El 21 de mayo de 2023 el Club América quedó en la orfandad, ese día fueron eliminados por las Chivas en el Estadio Azteca en el juego de vuelta de las semifinales del Clausura 2023. La renuncia de Fernando Ortiz dejó a la deriva a una de las instituciones más importantes del futbol mexicano.
América había sufrido un golpe moral que estremeció a todo el club. Tras un periodo de duelo, la directiva eligió al brasileño André Jardine, como su nuevo entrenador; negoció su llegada con la directiva del Atlético de San Luis, la elección fue cuestionada a destajo por todos los componentes del entorno americanista (afición, prensa, ex jugadores y más).
Se cuestionaban los méritos de André, porque su experiencia era -hasta cierto punto- muy corta y de golpe, se le había abierto la puerta del club más ganador y más demandante de México.
André escuchó, aguantó estoico las dudas, lo único que prometió fue trabajo y más trabajo, dedicar su máximo empeño en hacer del América un equipo ganador, posicionarlo donde su afición quería verlo y donde su historia le reclama. Estaba convencido de que podía hacerlo, pidió paciencia para la construcción de su equipo y para darle ese sello que conquistara la retina de sus aficionados.
Llegó la 14
Cuando logró que América arrancara, ya no hubo equipo que le pudiera frenar, acabó el Apertura 2023 con un récord de puntos institucional, las 40 unidades conseguidas fueron la mejor cosecha de los últimos 20 años, terminó como líder general, con los registros de mejor ofensiva y mejor defensiva; en síntesis, el registro perfecto.
Entonces llegó la Liguilla, esa etapa en la que las Águilas no habían estado a la altura en el último lustro y Jardine rompió la barrera de las semifinales, regresó a una final en la que se midió a Tigres, una serie en la que fue práctico, entendió que lo que más anhelaba la afición -al margen de las formas- era levantar el trofeo de campeón, y lo hizo. En la cancha del Estadio Azteca corría a la grada y se tocaba el escudo. El americanismo y el entorno crítico se rindieron ante el brasileño.
La ley América, la ley Jardine
La defensa del título en enero trajo consigo buenas sensaciones de algunos suplentes, la base del campeonato se mantuvo y eso ayudó a que el equipo fuera tomando ritmo con el pasaje de los juegos.
No fue la mejor versión de América que distó de la que ofreció meses atrás, pero con todo y eso el equipo acabó como líder del torneo, eso hablaba de la buena gestión de Jardine que pese a los inconvenientes, encontró la forma de que el equipo llegara en buen estado a la Liguilla y con hambre de trascender.
En el camino había sido eliminado en la Liga de Campeones de la Concacaf y se le escapó la posibilidad de ir al Mundial de Clubes del 2025, algo que se había marcado como prioridad desde los más altos despachos. Solo el bicampeonato podía salvar esa pifia.
En la Liguilla se cruzó con Pachuca, un equipo que le había tomado la medida en series de eliminación, lo pasó mal y logró el pase sobre la hora y gracias a su posición en la tabla.
Algo era evidente, Jardine pasó a ser práctico y efectista, avanzar por encima de las formas. En semifinales se cruzó con Chivas, un año después de esa eliminación bochornosa, el destino le puso a las Águilas la oportunidad de lograr la enmienda perfecta: mismo rival, misma situación, misma ronda de eliminación. En efecto, Jardine cobró la afrenta del pasado reciente, el pase fue para las Águilas que se impusieron por la mínima en el global.
Y en la final se midió al Cruz Azul que despertó una lluvia de elogios, Jardine planteó una serie en la que supo administrar sus condiciones, no planteó un juego a corazón abierto sino una batalla más estratégica, le ganó la partida a Anselmi con una cuota de polémica, pero eso no le importó, el primer bicampeonato del club en los torneos cortos de conquistó de la mano de André que celebró eufórico sobre el Azteca.
Masterclass
Con el americanismo rendido a sus pies llegó el Apertura 2024, una película que tuvo un sin fin de complejidades: falta de pretemporada, plaga de lesiones, la mudanza del Azteca y bajas de juego.
Hubo momentos en los que al América se le dio por muerto, pero al interior del club -y sobre todo en el cuerpo técnico- siempre tuvieron claro el panorama y la fe ciega de que podían llegar a la Liguilla, por lo civil o lo criminal estaban seguros de alcanzar el pase, Jardine no dudó y sabía que ahí el panorama podía ser diferente.
Así pasó. El cuadro de Coapa se coló a la fiesta por la vía del Play-In era la primera vez que un bicampeón alcanzaba la tercera Liguilla en fila. Salir en cada serie a contracorriente fue algo que desafió al propio Jardine, estaba obligado a ganar cada serie por goles y cerrando como visitante.
Ahí vino la clase magistral de André Jardine, estrategia pura y dura, conocimiento del entorno, del rival, potenciar virtudes y disminuir defectos. Así echó al temido Toluca, al superlíder Cruz Azul y secó a Rayados. Tras 18 meses, 543 días y 70 partidos André Jardine logró lo que nadie había logrado en los últimos 40 años: ser tricampeón de la Liga MX.
RGS