Al inicio de todo, la adaptación de Gianluca Lapadula al Perú -cuando finalmente decidió abandonar su sueño con Italia y representar al país de su madre (y ahora también suyo)- originó muchas más dudas que certezas. Pero nada tan lejos de la realidad. El aguerrido delantero no tardó en aprender la letra y melodía del Himno Nacional para entonarla con el corazón. Tampoco tardó en ganarse el cariño de su gente con un sacrificio enorme y constante sobre la cancha. Cuando le tocó elevar el escudo blanquirrojo a 2.850 metros sobre el nivel del mar, en Quito, no le temió a la amenaza de quedarse sin oxígeno, así como tampoco se intimidó en subir a los 3.625 m.s.n.m. en La Paz. Ahora, el ‘Bambino’ -acostumbrado a la costa limeña, pero con estas experiencias de altura en otros países- quiere seguir conectándose con sus raíces peruanas y por ello ha viajado al Cusco, a 3.399 m.s.n.m., fuera de su zona de confort nacional, donde tuvo un cálido recibimiento. Y muy merecido.
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“De lo único que me arrepiento es de no haber conocido antes el Perú porque me hubiera cambiado la vida”, reconoció Lapadula tiempo atrás en una entrevista con Gol Perú. La aventura del ítalo-peruano con la ‘Blanquirroja’ empezó un poco -quizá muy- tarde. Siete años atrás, cuando Ricardo Gareca puso los ojos en el delantero, la oferta por vestir los colores patrios fue rechazada.
Pero la historia dio un ‘plot twist’ necesario a finales del 2020. Con 30 años encima, el ‘Bambino’ decidió jugar por nuestro país y ya nada podía frenarlo. Muchos, claro, lo cuestionaron por su elección tardía. Pero su sacrificio por la selección y su amor por nuestras tierras ha crecido tanto todo este tiempo, que hoy ya nadie se atreve a ponerlo en tela de juicio.
Lapadula llegó al Perú con abundantes abrazos y besos que entregó incondicionalmente a sus compañeros de selección. Ese especial cariño del ‘Bambino’ hoy todos los peruanos se lo retribuyen, desde diversas ciudades o distritos, ahora mismo en el Cusco.
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