Pedir la salida de Carlos Compagnucci es una oda a la exageración. Como también lo es justificar este pésimo arranque. ¿Queríamos una idea de juego? La tenemos ¿Queríamos orden? Lo hay, al menos cuando Horacio Calcaterra está en el campo. ¿Queríamos ser protagonistas en cada encuentro? En los tres partidos del Apertura, la crema ha mirado más al arco rival que al suyo. Y –comentario impopular– ha jugado mejor que su contrincante.
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Sin arrasar, la ‘U’ impone superioridad. No abruma, pero maneja las riendas del encuentro. ¿Por qué, entonces, ha sumado solo tres puntos de nueve? ¿Por qué las redes piden la cabeza de Compagnucci? ¿Por qué media hinchada quiere jubilar a Carvallo, regalar a Guzmán y devolver a Herrera?
1.
Tiene un ataque previsible. Aunque ataca con mucha gente, la ‘U’ es demasiado previsible. Sus laterales se descuelgan para hacer dupla con los extremos; Pérez Guedes y Calcaterra se tiran hacia el centro para pisar el área o juntarse con los delanteros; Polo y Rivera suelen estar muy activos… sin embargo, la mayoría de las aproximaciones culminan en un centro buscando la cabeza de Valera o a quien aparezca de sorpresa. ¿Disparos de larga distancia? Muy pocos. ¿Alguna pared cerca a la media luna? Casi ninguna. La inventiva se desvanece en las inmediaciones del área grande. Las gambetas parecen estar prohibidas.
2.
Algunos refuerzos no convencen. Ureña llegó con un gran cartel de Colombia. Lo pintaron con personalidad, rigor y buen servicio. ¿Qué hemos visto hasta el momento? Un jugador que pierde la posición fácilmente y que ha aparecido en la foto en dos de los tres goles que ha recibido Carvallo. En el tanto de Sabbag, la manera cómo lo persigue es penosa para un jugador de su categoría: al trote, mirándolo, sin morir con su marca. ¿Ha demostrado ser mejor que Murrugarra? Creo que no. Herrera es una sombra de lo que alguna vez fue. Pérez Guedes pelea, desintoxica, pisa el área, pero no ofrece la inventiva que tiene Quispe en sus pies.
Di Benedetto es sobrio. Lástima que se descomponga cuando sale de la cueva como ocurrió en el gol de Sabbag (aunque los mayores responsables fueron Ureña y Carvallo por venderse en la salida). Ancajima sabe con los pies; sin embargo, deja dudas en la marca. El mejor, por lejos, es Calcaterra. Maneja los tiempos con destreza, marca, pelea y fabrica. Me parece que necesita un socio con más inventiva.
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