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Dorregaray es -digámoslo claro- un fichaje de scouting, ese área que tanta importancia ha tomado en el fútbol moderno. Mientras el hincha pide nombres para ilusionarse, los clubes, a través de profesionales capacitados, eligen las mejores opciones según un análisis profundo de datos, videos y más. Se podría decir que así llegó también Jiovany Ramos (central panameño que jugó este año en Deportivo Táchira de Venezuela) a Alianza Lima.
El nombre de Dorregaray -y el de Ramos, ¡cómo no!- ha generado debate en las redes sociales. Que llegue de la Liga de Chipre genera suspicacias, sobre todo si uno se fija en que la Liga 1 estaba mejor posicionada (puesto 35) que el torneo chipriota (38°) en el ranking mundial de ligas elaborado por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS, por sus siglas en inglés).
El del argentino no sería el primer caso de un ‘9′ que llega al fútbol peruano procedente de un lugar insospechado. El propio Hernán Barcos, por ejemplo, fichó por Alianza Lima en 2021 luego de jugar en el Kashundhara Kings de la liga de Bangladesh, donde era el mejor pagado. Hoy, el Pirata es referente del club íntimo, salió bicampeón y es el goleador de los últimos años.
Otro caso es el de Bernardo Cuesta. El argentino nacionalizado peruano se ha convertido en uno de los ídolos de Melgar. ‘Berni’ dejó el cuadro arequipeño en 2020 para jugar en Buriram United de Tailandia. Luego firmó por el Puebla de México antes de retornar al país para vestir, una vez más, la camiseta rojinegra del Dominó.
Como Barcos, Cuesta y ahora Dorregaray, el fútbol peruano ha tenido otros casos de jugadores que llegaron desde lugares recónditos. A continuación repasamos los más resaltantes.
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El traductor japonés
Nació en Okayama, Japón, el 8 de marzo de 1972. Pero su historia bien podría contarse a partir de 1991. Ese año, Takashi Watari llegó a Boca Juniors, firmando su primer contrato profesional. Aunque al instante lo cedieron a préstamo al Dock Sud, un pequeño equipo de Buenos Aires.
La amistad que formó con el plantel xeneize hizo que viaje junto a ellos a la Copa Intercontinental del 2000 contra el Real Madrid. En ese año el torneo aún se disputaba en Tokio, Japón, a un partido y Watari fue como traductor. Al año siguiente apareció en algunos partidos en la banca de suplentes aunque nunca tuvo minutos. En 2003 nuevamente fue con la delegación argentina a su país para afrontar la Intercontinental ante el AC Milan. Obviamente de nuevo fue el traductor.
Takashi nunca pudo jugar por Boca, pero siempre soñó con ser futbolista. Por eso se probó en diversos equipos de Argentina con resultados negativos. También jugó en la Segunda de la liga japonés y en 2006 llegó a Sporting Cristal. Tenía 32 años y el cartel de delantero. Estuvo en la lista de buena fe de la Copa Libertadores, pero ‘Chemo’ del Solar nunca le dio una oportunidad.
Lo último que se supo de él fue en 2013, cuando en una entrevista al diario Olé de Argentina indicó que era colaborador en un programa de televisión en su país.
El búlgaro que acabó en un casino de Miraflores
Los 90 fueron una década difícil para Alianza Lima, salvo el histórico 1997 en el que rompieron la sequía de 18 años sin títulos. Las campañas para el olvido fueron causas por la pésima calidad de los fichajes. Uno de ellos: Jordan Petrov, un delantero búlgaro que llegó a La Victoria entre 1991 y 1992 recomendado por el entonces técnico José Carlos Amaral.
“En 1991 estaba en Estados Unidos, mi familia llegó a Perú y no pudo llegar a Canadá, donde estuve primero. Conocieron a un vicepresidente de un club de Segunda y le comentaron que era futbolista. Ese dirigente me pidió venir al Perú y al enterarse de que había jugado en la Primera de Bulgaria me dijo que sería mejor que juegue en Primera”, recordó el exfutbolista en una entrevista.
Petrov marcó nueve goles en su estadía y su rendimiento fue duramente criticado, al punto de ser cesado del club. Lejos de irse nuevamente a su país o buscar mejor futuro en el extranjero, el búlgaro firmó por Defensor Lima, su último club profesional, donde incluso años después denunció que no le pagaron ni un sol de su sueldo.
El atacante es recordado también porque en un clásico sufrió un golpe en la cabeza y, según sus propias palabras, estuvo muerto por 20 minutos. “En el camarín me despierto y los compañeros me preguntaban cómo me llamaba”.
Jordan dejó el fútbol y la vida lo puso a trabajar en un casi de Miraflores como crupier; es decir, era el encargado de repartir las cartas, lanzar dados, mover la ruleta y hasta organizar mesas de juego. Incluso, se decía que era un gran jugador de blackjack.
Tunde, el ‘9′ que encontró el amor en Perú
Llegó al Perú en 2011 con 20 años, gracias al entrenador argentino Marcelo Trobbiani que lo conoció en España. Tunde Enahoro (Lagos, Nigeria, 1990) jugó por Cienciano y Cobresol antes de reforzar a Universitario de Nolberto Solano en 2013. Sin embargo, una terrible lesión en la rodilla izquierda complicó su estadía en Ate y solo jugó cuatro partidos.
La lesión fue tan fuerte que, después de la ‘U’, no volvió a disputar un solo partido en primera división. Vistió las camisetas de Comerciantes Unidos, Atlético Minero, Unión Huaral, Willy Serrato, Los Caimanes y Carlos Stein cuando este último aún no ascendía.
Enahoro se casó con Ely, una modelo de Chiclayo, y tuvo una pequeña hija. Vive en Chiclayo y ahí pasó la peor etapa de la pandemia originada por el coronavirus. “Vi gente morir por COVID-19″, contó en una entrevista con El Comercio en 2020, el ‘9′ que se dedicó a vender productos de limpieza aún con el sueño de jugar nuevamente en Universitario, el club que le marcó la vida.
El sufrimiento de Okolie
En 2010, el nigeriano Okolie Chukwuroo llegó a Perú para jugar por Sport Boys. Fue fichado como gran refuerzo cuando tenía 20 años, destacado por su velocidad y su fuerza para apoyar en la delantera rosada, sin embargo, durante un amistoso ante la selección Sub 20 peruana sufrió una grave lesión en la rodilla que lo alejó de las canchas.
Okolie contó que el club rosado nunca lo apoyó y, por el contrario, lo abandonó a su suerte. Ahí comenzó su viacrucis en este país. Dejó el fútbol y fue capturado dos veces por robar. En 2017 arrebató un celular en Arequipa y en 2019 fue detenido asaltando a un taxista en Miraflores.
“Yo no soy un delincuente, nunca he sido, de verdad (…) por favor, yo quiero que me deporten a Nigeria te lo ruego por favor, te lo ruego”, señaló en un programa local en 2019. “Quisiera morirme o que me deporten”, agregó al borde del llanto.
Okolie abrió una academia de menores al que llamó “Talentos de Okolie Crist”, pero nunca se supo más hasta que a inicios de este año, durante un reportaje, accidentalmente apareció en el distrito de Ate en un estado deplorable. “Estoy yendo a trabajar. Quieren humillarme”, dijo el exfutbolista a los policías que lo habían intervenido en un parque de Ate donde le habían encontrado materiales para drogarse.