Se llama ‘Un clásico del altura. Fútbol y fiesta en Cusco’, pero podría ser dos cosas: la primera es una invitación a leer una historia alternativa de la ciudad imperial; y la segunda es una reivindicación del fútbol provinciano. Paolo Sosa Villagarcía, politólogo e investigador, dejó de lado momentáneamente esa faceta para darle paso a su otra pasión: el fútbol. A partir de ello, escribió su más reciente libro, en el que analiza los orígenes de los clubes Cienciano y Deportivo Garcilaso, su rivalidad en este deporte y cómo es que ese enfrentamiento es una expresión de la modernización de esta región.
En conversación con El Comercio, Sosa Villagarcía cuenta detalles del clásico entre los dos equipos más representativos del Cusco, cómo es que se identifican sus hinchas y por qué es tan necesario ampliar la literatura deportiva regional para construir una identidad como país.
—¿Cómo nada la idea de escribir un libro relacionado al fútbol desde los dos clubes más representativos del Cusco?
Tiene dos historias. Por un lado, está la intención de escribir una historia alternativa del Cusco moderno. Sabemos mucho sobre el Cusco como ciudad milenaria y de los Incas. Hay muchos documentales, libros; pero sobre el Cusco moderno hay poca discusión, porque están escritos en esa clave de historia. Entonces, usar al fútbol como una excusa para ver una historia alternativa de la ciudad me parecía importante. Cualquiera que se acerque al libro va a encontrar no solo una discusión sobre fútbol, sino también una discusión sobre la historia del Cusco moderno a partir de la llegada del fútbol como actividad recreativa de la modernidad. Vemos cómo se van adaptando las propias identidades e idiosincrasias a este deporte; pero también convirtiéndolo en una expresión propia de la región.
Y la otra historia es, más bien, como reivindicación del fútbol provinciano. Hay mucha discusión sobre los clubes de la capital, que son probablemente los más importantes y con mayor hinchada, pero hay historias muy buenas y hay una vivencia del fútbol muy intensa e interesante fuera de Lima.
—¿A qué te refieres cuando utilizas el concepto del Cusco moderno?
Historiadores como el cusqueño José Tamayo hablan de la modernización del Cusco a partir de finales del siglo XIX. Los cambios que llegan a una ciudad que en el primer siglo de la república no la había pasado muy bien. El Cusco, que había sido el centro de un imperio, empieza a quedar en una condición de aldea. El antropólogo cusqueño Rossano Calvo habla de eso. Y después de la Guerra del Pacífico hay un primer intento de modernización a lo largo del país y el Cusco es uno de esos centros. Empieza a desarrollarse la industria textil, llegan los trenes, el tranvía, el teléfono, el telégrafo, se juntan por primera vez los periódicos. Y allí hay una migración importante de trabajadores técnicos ingleses que llevan el deporte. Ellos están relacionados a la efervescencia del fútbol a finales del siglo XIX y a inicios del siglo XX. En 1901, un misionero inglés, afincado en el Colegio Nacional de Ciencias, promueve la fundación del equipo del colegio, de donde sale el club Cienciano. Este es un primer proceso de modernización, pero lenta.
Hay una segunda modernización que se da a raíz del terremoto más impactante en el Cusco en los 50’s. La ciudad queda destruida, las casonas coloniales en el centro histórico quedan arruinadas; entonces, la ciudad empieza a renovarse, a expandirse y construir nuevas urbanizaciones, hospitales, universidades. Y en ese proceso de modernización, el gobierno de Odría construye en la ciudad la primera Gran Unidad Escolar: Garcilaso. Aquí surge el Deportivo Garcilaso. Entonces, son dos clubes que representan dos momentos de modernización de la ciudad, con identidades distintas. Eso es un poco lo que el libro trata de explorar: la historia social que está detrás de estas identidades que se enfrentan en un partido, en los desfiles escolares, en los concursos de danzas.

—¿Por qué este clásico entre Cienciano y Garcilaso se convierte en el espejo de los cambios sociales y culturales del Cusco?
Es interesante, primero, que sea un clásico. En Primera División solo han jugado cuatro partidos entre ellos. ¿Cómo construyes un clásico a partir de eso? Obviamente, esto tiene un correlato con la etapa amateur, especialmente en los 60’s y 70’s que Garcilaso y Cienciano juegan en la misma categoría en la liga distrital y departamental. En el 73, Cienciano pasa a Primera División y los rumbos, a pesar de que descendió dos veces, se separaron completamente. Pero se mantiene ese nivel de clásico. Son enfrentamientos basados en dos colegios, los más grandes y masivos de la región. Por lo tanto, mueven identidades muy fuertes en todo sentido.
—¿En qué basan su identidad clubes tan representativos como Cienciano y Garcilaso?
La identidad del colegio Ciencias y, por lo tanto, de los ciencianistas, está muy mezclada con la idea de la tradición, de la gloria de un colegio centenario que fue fundado por Bolívar, que tiene una participación en la Guerra del Pacífico como una división de granaderos que son alumnos de este colegio, con una cantidad importante de historiadores, intelectuales. En cambio, la de Garcilaso es una identidad es poco más renovadora. Son los nuevos cusqueños, los migrantes que vienen y aprovechan esta expansión de la ciudad en los años 50 a partir del terremoto para afincarse en el Cusco. El colegio les brinda a los cusqueños un espacio de encontrar su sitio en la ciudad. Por eso hay mucho cariño hacia este colegio. Es para los garcilasianos su lugar de encuentro en el Cusco.
—En el fútbol, es común ver a clubes como Alianza y Universitario visitar provincias y encontrarse con un gran número de hinchas de ese lugar. ¿Por qué esto no sucede tan así en lugares como Cusco y Arequipa?
Hay una identidad anticentralista que se refleja en distintas expresiones no solo sociales y culturales, sino también políticas. Hay, incluso, un mandato que cuando vienen a jugar estos clubes aquí, no puede verse un estadio lleno de hinchas de estos equipos. En Arequipa es muy importante que Melgar se vea como local. Y en el Cusco, sobre todo con Cienciano, se repite lo mismo. Es más, Melgar y Cienciano tienen una historia con el ‘Clásico del Sur, sobre todo porque las primeras ediciones del Descentralizado incluían etapas regionales. Allí se enfrentaban de manera continua. Pero no es propio de aquí. Cuando uno va a Piura, está el Atlético Grau; o a Iquitos, está el CNI. Mueven identidades, pero lo que hace resaltante a Cienciano y Melgar es que tienen una cantidad muy fuerte de hinchas. Melgar es el único club de Arequipa que compite en Primera División y encarna una identidad regional. Ser arequipeño es ser hincha de Melgar, y de tomar tu kola escocesa y de comer tu adobo. En el Cusco, por muchos años, Cienciano también significó lo mismo; pero ahora cambió un poco con la aparición de otros equipos como Cusco FC y Garcilaso.
—¿Qué tiene el hincha de Cienciano que no posee el de Garcilaso?
La diferencia principal es que ser hincha de Garcilaso es haber estado conectado de alguna u otra manera con el colegio Garcilaso. El 90% de hinchas del Garcilaso son exalumnos o hijos de exalumnos de este colegio o del Clorinda Matto de Turner, que es su contraparte de mujeres. En el caso de Cienciano, hay ciencianos y ciencianistas. Los primeros son hinchas porque han sido exalumnos del Ciencias o del colegio Educandas, que es la contraparte femenina; pero también hay quienes no estudiaron en estos colegios y son hinchas de igual manera. Ahora, Cienciano tiene más hinchas que el Garcilaso a nivel regional; sin embargo, los hinchas del Garcilaso son pocos, pero son. Es una hinchada construida del sufrimiento, de tantos años en la Copa Perú, muy leales, muy intensos. Cada hincha del Garcilaso puede equivaler a diez de Cienciano. Eso también los diferencia.
—¿Por qué crees que la literatura regional ha recibido menos atención académica que la literatura centralista?
He tenido la suerte, a partir de mi libro, de encontrar mucha literatura regional. Hay libros sobre los inicios del fútbol en Cajamarca, también sobre Tarma. Pero es cierto que cuando uno hace esa comparación, la brecha entre la producción intelectual sobre la historia de los clubes regionales versus la de Lima es inmensa. Por cada libro sobre un club de provincia, hay diez de clubes limeños. También este libro es una invitación, una provocación para que se escriba más sobre las regiones. Hay historias llenas de cultura que creo que hay que rescatar.
—¿Cuán importante es resaltar el fútbol como una expresión sociocultural de los clubes regionales?
Así como hay programas que van a explorar las danzas en Paucartambo o en El Carmen, también podrían mirar la idiosincrasia del fútbol en cada región, que nos dicen mucho sobre cómo nos percibimos como peruanos, loretanos, cajamarquinos, puneños o cusqueños. Yo trato de describir eso en el libro: cómo es vivir una tarde de fútbol en el estadio Garcilaso, que tiene su propia música, comida, folclore. Uno va a ver un partido en el estadio Max Álvarez de Iquitos y encuentra que se venden juanes, hay comida selvática y se escucha música tradicional. Cada estadio tiene su propia vivencia. Esto incentiva la necesidad de conocer las expresiones culturales que tenemos y valorizarlas. No solo es riqueza cultural, también es una oportunidad de desarrollo. Es decir, que la gente pueda hacer turismo e incluir este tipo de vivencias. Los estadios generan mucho comercio para las personas que tienen emprendimientos de comida, souvenirs y camisetas alrededor del turismo deportivo.

—En Argentina, por ejemplo, solo en Buenos Aires uno puede hacer turismo deportivo porque tienes cerca a los estadios de Boca, River, Racing e Independiente. ¿Deberíamos repetirlo en el Perú?
Totalmente. Y tienen museos con sus logros, sus camisetas, sus historias. Eso es algo que tenemos que repetir. ¿Cuántos estadios del fútbol peruano existen? Uno va al estadio Centenario de Uruguay y se encuentra un museo de la historia del fútbol uruguayo. En cambio, en Lima, no tenemos museos sobre el fútbol peruano. Hay oportunidades de fortalecer estas identidades.
—Cienciano es el único club peruano con dos títulos internacionales y con más de cien años. ¿Crees que no se le reconoce históricamente su aporte a nuestro fútbol?
El centralismo hace que se dé mucho más realce a las historias de algunos clubes que a otros. Creo que en su momento hubo también condescendía con Cienciano por ser un equipo de provincia. Entonces, en lugar de celebrar el triunfo, se le ve como una cuestión anecdótica, como una excepción, un accidente. Pero lo cierto es que 20 años después de la Copa Sudamericana y la Recopa, no hubo otro club que consiguió esa hazaña.