Contra Colombia faltó definición. Frente a Chile corregimos esto último –anotamos tres goles–, pero se defendió mal –recibimos cuatro–. Ayer, ante Paraguay, se saldó esa deuda. Ni tan asfixiante ni tan pasivo, el equipo defendió bien. El camino es largo y la selección ha ido corrigiendo detalles puntuales en cada partido. Ayer tuvimos un gol y control. Anotamos y no concedimos. Sin embargo, aún no logramos redondear una actuación perfecta. Una en la que defendamos y elaboremos bien. Y concretemos.
En el debut ante Colombia, por ejemplo, defendimos y elaboramos bien, aunque faltó definición. Frente a Chile elaboramos y concretamos, pero se defendió muy mal. Finalmente, contra los guaraníes defendimos bien, pero quedó en deuda la elaboración.
La selección creó pocas situaciones de gol, sí. Aunque también logró que le lleguen poco. Paraguay tuvo apenas dos ocasiones. Una en cada tiempo. La primera: una salida en falso de Penny, que Yotún salvó en la línea. La segunda: un centro al segundo palo que concluyó con un remate a las manos de Penny. En adelante, y sin la pelota, se controló al rival.
En mi opinión, en un fútbol tan parejo como el de hoy, la diferencia la marca el aprovechamiento que cada equipo hace de sus buenos momentos. Y ayer Perú lo hizo. Cuando fue mejor, durante los primeros 45, marcó el gol del triunfo. Cuando no, sobre todo en la segunda etapa, supo convertir ese momento adverso en uno neutro.
“Cuando no se juega bien, un buen equipo logra al menos que el rival no lo supere”, explicaba Bielsa en una de sus charlas con la prensa. Perú lo consiguió frente a Paraguay. El triunfo se valora desde el aspecto defensivo. Se ganó un tipo de partido que casi siempre se pierde: de juego friccionado, dividido, más peleado que jugado.
Lo que no gustó del equipo en el aspecto defensivo fue la excesiva cantidad de faltas que regaló cerca del área propia, aun sabiendo que esa posibilidad era un arma de temer de Paraguay: el juego aéreo. A los tantos elogios a Renato Tapia hay que sumarle que por arriba ayudó y mucho.
CON LA PELOTA
Nos costó elaborar. No tuvimos último pase. La pelota tenía que llegar a Farfán para que la gente se levante de su asiento. Marcamos desnivel por el poder de desequilibrio individual de Jefferson, mas no por nuestra capacidad para asociarnos. La gran jugada colectiva nunca llegó. El transporte individual del balón etiquetó nuestro ataque como predecible. No tuvimos factor sorpresa y, por eso, no provocamos daño en portería contraria.
Explicaba Guardiola que el fútbol de ataque puede ser elaborado o directo. Para que haya fútbol directo, sin sucesión de pases, debe haber espacios libres para ejecutar. Y el fútbol elaborado, se da cuando el rival reduce espacios y hay que buscar por donde entrar. Enviar a Reyna y Farfán por los costados, con Pizarro y Guerrero como finalizadores, supuso una lectura: Perú iba a proponer llegar a arco contrario con más velocidad que paciencia.
Haber perdido por muchos momentos la posesión de la pelota en la segunda etapa dio la sensación de que Paraguay pudo empatarlo con poco. De que lo sufrimos. No fue tan así. De hecho, Penny no fue exigido. La deuda respecto a esto último es no haber podido resolver con criterio los contragolpes. No haber podido matar el partido. Los cambios –ingresaron Ballón y Hurtado– tampoco corrigieron.
Brasil será otra historia. Solo un partido redondo nos permitirá sumar.