La Copa del Mundo de la FIFA, máximo torneo de selecciones a nivel global, es el título que todos futbolista sueña con ganar. Son pocos los capitanes que han tenido el privilegio de alzar el codiciado trofeo y un grupo aún más reducido el que pudo hacerlo con el galardón original de la competencia.
Si bien el actual modelo se ha erigido como el símbolo por excelencia de la gloria futbolística, su historia se remonta recién a la década de los 70, cuando el certamen ya gozaba de prestigio internacional. Antes de esa época se entregaba al campeón del Mundial otro trofeo: la Copa Jules Rimet.
El nombre fue dado en honor al francés Jules Rimet, antiguo presidente de la FIFA y principal impulsor para la creación del evento. La copa fue confeccionada en 1928 a modo de una escultura que representaba a Niké, la diosa griega de la victoria. Estaba hecha de plata bañada en oro con una base de lapizlázuli, tenía una altura de 35 cm y pesaba 3,8 kg.
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La primera selección que pudo tener en sus vitrinas la estatuilla fue Uruguay, campeona del Mundial que organizó en 1930. En tanto, la última en ganarla fue Brasil, tras su consagración en México 1970.
¿Por qué se cambió el trofeo del Mundial?
El reglamento de la FIFA establecía que el primer país en ganar tres veces el Mundial conservaría en lo sucesivo la copa Jules Rimet. La Canarinha lo logró en territorio azteca gracias a sus dos campeonatos previos en Suecia 1958 y Chile 1962.
Con la cesión de la Jules Rimet a perpetuidad para el Scratch, se tuvo que encargar un nuevo diseño, el cual se mantiene hasta hoy. La copa actual ya no se entregará de forma definitiva a ningún equipo, ni tampoco temporalmente, pues los campeones desde 1974 solo reciben una réplica.
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¿Qué pasó con el antiguo trofeo del Mundial?
El antiguo trofeo de la Copa del Mundo pasó por más de una vicisitud. Desde tener que ser escondida de los nazis en una caja de zapatos, hasta ser robada en una exhibición en Inglaterra y encontrada por un perro, la Jules Rimet habría tenido un final digno de su accidentada historia: fundida en lingotes.
Esa fue, al menos, la primera versión que dio el joyero argentino Juan Carlos Hernández, señalado como el autor intelectual del robo del artefacto en 1983. Ese año, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) sufrió el hurto de su posesión más preciada, la cual nunca más volvió a ser encontrada.