MIRA: Fossati, Reynoso, 896 días, dos goles y un triunfo: ¿Qué planea la FPF, quién tomará el mando y por qué hemos vuelto a fracasar?
Los resultados cambiaron, pero no transformaron: la selección peruana siguió siendo un equipo que no se impone, sin gol y con ningún futbolista en estado de gracia. Fossati dirigió 6 partidos en Eliminatorias e hizo 5 puntos. Tres en Copa América y sumó 1. Cuatro amistosos y ganó 3, empató 1. Esos mismos que lo postularon, como si la receta de cortar a medio camino no haya sido ya suficiente en tiempos pasados (Uribe por Maturana, Ternero por Autuori) hoy se afectan por su “soberbia” con la prensa y no entienden “su sistema” ni su distancia con aquel “fútbol chocolate” que, en otros tiempos y con jugadores más concentrados en la cancha que en un concierto, tan feliz nos hizo.
Yo, por supuesto, estoy entre esta legión de desconsolados. También, en el grupo de los sorprendidos: más allá de los resultados, ¿qué ocurrió al interior de la selección para que no pueda convertirse, por lo menos a partir de ciertos indicios, en un grupo sólido? ¿No era acaso el líder espiritual que vino y cambió a la U en tres días?
No hay, por supuesto, ninguna explicación científica. Quizá estadística: Perú es el colero de la Eliminatoria, tiene apenas dos jugadores en las 5 ligas top de mundo (Italia y España) y llega al final de año con el peor registro goleador desde los tiempos de Francia 98. Cuando grabábamos los partidos en VHS. Estos números generan desconfianza y dejan ver las costuras de cualquier proceso. “La credibilidad ahorra las palabras”, dice Jorge Valdano en Los 11 poderes del líder, uno de los sus últimos libros. No son suficientes largas charlas de 30 minutos para sostener un plan que, en la cancha, no tiene signos de mejora. No se hacen jugadores a los 30 años, sino a los 12.
Claro, “este” Fossati no era “ese Fossati”. Hace casi un año, cuando el ciclo Reynoso cayó, el técnico uruguayo tenía un modelo diario que se sostenía cada domingo, jugadores reconvertidos sin ego de mundialistas y su estilo, más paternalista que estratégico, más seductor que pragmático, parecía lo urgente en un plantel golpeado desde el ánimo. Eso se sabía y se sabe hoy, que acaba de firmar la rescisión de su contrato, según fuentes a las que accedió de DT. La U funcionó por plantel con brío y por tiempo de trabajo, eso que en la selección no tuvo. No fue magia.
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