Cinco días después de la Navidad del 2022, Edson Arantes do Nascimento paralizó al planeta con su muerte, tras distintas afecciones y una larga estadía en un sanatorio de Sao Paulo, donde se recuperaba de un agresivo cáncer, esa enfermedad imposible de definir. Ocurrió lo mismo que pasó cuando vivía: todos veíamos a Pelé en TV, en las calles, en las arenas de Río, en la serie de Netflix, como una extensión de su inmortal carrera. El único futbolista que ganó tres mundiales (y al que sólo le faltó “jugar en la Luna”) -como lo llamó la BBC- empezó así el luto que no iba a terminar jamás.
Pelé ya estaba en los libros, solo faltaba ingresar a los diccionarios.
El sobrenombre de Edson Arantes do Nascimento, “Pelé”, es a partir de este miércoles una de las más de 167000 palabras incluidas en el diccionario Michaelis, uno de los más conocidos de la lengua portuguesa. En Brasil el apodo del exfutbolista que falleció en diciembre pasado es usado de forma coloquial como sinónimo de extraordinario, sin embargo desde ahora podrá ser utilizado por los más de 265 millones de hablantes de dicho idioma. Es como decirle mar al mar, poesía a la poesía, Dios a Dios. No hay otra forma de llamar a lo mágico que decirle Pelé.
Por esa razón, en el diccionario Michaelis de la lengua portuguesa, ‘pelé’ (sin mayúscula) es sinónimo de “excepcional, incomparable, único”. Su definición exacta es la siguiente:
“Algo o alguien fuera de lo común, algo o alguien que por su calidad, valor o superioridad no puede ser equiparado con nada ni nadie, como ‘Pelé’, apodo de Edson Arantes do Nascimento (1940-2022), considerado el mejor deportista de todos los tiempos”.
Esto se lee en la versión online del diccionario. Michaelis también da algunos ejemplos de su uso: “Él es el pelé del baloncesto”, “ella es la pelé del drama brasileño”, “él es el pelé de la medicina”.
“De manera coloquial y soterrada, casi underground para quienes nos manejamos en los extramuros de la formalidad del lenguaje, ser el Pelé de algo siempre fue sinónimo de grandeza”, dice el periodista y escritor Leonardo Ledesma Watson que, criado en el barrio de Matute, solo puede saber de jugar bien al fútbol.
De manera coloquial y soterrada, casi underground para quienes nos manejamos en los extramuros de la formalidad del lenguaje, ser el Pelé de algo siempre fue sinónimo de grandeza. Hoy, tras una campaña que implica fundaciones y trasfondos marketeros, el diccionario Michaelis de la lengua portuguesa ha aceptado que Pelé, el primer vocablo en salir tres veces campeón del mundo, signifique “fuera de lo común” y que apunta a algo “cuyo valor no puede ser igualado”. Aunque Edson Arantes Do Nascimento se asocie más a la época de mi abuelo incluso que de mi padre, el impacto intergeneracional es tan poderoso que podría emplearlo con mi sobrino veinteañero al mencionarle que es el Pelé de su clase de finanzas y seguramente me entendería. Así de universal y trascendente, como cuando lo kafkiano aparece para graficar las tarambanas de un país, o cuando se impone lo orwelliano para denunciar el recorte de libertades, Pelé, el término, se impone casi por mandato real, como O Rei.
-Una opinión de Leonardo Ledesma Watson, escritor-
¿Qué significa que esta palabra -Pelé- ingrese por fin a los diccionarios? El Comercio contactó a dos linguistas para que expliquen la dimensión de este acceso.
“Básicamente, es el uso de esta palabra el factor determinante para que sea incorporada a un diccionario. Una de las funciones de estas instituciones, aparte de regular la normativa del lenguaje, también es integrar formalmente las palabras de mayor uso”, nos comenta la lingüista Elizabeth Bautista,
Por su parte, el presidente de Ascot (Asociación de Correctores de Textos del Perú), Gildo Valero nos dice lo siguiente: “Bueno, es un asunto un poco mágico. no hay nada que podamos ver en las palabras que organice el significado en un determinado sentido; simplemente ocurre”, afirmó Valero a El Comercio. “Lógicamente, a lo largo del tiempo, algunas palabras logran una mayor prominencia por distintos factores. Pelé, sin duda, fue un personaje muy famoso y estaba asociado a una cualidad muy específica: la excelencia. Es más o menos normal que la cualidad se asocie al nombre y lo desplace, pero también es común que el nombre desplace a la cualidad. Además, en este caso, tengo entendido que ha sido parte de una campaña de una fundación que promueve al exfutbolista”, agregó.
Sentados en la vieja redacción de El Comercio, en Lampa y Miró Quesada, cinco periodistas de DT tiramos otras frases o palabras que han adquirido valor real maravilloso vinculado al fútbol. Eso que los expertos llaman antonomasia (*):
-Si se trata de un golazo, pues no lo es, sino es un gol Puskas.
-Cuando el Loco Abreu remataba un tiro de penal -o también, el chileno Vargas o el peruano Ruidíaz- no lo llamamos lujo: “Es una Panenka”.
-Las corridas de campo a campo, las improntas, los zigzag que empiezan y terminan cuando el crack quiere, no se llaman solo jugadas fabulosas. Son Maradonianas, porque Maradona es todo lo bueno que existió en el fútbol.
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Imaginamos que Pelé levitaba: solo así explicamos su facilidad para sortear rivales sin que nadie pueda derribarlo. Y solo explicamos así su salto para el primer gol de la final contra Italia en México 70, el Mundial que lo eternizó. Las cámaras no han descubierto aún si era eso, tenía resortes por toperoles, o iba en patines. Como sea, Pelé está ya en el diccionario portugués más leído en esa lengua. Ya tenemos forma de llamar a todo lo inexplicable que nos ocurre.
(*) Esta figura retórica se llama antonomasia. Pelé es un caso más. Tenemos el caso de donjuán o judas también, incluidos en el diccionario de nuestra lengua, por ejemplo, con los obvios sentidos de ‘seductor’ y ‘traidor’ respectivamente. También registramos magdalena: ‘mujer arrepentida’”, explica Valero, presidente de la Asociación de Correctores de Textos del Perú.