Con dos partidazos (Racing-Cruzeiro y Colo Colo-Atlético Nacional), empieza el martes la fase de grupos de la Copa Libertadores. También debuta el campeón, Gremio, en Montevideo ante Defensor Sporting. Esta edición va a estar repleta de choques atractivos -al menos en lo previo- por la cantidad de clubes ilustres en la competencia. Entre los 32 animadores hay 16 campeones que suman 44 títulos ganados. Luego se verá el nivel, pero los nombres generan expectativa como pocas veces en los últimos años. La casa de apuestas sueca Betsson ubica a Boca Juniors y Gremio como los dos máximos favoritos al título, seguidos de Corinthians (3°), Palmeiras (4°), River Plate y Santos (ambos en 5° lugar), Cruzeiro e Independiente (los dos en el 7°), Flamengo y Atlético Nacional (igualados en el 9°).
Seis brasileños, tres argentinos y un colombiano entre los más opcionados. Lo cual responde en medida proporcional a la cantidad de cupos repartidos entre los grupos: 7 brasileños, 6 argentinos, 4 colombianos. De los demás, Uruguay clasificó 3 equipos, en tanto Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Venezuela quedaron con apenas dos representantes. No hay duda de que las chances de estos de conquistar la Copa son mucho más reducidas. Como se preveía, el grupo 5 es el más parejo y prometedor, con Cruzeiro, Racing, Vasco da Gama y Universidad de Chile. Tres campeones de Libertadores y uno de Sudamericana.
Pero la noticia fuerte de la Copa surgió de la reunión de la Conmebol en Punta del Este, donde se decidió que a partir de 2019 la competencia tenga una final única en campo neutral, a la usanza europea. Actualmente, además de los premios de fases anteriores, el campeón recibe 6 millones de dólares y 3 van para el segundo. En 2019 los dos finalistas embolsarán 2 millones adicionales, más el 25% de la taquilla para cada uno. Y se ahorrarán los gastos de organización en que incurrirían siendo locales. El vencedor podría rozar los 10 millones netos sólo en el último partido. Sigue siendo minúsculo comparado con los montos de la Champions League, pero tiene más color. Y se supone que la finalísima tendría mejor organización, más seguridad y un marco más glamoroso. Incluso obligará a mejorar los estadios.
A los efectos de la comercialización, la final única debería generar mayores ingresos, adquiriría visos de gran acontecimiento. Incluso asistirían, como curiosidad, hinchas ajenos a los finalistas. Periodísticamente sería un evento notable. Y el choque se programará para un día sábado en horario estelar, para que toda América pueda seguir sus alternativas. La sede del cotejo decisivo se designará con bastante antelación, para ir preparando el escenario. Si la elección es rotativa, suena democrático: un año en Lima, otro en Bogotá, al siguiente en Guayaquil... Despertaría el entusiasmo no sólo de los países involucrados deportivamente sino en los hinchas locales. Llevaría la Copa a todo el continente. Generaría una atmósfera excepcional para la ciudad anfitriona.
Una sola final es, también, más justa. Si hay alargue, no se jugaría en terreno del segundo finalista. Los árbitros no podrían ser localistas, esa nociva inclinación en la que se recuestan.
Es una idea muy seductora. Y la hemos apoyado siempre, aunque cabe aceptar las dudas de miles de hinchas que se formulan muchos interrogantes en Internet. “¿Qué pasa si llegan a la final Independiente del Valle y Once Caldas y se juega en Argentina…? ¿Cuántas personas irían al estadio…?”, se cuestiona un simpatizante chileno. “Pocos estadios del continente están a la altura de una final de esta naturaleza”, afirma otro de Uruguay. “Los mejores escenarios los tiene Brasil, porque quedaron del Mundial, se jugaría siempre allí”, agrega alguien más. Todos reparos atendibles. Con un agregado: dado que habitualmente participan entre 7 y 8 brasileños, si encima tienen la sede de antemano va a ser difícil ganarles. También Buenos Aires cuenta con escenarios apropiados, por ejemplo Boca y River, pero son potencialmente dos candidatos habituales a la final, y habría muchas chances de que fueran locales. El Nacional de Lima es uno de los más señalados para albergar la primera definición a un solo partido. Es un coliseo para 43.000 espectadores.
Otros apuntaron a lo económico: “En Europa las distancias son cortas, se llega a todas partes en una o dos horas de avión, acá es distinto”, piensa un lector argentino. “Sin contar con que aquí los pasajes son mucho más caros y la gente tiene salarios más bajos”.
Conmebol aseguró que habrá más seguridad en torno al juego, sin embargo, es dable preguntarse qué pasaría si llegan a una ciudad neutral decenas de miles de hinchas de Boca y de Flamengo por ejemplo. Representaría suculentos ingresos turísticos, pero ¿la policía destinará cientos o miles de efectivos para custodiar a los simpatizantes? Europa acaba de ser conmocionada porque falleció un policía vasco en los enfrentamientos entre ultras del Athletic de Bilbao y del Spartak de Moscú.
Un simple ejercicio de suposición: si Montevideo fuera la elegida y se da una final entre un brasileño y un argentino, podrían caerle de un día para el otro 80.000 fanáticos, ¿está preparada para recibirlos…? ¿Cómo los atienden…? ¿Dónde se alojan…? ¿Cómo llegan…? ¿Hay vuelos suficientes para trasladarlos…? En ese caso, unos y otros pueden trasladarse por carretera, pero si son países lejanos necesitan indefectiblemente el avión. Y no hay tantos vuelos. Además, los que hay por lo general van siempre completos con el flujo normal de pasajeros. Por ello es que las ciudades deberán postularse previamente, Conmebol no tiene autoridad para decidir una sede y obligarla a recibir tal contingente. Más de una urbe colapsaría.
“Lo más sensato sería esperar a semifinales para designar el escenario de la final, cosa de elegir un lugar adecuado de acuerdo a los contendientes”, dice otro internauta. Pero entonces quizá no habría tiempo suficiente para preparar el escenario.
Se supone que la decisión de la CONMEBOL, que ya es definitiva, surge luego de un exhaustivo análisis de factibilidad. “Entre las variables analizadas -dice el comunicado de la entidad-, se destacan la justicia deportiva, la calidad de la competencia, la emoción del espectáculo, la organización y seguridad del evento, las percepciones de los hinchas, los ingresos de los clubes finalistas, los ingresos del torneo, el estado de la infraestructura deportiva del continente, el posicionamiento mundial del fútbol sudamericano y la comercialización de los derechos audiovisuales y de mercado deportivo correspondientes a la CONMEBOL Libertadores”. No obstante, habrá que experimentar sobre el terreno, Sudamérica no es Europa.
No es bueno abortar las ideas antes de que nazcan. Lo mejor sería probar y ver.