“¿De dónde so’ vo’? Sos un mexicano, por Dios, no me podé' molestar”, lo encaró Óscar Ruggeri, con su singular dejo argentino medio masticado y su rudeza a la hora de ir al frente, cuando fue recibido en el Real Madrid como “un ‘sudaca’ más”, allá por 1989, tres años después de que el ‘Cabezón’ saliera campeón del mundo en México. El otro protagonista era Hugo Sánchez Márquez, el ‘Niño de Oro’ que siempre estuvo en boca de todos. Por sus goles, por sus rulos perfectos, por desatar una “guerra” al pasarse del Atlético de Madrid al máximo rival de la capital o por esa habilidad innata para encarar rivales y, también, compañeros con la misma firmeza y seguridad de un crack. Porque él era eso: un crack. En esos años era el único jugador de su selección que militaba en un equipo importante de Europa. Bueno, uno de los mejores clubes del Viejo Continente y del mundo.
Se confirmó lo peor: la lesión de Tchouaméni que pone en problemas al Real Madrid