Para muestra un botón: la gran novedad de esta fecha doble ante Uruguay y Brasil es, en un principio, la aparición de Horacio Calcaterra con 35 años de edad. La pregunta brota, casi, de manera espontánea. ¿Por qué la selección tiende a envejecer notablemente en medio de un proceso en el que se supone se debería apostar por el recambio generacional en un escenario donde nuestras máximas figuras han perdido su plenitud por diversas razones? Y un segundo cuestionamiento no se resiste: ¿A caso le corresponde a Fossati velar por un recambio prolijo en la Bicolor y o su responsabilidad apunta, más bien, únicamente a la clasificación al Mundial sea como sea?
Más allá de los dilemas coyunturales que parecen apalear el buen semblante con el que amenazaba aterrizar la Uruguay de Marcelo Bielsa en Lima, lo que sobresalta en esta selección charrúa es su promedio tan bajo de edad. Los orientales enfrentarán al Perú de Fossati con una convocatoria que promedia los 24.5 años.
Ya era la selección más joven de las Eliminatorias sudamericanas, pero el rasgo ha cobrado mayor notoriedad ante la ausencia de cuatro jugadores de experiencia tras los incidentes acontecidos en la Copa América. Con la baja por suspensión de Rodrigo Bentancur (27 años), Mathías Olivera (26), Ronald Araujo (25) y José María Giménez (29), el promedio de edad se redujo (era de 24.8).
- Los 10 convocados más jóvenes de Uruguay
Jugador | Edad | |
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Santiago Mouriño | 22 | |
Marco Oroná | 18 | |
Facundo Bernal | 21 | |
Manuel Ugarte | 23 | |
Matías Abaldo | 20 | |
Facundo Pellistri | 22 | |
Joaquín Lavega | 19 | |
Luciano Rodríguez | 21 | |
Paolo Suárez | 18 | |
Cristian Olivera | 22 |
Como contraste a esa realidad se encuentra la selección peruana. Consumido por la inquebrantable obstinación de su carácter, Jorge Fossati fracasó en su primer intento de rearmar una selección dinamitada por las contradicciones que terminaron por despachar a Juan Reynoso. Apeló, con fe cristiana, a la jerarquía y experiencia de jugadores anteriormente símbolo y previo a la Copa América, devaluados por ausencia de condición física y/o ritmo futbolístico.
André Carrillo, Paolo Guerrero y Christian Cueva fueron un caballito de batalla tan endeble que no resistió ni tres partidos. ¿El resultado? Eliminados del torneo continental en la primera etapa y la peor participación peruana en 19 años. Los resultados dejaron sin argumentos convincentes a un entrenador que, además, cuestionaba los fastidios de la prensa como si el rol de los medios de comunicación no pudiera ir más allá del elogio y el consentimiento a todo.
Los escenarios son distintos, es cierto, e intentar comparar lo que pasa en Uruguay con Perú puede ser tan ocioso como un esfuerzo inútil. Sin embargo, hay evidencia que descifra la filosofía de un entrenador que aboga por el pragmatismo y se somete a una fórmula de la que no está dispuesto a sumarle adaptabilidad frente a un contexto tan complicado como variopinto, que es el fútbol peruano.
Perú, que es la única selección que no ha ganado en las ocho primeras fechas eliminatorias, recibe a Uruguay este viernes con la urgencia de sumar su primer triunfo. De no hacerlo, no solo se mantendrá colero de la competencia, sino que reducirá aún más las mínimas posibilidades que ya tenemos de clasificar al Mundial 2026, en una clasificación que premia a siete de diez selecciones en competencia.
Frente a ese panorama, a Fossati no le queda espacio para lidiar con la responsabilidad de un recambio generacional compacto y responsable. El técnico uruguayo, más bien, enfrenta una situación extrema en la que está obligado a apelar a cualquier opción válida que le permita mantenerse, por lo menos, con vida en las Eliminatorias, así sea en estado de coma. Cuando las cuentas no dan, siempre queda resignarse a la fe y la suerte.
Peor aún. El principio de que siete de diez selecciones pueden aspirar a la clasificación (los seis primeros de forma directa y el séptimo por repechaje), implicaba desde la previa que estas Eliminatorias serían las más accesibles de las últimas cinco ediciones. Quedar fuera en ese contexto implica también un amplio ridículo.
- Los 12 convocados de Fossati mayores de 30 años
Jugador | Edad |
---|---|
Horacio Calcaterra | 35 |
Carlos Zambrano | 35 |
Aldo Corzo | 35 |
Luis Advíncula | 34 |
Gianluca Lapadula* | 34 |
Pedro Gallese | 34 |
Carlos Cáceda | 33 |
Alexander Callens | 32 |
Wilder Cartagena | 30 |
Jean Pierre Archimbaud | 30 |
Andy Polo | 30 |
Edison Flores | 30 |
- *Lapadula fue desconvocado por lesión.
De ahí que suene razonable encontrar en un jugador de 35 años como Horacio Calcaterra la fortaleza para enfrentar a un siempre complicado Uruguay. Bajo este mismo principio encontramos -como en ninguna de las otras nueve selecciones- tres jugadores de 35 años: además de Calcaterra, están Corzo y Zambrano. Y hay más: de los 26 convocados originalmente, 12 eran mayores de 30 años. El promedio de edad de 28.9 se redujo a 28.3 con las bajas de Gianluca Lapadula (34) y Renato Tapia (29), además de los llamados de emergencia de Jorge Murrugarra (27), Erick Noriega (22) y Luis Ramírez (24).
Es cierto, el universo de futbolistas convocables a la selección peruana se ha ido reduciendo con el tiempo. El boom alcanzado con Gareca no supo sostenerse y las pocas figuras con que contábamos iniciaron su proceso natural de involución más pronto de lo esperado. Es así como antes de los 30 años ya teníamos a jugadores como Andy Polo, Edison Flores y Christian Cueva de vuelta en el fútbol peruano.
A la falta de jóvenes promesas y la crisis de la generación mundialista, se suma el desinterés de los clubes profesionales por apostar en el fútbol de menores. Es difícil conservar la paciencia para esperar a que se consolide un canterano, cuando la moda es repatriar futbolistas en su última etapa de vida deportiva. Victor Guzmán en Alianza Lima es un claro ejemplo: el vigoroso delantero de 18 años sigue esperando su turno frente a una apuesta que parece no considerarlo tras la llegada de Paolo Guerrero (40 años) y la presencia de extranjeros como Hernán Barcos (41), Pablo Sabbag (27), Cecilio Waterman (33) y Jeriel de Santis (22). Este último ya se marchó luego de protagonizar una de los fiascos más grandes en fichajes de los últimos años.
La otra gran apuesta de Fossati es Jean Pierre Archimbaud, de 30 años. No es culpa de Fossati. El problema está en la apuesta: clasificar al Mundial es lo que importa. Porque clasificar, como pasó con Gareca, maquilla el problema de fondo. Y lo posterga.