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Mi breve respuesta, polémica respuesta, es que sobran los enemigos de Universitario que a esta hora, y el resto de la semana, profundizarán en su inestabilidad emocional, ese fósforo que le enciende la cabeza, eso que algunos llaman ya síndrome Paolo Guerrero. Y que los hinchas que hoy celebran el 3-0, y el momentáneo primer lugar del Apertura-28 puntos, contra 27 de Alianza-, tienen todo el domingo para recordar el tesoro que tienen en casa con el número 20.
El partido
Valera hizo que los primeros 45 minutos del partido se olviden, o se resuman en dos líneas: un Boys con actitud para hostigar, sobre todo a Calcaterra y un reloj que los retaba hasta cuánto podrían aguantar el despliegue. Lo dijo Sanguinetti al final: “No aguantamos”. No tenía mucho más el Boys, y había que esperar el replanteo de Jorge Fossati, menos de nombre y más de intención: la ‘U’ juega con Santa Fe el jueves por Copa Sudamericana y la cabeza del grupo parecía más puesta en ese día que en el trámite del sábado, ante 28 mil personas, en el Monumental. Jugar menos en segunda y más en quinta.
Hasta que apareció Alex Valera y su gol 30 el día de su partido 60 con la ‘U’.
Primero un testazo, esa virtud que entrenó mucho con Gregorio, se guardó con Compagnucci y ha recuperado con Fossati. Luego, el latigazo, un recuerdo que Valera tiene como herencia del fútbol playa, donde en un metro cuadrado se tienen que articular rapidez y potencia, plasticidad con musculatura, y sacar el balazo. El tercero explica la naturaleza de su confianza: un centro del chileno Ureña a media altura que el 20 de la ‘U’ define con el taco, como si más que un partido cardiaco por la Liga 1 fuera una exhibición de showbol.
La sonrisa con la que regresaba al centro del campo era la de un hombre que se acaba de enterar que ganó la lotería.
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Nació en Pomalca, no hizo inferiores aunque quería ser 10 y recién cumplirá 27 años el próximo 16. Su curiosa biografía, con breves pasos en Copa Perú y una estadía como profesor de fútbol playa en China, es una lección para un medio que todavía no puede identificar a sus mejores talentos en provincia. Y que en el caso del 9 de la ‘U’ es, en sí misma, una hazaña. Ahora que volvió, y tras su polémica salida a Arabia del año pasado, pidió disculpas, se entrenó como nadie y aceptó que no siempre será titular. Y que cuando juegue, debe romperla. La ‘U’ no tenía un 9 local de ese porte, oportunista y oportuno, desde Johan Fano, cuando no salir campeón todavía no era ese yunque. A ese juego de fútbol playa le ha sumado gimnasio -para aguantar mejor de espaldas- y muchos videos de Paolo -para dominar el juego aéreo- Y por eso mismo, este es el momento límite para que él, Alex Valera, decida qué tipo de goleador quiere ser. Uno de entrecasa, que de tanto conocer el medio puede anotar con los ojos cerrados, o un 9 internacional, que no solo cueste ya un millón de dólares sino que pise Europa y lo justifique. Algo así, según sé, le planteó Juan Reynoso.
Tiene en Jorge Fossati al mejor entrenador posible para ser de los segundos.