A Oswaldo Pacheco le cuesta decir esas palabras que a muchos les salen con naturalidad para hacer bromas sin darse cuenta de que pueden generar risas en unos, pero dolor en otros. Él es portero de la selección peruana de talla baja, es padre, trabajador y es como cualquier persona que trabaja, vive y sufre.
Mide 1,28 metros, y como padre está a la altura de los mejores del mundo. José Fabrizio, su hijo, tiene 10 años y también es de talla baja. Ambos disfrutan de cada momento y ayer más por el Día del Padre.
¿Cómo llevas la vida de ser pequeño?
Al principio me dolía bastante porque la gente se burlaba. Cuando era adolescente me di cuenta de que no crecía. Me miraba al espejo y me preguntaba por qué. Mi mamá me enseñó por qué era pequeño, que era una enfermedad llamada cataplasia. Me quedé helado, pero lo acepté.
¿Cómo cambiaste al ser padre?
Yo me siento feliz de ser pequeño, y ahora que soy padre mucho más. Mi hijo está grande y siempre salgo con él. Me cambió la vida porque antes me gustaba salir, ahora hay que trabajar más por él. Cuando estoy triste, voy a su casa y me hace feliz.
José Fabrizio también es de talla baja. ¿Cómo lo tomaste?
Cuando la mamá me dijo que estaba embarazada, para mí fue una sorpresa. Nos preguntábamos si iba a ser pequeño o grande, pero no teníamos miedo a eso. Lo que nos preocupaba era que naciera con alguna enfermedad o alguna malformación, pero no. Todos fuimos felices, sus abuelos, su mamá, yo.
Él tiene 10 años, ¿le has explicado lo que es ser de talla baja?
Claro, yo le he explicado bien que su mamá y yo somos pequeños. Que si le dicen algo, que no haga caso. Que se sienta feliz porque una persona pequeña debe estar feliz. Si hay amigos buenos, lo van a respetar; si hay malos, que no les hagas caso. “Diles que te llamas José y no como ellos dicen, esas palabras que usan”, le aconsejo. Hasta ahora no ha tenido problemas, sus amigos lo quieren mucho.
¿Qué dice él?
Él se da cuenta de todo. Tiene un hermanito de otro compromiso de su mamá que también es pequeño. A él le gusta salir conmigo, ir al cine, a comprar. Hacemos la vida como cualquiera y la pasamos bien.
¿Cuánto te costó vivir en una sociedad que no está hecha para las personas de talla baja?
Al inicio siempre es difícil. Pero desde que estoy en la Asociación de Personas Pequeñas del Perú fue mejor. Siempre nos reunimos los fines de semana para contar historias, anécdotas. A veces van niños que se avergüenzan, pero nosotros le damos cariño como una familia.
¿Cómo te integraste a la asociación?
Fue en 1999. El fundador Fernando del Águila, que trabajaba con Carlos Álvarez, me encontró en la calle y me invitó a la asociación. Tenía miedo de ir, pero mi mamá me llevó. “Vamos para que conozcas tu mundo”, me dijo. Ahí conocí a varios pequeños. Yo pensé que era el único, pero me di cuenta de que no. Poco a poco entré en confianza e hice muchos amigos.
Ahí conociste a la madre de tu hijo.
Claro. Tenía 24 años cuando la conocí y al siguiente año fui padre. Ahí cambio mi vida y mis compañeros de la asociación me apoyaron bastante. Ahí me ayudó mucho José Luis Almanza, ‘Chatín’. Él siempre me apoyó y fue padrino de mi hijo.
¿En qué tuviste que trabajar para ser buen padre?
Trabajo en el taller de carpintería de mis padres. Pero desde antes siempre he trabajado en eventos como muñeco, esos personajes pequeños que hacemos. La gente es curiosa y nosotros nos disfrazamos. Con eso gano mi plata y eso le doy a la mamá de mi hijo.
¿Te avergüenza?
Me siento feliz de ser pequeño. A veces la gente dice cosas pero yo no hago caso, no me interesa. Soy pequeño pequeño y soy una buena persona.
¿Qué es lo que más te cuesta hacer?
Es gracioso porque todo es alto. Lo más difícil es subir al bus, pero siempre pido que me ayuden. Yo soy bullero. Igual en los teléfonos para poner las monedas. Lo que más me da risa es en los ascensores. Ahí tengo que pedir ayuda para apretar los botones. Luego, lo demás normal. Caminar, ir al cine, hago mi vida como los demás y la disfruto.
Ahora en la selección peruana de talla baja…
Es una familia. Fue Fabián Chira de la idea de formar un equipo. Al inicio nos llamábamos Los Pequeños Gigantes. Entrenábamos juntos y poco a poco el equipo fue creciendo. En el 2014 se dio la idea de formar la selección con el apoyo del IPD y nuestro primer partido fue con Argentina. Ellos tienen mayor experiencia, pero fue una gran experiencia.
Con eso demuestran que nada los limita.
Para nosotros, representar al Perú es un símbolo, algo que muchos no pueden hacer. Ganar o perder no importa, lo importante es el cariño que tenemos por el país, el respeto de ser de la selección de talla baja.
Quisieras que tu hijo también juegue.
Él ya conoció a varios pequeños. Una vez lo llevé a entrenar, y estuvo alegre. Eso es para que no piense que está solo. Al inicio tenía vergüenza, pero poco a poco se fue acoplando. Ojalá pueda hacer muchas cosas.
Hace unas semanas salió un meme con la imagen de personas pequeñas que no tomaron leche. ¿Cómo lo tomaron?
Se burlaron de nosotros como si no hubiéramos tomado leche. Nos sentimos dolidos por eso, pero la vida sigue y ellos van a pagar con algo. Eso se lo dejo a Dios. Nosotros tenemos una buena vida y ellos han hecho una imagen que no tiene sentido. Pero lo hemos hablado para dejarlo atrás, va a quedar como una anécdota, esa imagen no sirve. Seguimos con nuestra vida, con el deporte que nos hace mejores.