Hace apenas cuatro años, cuando la pandemia empezaba a deshilacharse en recuerdos de dolor, Kevin Serna jugaba por el Cultural Santa Rosa. Era un colombiano flaquito e hiperveloz que había salido por segunda vez de su tierra (antes tuvo un paso por el Sportivo Luqueño de Paraguay) para participar en ese campeonato de bloopers también conocido como la Liga 2, donde los árbitros lanzan patadas de karatecas y los jugadores miccionan en la cancha mientras los médicos atienden a un compañero lesionado.
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Dos años después, ya con la camiseta del ADT, Kevin dejaba desparramado a Celi y con la cintura en pedazos a Di Benedetto para anotar el gol más celebrado por el pueblo tarmeño ante Universitario. Ahí nomás Cristal y Alianza pujarían por él, pero en el Rímac “no quisieron pagar capricho” y La Victoria volvía a recibir en sus filas a un colocho con velocidad de rayo. No duraría mucho. Fluminense le hizo llegar una oferta que no pudo rechazar y dijo adiós a la misma velocidad con que llegó.
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¿Cómo diablos un chiquillo que se dio a conocer en la Liga 2 y triunfó en nuestra malquerida ‘Liga One’ anda haciendo surcos en los campos perfectos del Mundial de Clubes? Y no solo él: otro de nuestros ‘embajadores’ es el argentino Juan Pablo Freytes, quien también tuvo un paso breve por tienda aliancista antes de recalar en el Brasileirao, el único torneo tercermundista donde se pagan sueldos cataríes.
No es la primera vez que un futbolista estalla en nuestras tierras y logra saltar al Primer Mundo. El antecedente más cercano pertenece a otro colombiano, también velocísimo, y dueño de un dribling endemoniado: Tressor Moreno.
Antes de venir al Perú, Malher Tressor Moreno Baldrich se ganaba la vida jugando fútbol sala y participando en algún certamen menor en su país. Edgar Ospina le puso el ojo y lo trajo como refuerzo aliancista para el campeonato 1999. Moreno era una bala. Nadie entendía qué hacía un jugador de sus condiciones en nuestro Descentralizado. Y como sucedió con Serna, pronto llamó la atención del exterior. Al término de la temporada, se marchó a su país contratado por el poderoso Atlético Nacional.
- Mira el gol de Juan Pablo Freytes en el Mundial de Clubes 2025:
El llamado de su selección no demoró. Fue el mejor en el torneo Esperanzas de Toulón, jugó la Copa América 2004 y las Eliminatorias. Aunque con altibajos, paseó su fútbol por Francia, Chile, Brasil, Estados Unidos y México. Su último club conocido fue el humilde Deportivo Hualgayoc de nuestra Segunda División.
Podría decirse que las presencias de Serna y Freytes son la excepción que confirma la regla de un torneo magro donde abundan los treintañeros de segundo orden. El periodista Víctor Zaferson suele decir ante estos casos que “no es la liga, sino el jugador”. En mi caso, no comparto esa idea. Si bien el talento y las condiciones técnicas son claves para destacar, un torneo mediocre ralentiza cualquier proceso de crecimiento. O –no es el caso– hace figurones a jugadores que no lo merecen. Pero hay excepciones y hoy, aunque de lejitos, creo que no hay hincha peruano que cuando enciende el televisor para ver el Mundial de Clubes no se diga: yo vi de cerquita a Serna, Freytes y hasta a Lucho Advíncula (quien a los 35 años se resiste a decir adiós). Al menos eso nos queda de consuelo.
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