La última convocatoria de Juan Reynoso puede leerse de varias formas. Por un lado es una expresión de nostalgia, una especie de homenaje adelantado a los héroes del 2018 a los que el país tanto tiene que agradecer aún. Está el Orejas y su oportunismo sin copia, el volante invisible que aparecía en los partidos más oscuros para iluminar el camino con un zurdazo impensado. Está uno de los 10 más fantasistas de nuestra historia, el díscolo y muy querido Christian Cueva, mediocanchista de lujo capaz de meter un pase de tres deditos tarareando una estrofa del “Cervecero”.
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Y está, por supuesto, el más querido de todos, el líder de esa épica inolvidable que mientras hacía millonarios a los vendedores de camisetas de Gamarra, enterraba nuestras penas acumuladas por más de 36 años: Paolo Guerrero, el hijo de doña Peta.
Es también el reconocimiento de que el famoso recambio generacional ya fue. O que irá al congelador por un tiempito. Con las eliminatorias en las narices, los partidos en Asia no alcanzan para probar jugadores. Toca, entonces, optar por lo conocido, por los treintaañeros que nos llevaron a un Mundial, dos repescas y una final de Copa América. Porque, como diría Claudio Pizarro, “es lo que hay”.
Además, seamos serios: aunque los hinchas de Campos y Solís bramen por Carvallo, algunos añoren a Grimaldo, se desgañiten por Quispe o pregunten si en realidad el Cabezón se equivocó y el Castillo elegido era el de Alianza y no el celeste, no ha quedado ningún imprescindible fuera. No hay un jugador capaz de generar una revuelta en la puerta de la Videna. Sobran los que tienen pasta -Pretell, Saravia, Olivares, Cabanillas- pero ninguno calza en el status de insustituible.
¿A quienes eligió el Juan? A experimentados que no juegan o lo hacen muy poco (Abram, Callens, López, Flores), andan en bajo nivel (Cueva), se juegan el descenso o se fueron a la baja (Araujo, Canchita), uno que puede ir preso (Peña) y otros viejos conocidos. Si Fossati no transformaba a Corzo en stopper, era fijo en la lista.
No faltan los que se ganaron con creces su convocatoria (Reyna y Polo), ni quien anda en uno de los mejores momentos de su carrera (Lapadula), pero es innegable que Reynoso ha preferido lo conocido. Con un fixture endemoniado (ojo que podemos llegar a noviembre con 0 puntos), no ha querido tomar riesgos.
La mayor demostración de este frustrado ejercicio de rascado de olla ha sido el retorno de Guerrero. No es titular en Racing, apenas ha marcado dos goles y en unos meses cumplirá 40 años. Por ahora es solo un recuerdo feliz.