor roto, de una infidelidad sin perdón posible. Se lo hicieron saber de diversos modos: diseñaron banderas, pintaron calles y muros, se manifestaron en los estadios y en las redes sociales, hicieron canciones para dañar su nombre y su apellido, quemaron camisetas, se quitaron tatuajes. Ahora, lo recibirán con rollos de papel higiénico con su cara.
Gran stock de papeles higiénicos con el rostro de Higuaín. (AFP)
De Laurentiis lo explicó, con bronca y despecho, en una carta: "Si Higuaín hubiera leído la historia de Nápoles habría descubierto que esta ciudad fue la única que se libró sola de los nazis, antes de la llegada de los estadounidenses, quienes se encontraron con una ciudad ya libre. Este pueblo sólo se puede traicionar si no se tiene vergüenza. No se le puede tomar el pelo". Los napolitanos se sintieron devastados con la noticia. Ahora, por la trigésima fecha de la Serie A, Higuaín volverá al San Paolo. Y todos están preparados para contarles su despecho. Sin embargo, el club -a través de un comunicado oficial- reclamó: "pasión pacífica".
Pipita, que suele escaparles a las explicaciones sobre aquella transferencia, estará solo con sus compañeros de la Juventus. Por decisión de la Prefectura local ninguna persona sin domicilio en la región de Campania podrá ingresar al estadio; excepto que se trate de asociados al club del sur. Tampoco se podrán asociar hinchas por esta semana.
"Juve mierda". La bufanda que muestran tres fanáticos de Napoli en las calles de Nápoles, donde también venden papel higiénico con el rostro de Higuaín. (AFP)
"Sos un sirviente del sistema. Estás podrido. Sos sucio y traicionero", señala -como un grito desesperado- una bandera con letras azules y rojas sobre fondo blanco en el puente Maddalena Cerasuolo. Es una de las tantas expresiones populares que lo esperan al delantero argentino, quien suma 19 goles en el torneo que la Juventus lidera con margen (le lleva siete a la Roma y diez al Napoli). Además, Higuaín también pelea arriba en su búsqueda individual: está a tres gritos de Andrea Belotti, el máximo anotador de la Serie A.
La impresión late en el sur italiano: los mismos que compartieron el paraíso que les propuso Maradona ahora le quieren mostrar a Higuaín cómo el San Paolo también puede disfrazarse de infierno. O algo así.