Dormido años, décadas, el gigante ha despertado. Su pisada hace temblar cualquier cancha y su tranco, intimida. Basta ver, por ejemplo, a su mejor defensor y su mejor atacante, Andy Polo. En las malas, que han sido muchas, el gigante dormido se veía inmenso, abandonado, y tanta tristeza despertaba que uno dice, piensa, ojalá esté apenas descansando y no haya muerto su corazón. Para que cuando despierte, como esta tarde en un estadio con 70 mil personas que estarían dispuestas, no sé, a darle un brazo, una pierna, sangre en transfusión, los latidos se escuchen a nivel nacional. Los signos de vida suenen como la música de una orquesta. Los goles que celebre sirvan para sumar campeonatos. Como cuando esos muchachos universitarios decidieron crearlo, hace cien años, en uno de los pasadizos de su facultad.
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En las buenas, cómo será el gigante en las buenas. Cómo será cuando despierte.
Pues ha pasado. Está pasando. Delante de nuestros ojos aquí en su cancha, Universitario, ese gigante dormido pero nunca muerto, es ganador del Apertura tras cumplir la única misión posible: golear a Chankas 4-0 y esperar que Cristal sume tres puntos en su partido en Cajabamba apenas por 1-0. Ya había sido campeón nacional en Matute y ganador del Clausura, seis meses inolvidables, fértiles. Milagrosos. Pero este año era diferente, una obligación. Que se resume en el breve discurso que ofreció en el medio de la cancha Aldo Corzo, tan héroe en la cancha, tan contundente en sus arengas:
-La historia es nuestra, muchachos. Nos pertenece.
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El mejor hombre de la tarde es Orejas Flores (dos goles) que era solo un niño cuando el gigante se iba desvaneciendo, cayendo a pedazos, derrumbando y volvió para cumplir con la tarea que se le encargan a los hijos cuando se van de casa por años que parecen siglos: devolverle todo lo que le dio. En su caso, 7 goles decisivos (entre Liga 1 y Copa). “Es un líder muy duro en el vestuario, muy crítico. Está atento a quien necesita algo, habla con los más chicos y se enoja, aunque tenga siempre esa sonrisa de bebé”, me dice una fuente muy cercana dentro del club. Y añade algo más: “Quizá pueda ser el único capaz de convencer a Ruidiaz de volver”.
Los otros dos tantos vinieron desde tierra lejana: Alex Valera, que veía por TV a la U en Lambayeque cuando se entrenaba al fútbol play y el Tunche Rivera, qué imán de alegría, que completaba mil tareas domésticas para ayudar en su casa de Tarapoto y en sus cuadernos, en la última hoja, se dibujaba con el 11 y una leyenda que decía Dale U Campeón.
Esos cuatro señores pusieron a la U en lo más alto, otra vez. El quinto beatle es Andy Polo, el maratonista, el mejor futbolista de la Liga 1 en la primera mitad del año, que hasta ahorita debe seguir corriendo, defendiendo como defiende a la U
Es junio, a dos meses del Centenario, la fiesta formal -fiesta con concierto internacional, invitados de lujo, eternidad, en DT pronto los detalles- y la U, ese gigante que durante décadas se veía dormido, está dando los pasos seguros hacia lo que debe ser una real reconstrucción. Debe decirse que fue el que más puntos hizo (40), el que mejor diferencia de gol tuvo (+25), el que menos goles recibió (7), el que menos perdió (1 partido). Tuvo a la figura del torneo -Andy Polo, 8 puntos promedio para DT- y al técnico más sensato y práctico de los primeros seis meses, Fabián Bustos. Este sábado a las 4 p.m., cuando la U iba 2-0 y necesitaba, cuando menos, dos goles más, tomó una decisión que lo describe en el presente y le granjea peso dentro del vestuario para el futuro: sacó al predecible Portocarrero, el único futbolista que fichó, dado su excesivo de capoeira y cero fútbol, cero pase, cero asociación.
“Trajimos a un profesional que trabaja, trabaja y trabaja, aunque parezca poco”, dice Jean Ferrari una tarde, al otro lado del teléfono. Cuando estos primeros seis meses eran solo un proyecto.
Y también debe decirse que sigue en proceso de saldar todas sus deudas económicas, tan monstruosas como las gestiones pasadas, que dejaron que cualquier incauto sospeche que la U, está U centenaria, iba a morir. también debe decirse que sigue en proceso de saldar todas sus deudas económicas, tan monstruosas como las gestiones pasadas, que dejaron que cualquier incauto sospeche que la U, está U centenaria, iba a morir.
Las otras, las que son emocionales, las que nos dejaron inmensas llagas, están siendo curadas, poco a poco.