En el Perú, el cariño tutea. Se olvida del usted. Las mejores voleibolistas de la historia son Cecilia, Gaby o Natalia, la campeona del surf más querida es Sofía, y más papás sueñan con inscribir a sus hijas y llamarlas Kimberly. Nadie las llama por sus apellidos. No hace falta.
Cecilia Tait, Sofía Mulánovich y Kimberly García son solo tres nombres instalados en la memoria deportiva, y representan a una larga lista de mujeres que crecieron en distintas disciplinas y, con sus logros a nivel continental, permitieron que ese país gris que es usualmente el Perú, brille.
Quienes crecimos en los 80 recordamos lo que fundó el vóley: el único precedente multitudinario de amor a la camiseta. Íbamos con el polo de Educación Física y una escarapela. Mirábamos el uniforme ASICS como si fuera un traje de gala. Como fuera de casa todo era caos, coches bomba, torres derrumbadas, la vida transcurría alrededor de la cama de los papás: esas madrugadas transmitidas por Lucho Yzusqui para América, eran refugio. Una burbuja.
¿Por qué fue tan importante Mundial ISA Surf Japón 2019 de Sofía, más allá de un nuevo mérito a su carrera? Primero, aún hoy es una ayuda memoria: si bien fue Felipe Pomar quien fundó el deporte en el Perú y ganó el primer título mundial para el país en Punta Rocas (1965), fue Sofía quien lo reinventó, le dio status y más que eso, lo popularizó a niveles que solo consigue una pelota, justo en un momento -los 2000- en que tanto el vóley como el fútbol, breves bálsamos, pasaban por la crisis infinita que ya todos saben. Para que existan tantas escuelas en la Costa Verde, tantas vacaciones útiles, tanta preocupación por la contaminación de nuestro mar, hubo primero una Sofía Mulánovich que fue bandera, sin más uniforme que su wetsuit.
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