Con Pelé luciendo la ‘10′ en la espalda ya sea llevando la camiseta ‘branco’ del Santos o la ‘verde amarelo’ en portugués del seleccionado brasileño, comencé a comprender que de exquisiteces también vive el fútbol. Crack de crack. Lo fue, sin discusión alguna, quién acaba de dejar esta vida terrenal.
En ese recorrido de periodista transcurridos ya muchos años recordé hoy cómo después de esa noche en el estadio Morumbí de Sao Paulo (16/11/94) junto con el reportero gráfico Lino Chipana cubriendo para “Deporte Total” el partido Sao Paulo-Sporting Cristal (3-1 con golazo de 30 metros del ‘Chorri’ Palacios por la Copa Conmebol) al día siguiente el propio Pelé me invitaría a sentarme a su lado en una conferencia de prensa organizada por la revista “Placar”. Y no era de fútbol sino de los últimos autos del año exhibidos en una feria cerca del aeropuerto de Guarulhos donde horas después seguiríamos viaje a Lima. Ese mediodía paulista me sentí como esas cebras que a los 15 minutos de nacer comienzan a correr felices tembleques por las sabanas africanas.
¿Qué había ocurrido para recibir semejante invitación de Pelé? Muy simple: que, ante la gran presencia de periodistas, estando entre los últimos y a unos seis metros de él, en un corto silencio lancé el grito para que me alcanzara a escuchar: “Pelé te manda saludos Ramón Mifflin”. Y me escuchó porque levantó su cabeza para ver de dónde había salido esa voz con un nombre tan conocido por él en tantas canchas del mundo jugando como rivales y juntos. Al levantar mi brazo hizo una indicación de que me acercara hacia él y, en la silla que estaba vacía a su lado, me terminé sentando. Pelé ya firmaba autógrafos.
Fue al concluir la conferencia con grandes personajes del deporte brasileño como el entrenador Telé Santana (Itabirito, 1931-Belo Horizonte 2006), Arthur Antunes Coimbra, más conocido por Zico (Río de Janeiro, 1953) y al ex piloto de autos de F1 Emerson Fittipaldi (Sao Paulo, 1946) que quien comenzó preguntando fue Pelé. Lógicamente por Ramón Mifflin, Teófilo Cubillas, ‘Perico’ León y Roberto Chale. Y como con Ramón siempre mantuvo una comunicación constante, estaba al día porque me llegó a decir que sabía que el popular ‘Cabezón’ “ejercía el cargo de entrenador de un equipo llamado Pesca” (le aclaré que era Deportivo Pesquero de Chimbote).
Sin dejar de sonreír me añadió: “Ramón es un hermano. Ese Ramón, ese Ramón. Cuántas cosas hemos vivido juntos. Me llegué a acostumbrar tanto con él que muchas veces no podía hacer nada sin que estuviera presente. Lo traje al Santos acá en Sao Paulo y después me lo llevé al Cosmos de Nueva York y juntos viajamos por el mundo jugando y sin parar de reír por sus ocurrencias y, claro, disfrutando de la técnica de su fútbol, porque era un grandísimo jugador.”
Cuando le pregunté por dos anécdotas relacionadas entre ambos de las que yo tenía conocimiento, sólo se limitó a decir que hubo muchas. Entre ellas la del Mundial de México 70, aquella tarde del 2-4 que eliminó a Perú, cuando los amigos-hermanos se enfrentaron y Pelé le deseó a Mifflin “la mejor suerte del mundo”, pero “después de hoy” porque “esta tarde te quiero ganar, jajajaja”. De ese Mundial 70 Pelé pareció revivir el domingo 14/7 mexicano. Mientras atendía saludos de Zico que se despedía en un instante mirándome fijamente me dijo: “El 2-0 del inicio nos dio tranqüilidade (calma), pero cuando se pusieron 1-2 (gol de Gallardo), y ya con el 1-3, nuestro Teófilo puso la cuenta 2-3 como que ‘nada foi fácil’ (nada era fácil). Recuerdo que Mario (por Zagalo el entrenador) pidió más rigor y atención sobre los delanteros peruanos porque aparecían por todos lados con una velocidad de asombro. Ya en el camarín con el triunfo asegurado con el cuarto gol de Jairzinho (4-2) teniendo a mi lado a Didí no sé por qué le recordé el año 1959 del Sudamericano de Buenos Aires cuando ganando 2-0 con un gol mío y otro de él nos igualaron 2-2 al final con un puntero izquierdo veloz como Jairzinho y de amagues como Garrincha pero más potente (por Juan Seminario que anotó los dos goles) y casi nos ganan. Veníamos de ser campeones mundiales de Suecia 58″. Y su frase final en portugués: “Ñao acreditar” (para no creerlo). Didí, me dijo Pelé, solo le asintió con la cabeza.
Años después en Lima le hice mención a Ramón de esa anécdota y me sumó otra a la que llamó “la de París”: “A Pelé en la previa de un partido que fuimos a jugar con el Cosmos a la capital francesa lo invitó Madame Rochas a una cena. Pelé me llevó. Una residencia lujosa con adornos muchos de ellos de oro. Yo tomé un ídolo de oro macizo y le dije en son de broma a Edson -que estaba muy cerca- ‘con este me compro un departamento en San Isidro en Lima”. Me miró y respondió muy serio: “Ramón, deja eso en su sitio. Ni se te ocurra llevártelo”.
¿Y la de México? y Ramón habla: “Mi compadre Roberto (Chale) ese día en Guadalajara tenía la misión de seguir a Pelé y ya faltando minutos para el pitazo final le pedí que marcara a Gerson y que yo me encargaba de Pelé. Era para pedirle al final su camiseta que no titubeó en dármela mientras yo le daba la mía. Y es que ‘Perico’ se la había pedido antes de comenzar el partido pero yo le gané el vivo y se fue requintando. Hasta hoy la conservo de alguien como Pelé quién para mí, fue un tipo extraordinario como persona y como futbolista. A mí me cambió la vida”.
Otro ex crack nuestro que tuvo una gran amistad con Pelé fue Teófilo Cubillas. Un día que estuve en su departamento de la Av. Pardo en Miraflores le pregunté por quién votaría como el mejor: Pelé o Maradona (no había aparecido Messi aún). Esta fue la frase que le apunté esa vez al ‘Nene’: “Pelé porque me tocó enfrentarlo, verlo de cerca. Cuando me inicié era mi ídolo y nunca me llegó a decepcionar y, encima en México 70 tuvo la gentileza de decir que conmigo había aparecido su sucesor”.
Le repliqué: “Sí pero su famosa camiseta ‘10′ se la entregó a Ramón esa tarde”. El ‘Nene’ no se calló: “Por supuesto, a quién iba a ser sino a Ramón que era su engreído”.