Veintidós largos años pasaron desde que le señalaron el camino de salida en contra de su voluntad, sin que al técnico de turno le importara que era el capitán y líder de la selección. Veintidós largos años para que Juan Reynoso se cobre una especie de revancha personal. Ayer, con terno, camisa y corbata negra, y con el escudo de la selección impregnado en su pecho, cruzó nuevamente las puertas de la Videna ya no como futbolista, sino como el nuevo DT de Perú.
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“Es un sueño de vida”, fue una de sus frases más resaltantes en la conferencia que dio en la sala de prensa de la Villa Deportiva Nacional, en San Luis, a la que asistió junto a Juan Carlos Oblitas (director general de fútbol) y Agustín Lozano (presidente de la FPF), y en la que estuvieron integrantes del directorio de la federación, miembros de su comando técnico y algunos embajadores: Percy Olivares, Jayo, Rebosio, ‘Chorri’ Palacios y Waldir; todos excompañeros suyos en la selección.
Juan, que llegó a la selección después de coleccionar éxitos a lo largo de casi dos décadas con títulos en el Perú y México, está haciendo realidad su anhelo. Nadie le regaló nada. Por eso durante los casi 60 minutos de charla no dejó de sonreír, se emocionó, bromeó; se mostró sincero, abierto, humano.
Arribó a Lima en la madrugada de ayer y, probablemente sin haber podido pegar un ojo durante las siguientes horas, se hizo presente en la Videna a las 10 de la mañana. Saludó afectuosamente a todos, buscó a Juan Carlos Oblitas en su oficina que ahora tiene título: “Director General de Fútbol” y juntos fueron a la reunión con el directorio, encabezado por Agustín Lozano.
Culminada la junta, Juan Máximo recorrió todos los rincones de su nueva casa. Saludó a todos con un apretón de manos, y fijó su vista en cada detalle. Dirigió ocho clubes, pero en ninguno tuvo ese vínculo que sintió cuando caminaba por la Videna.
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