Dicen que las segundas temporadas no son buenas. Ni en el cine, ni en la política, ni en el amor. A veces, tampoco en el fútbol. Sin embargo, ahora que Jorge Fossati ha vuelto a vestirse con el buzo de la U, el hincha solo tiene pálpitos positivos. Primero, porque el técnico ha dirigido antes –hace nada, 2023– al ochenta por ciento del actual plantel crema; y segundo, porque ha regresado, no en una crisis, sino justo cuando el equipo ha comenzado a recobrar la esencia que durante los primeros tres meses del año parecía haber extraviado súbitamente. Ambos factores (el conocimiento del recurso humano y el alza de calidad del conjunto) hacen que hoy podamos acariciar con confianza el sueño del tricampeonato nacional, y demos crédito a la posibilidad de avanzar a octavos de final, y por qué no a cuartos, de la Copa Libertadores.
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¿Es un exceso de optimismo? Quizá, pero es un optimismo sin ingenuidad, con una lectura objetiva de, vamos a decirlo así, las condiciones atmosféricas en que se produce esta segunda luna de miel.
Es cierto que la fatalidad no sabe de buenas rachas, y que ningún equipo gana títulos solo con intuiciones, pero, a ver, tendría que darse una nefasta seguidilla de malas decisiones para que esta aventura termine mal. Tenemos un equipo con alternativas de cambio en varios puestos determinantes y hemos recobrado al entrenador que nos llevó a ganar un título de Liga después de una década sin logros.
Será el propio Fossati quien vaya despejando las dudas que quedan. ¿Mantendrá a Corzo como lateral derecho ahora que Inga empieza a revelarse como un defensor funcional, rápido, solidario? ¿Dejará a Jairo como titular Vélez el día que Pérez Guedes supere su lesión de tobillo? ¿Quién tanta prioridad les dará a los otros buenos interiores de la U: Concha, Calcaterra, Costas? ¿Permitirá que el Tunche Rivera arranque los partidos o lo mantendrá como el suplente desequilibrante que es? ¿Seguirá confiando en Valera o apostará más por Churín? Creo que ninguna de estas cuestiones alteraría gravemente el funcionamiento del equipo, pero servirán para ver si Fossati conserva el olfato de hace dos años o si, más bien, lo ha perdido luego de la traumática campaña con Perú en las Eliminatorias.

El uruguayo no ha podido encontrar a la U en un mejor momento (puntero a nivel local y con el subidón de haber derrotado de visita al Barcelona de Guayaquil). Ahora solo falta verificar en qué momento está Fossati. ¿A ver qué nos trae de nuevo? No queremos al Míster del 2023, mucho menos al Nono del 2024, sino una versión corregida y aumentada. Porque las segundas partes –en el cine, en la política, en el amor y en el fútbol– solo tienen éxito cuando la novedad es superior a la nostalgia.
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