En estos días de encierro, que espero terminen pronto, nos queda siempre tiempo para el recuerdo. Viendo fotos viejas del deporte tropecé con una de la delantera de Chacarita Juniors, el equipo que nació en mi barrio de La Victoria hace 76 años, y comenzó a desenrollarse el carrete de la memoria. Me vi en la esquina de Clemente Ballén y Quito, junto a mi gallada de chiquillos, esperando el bus que nos ponía el club con entrada y todo, y que nos llevaba al estadio Capwell, justo al pie de la casa donde vivía uno de los nuestros, Lucho Baidal Yépez, de cuyo deceso me informaron hace unos días. Se fue dejándonos un montón de recuerdos. No le gustaba el índor, que jugábamos con pelota de trapo. Se iba al patio de la escuela García Moreno, que estaba diagonal a su casa, para aprender básquet.
Y le fue tan bien que cuando era un muchacho larguirucho y lleno de habilidad lo fichó el Athletic Club y jugó con los grandes de la época y en la selección de Guayas. En la revista El Gráfico leímos hace muchos años que “algunas veces recordar es mirar hacia atrás, otras volver a vivir. El deporte nos propone cada día el incomparable placer de evocar con cariño. Se da entonces una mezcla de sensaciones armoniosamente amalgamadas: admiración, respeto, emoción, angustia, vibración, sentimiento. Cada una de estas partes, algunas de ellas, ingresaron una vez en el alma del periodista frente a un hecho o un gran protagonista. Y tras cobrar la vida de la palabra escrita, volverán a nacer después que una chispa nostálgica las roce”. Y el roce se produjo al contacto de ese nombre que tiene un sitio predilecto en el recuerdo: Chacarita Juniors.
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Porque nacimos en La Victoria, el mismo barrio, mezcla de ternura y malicia, que alumbró a Chacarita en 1944. Por Chacarita creció nuestra pasión por el fútbol en la época en que el equipo peleaba en el ascenso y habíamos crecido lo suficiente para ir al estadio solos. Alfredo Valdivieso y Oswaldo Medina (+) me contaron la historia de Chacarita porque estuvieron la noche del 19 de agosto de 1944 en que se fundó el club, en el patio de la peluquería de don Paulino Vega. Al filo de las 20:00 Valdivieso instaló la sesión y empezó a discutirse el nombre: R.K.O. Radio (como el entonces célebre estudio de cine de Hollywood de la época), Fardales, hasta que surgió el de Chacarita Juniors, bajo la influencia de la revista argentina El Gráfico. Esa noche se fue la luz y Erófilo Vega, primer presidente, fue a comprar velas para que Valdivieso pueda redactar el acta de fundación.
A los pocos días se estrenó el uniforme a rayas frente al Santiago de Guayaquil, de Clemente Ballén y Juan Pío Montúfar. Chacarita ganó por 3-2 y se llevó la primera presea de su historia: una medalla donada por Julia Ortega de Banchón. La Liga Ecuador lo vio como incesante campeón invicto y sus victorias se extendieron a Machala, Cuenca, Ambato y Babahoyo. Jugaban en aquel entonces Alfredo Valdivieso en el arco; Eustorgio Tandazo y Jorge Jácome en la defensa; como volantes Diego Machuca, Víctor Perucca Noriega y Carlos Noriega, y en la delantera Alberto Valdivieso, Hugo Larrosa, Jacinto Méndez, Segundo Machuca y Oswaldo Medina, infalible cobrador de tiros libres y penales. Alternaban en ese equipo de Chacarita Jorge Calderón Muñoz, Aníbal y Julio Chang, Raúl Chávez, Víctor Vélez, Horacio Holguín y Raúl Nieto. Tobías Alvarado presidía el club cuando ingresó a la Federación Deportiva del Guayas, en 1949. Era ya una oncena poderosa a la que se habían incorporado Agustín Barredora Rodríguez, su hermano Amado Mondongo Rodríguez, Pancho Miranda, Francisco, Colón, Francisco y Héctor Rengifo, Raúl Avilés –padre del jugador del mismo nombre, apodado Turbina, tan conocido en Emelec y Barcelona–, Ernesto Valle, Vicente Ricaurte, Luis Caliche Ibarra y Butio Romero.
Uniformes ‘importados’
Se estrenaron camisetas, insignias y balones que el fraterno Chacarita Juniors, de Buenos Aires, había enviado con el corredor argentino Onofre Marimón, quien participaba en la carrera Buenos Aires-Caracas, y entregó la encomienda al pasar por Guayaquil.
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En 1952 ganó la serie de ascenso y en 1953 llegó a la primera división con el argentino Cayetano Frascione, arquero del Patria, de director técnico, asesorado por Alfredo Valdivieso. Debutó en la primera división el 24 de junio de ese año ganándole a Everest por 3-1 y luego venció a Valdez, Patria y Nueve de Octubre.
Vencedor de Barcelona
Pero el instante de su mayor gloria ocurrió el 25 de octubre de 1953 cuando sorprendió al derrotar al Barcelona, el equipo más famoso del país, 2-1, con dos golazos de Elías Malabarista Tumbaco, uno de volea y otro de chilena. Jugaron ese año en Chacarita Vicente Amador, César Ulloa, Héctor Chato Rengifo, Benedicto Coronel, Amado Rodríguez, Carlos Ayala, Pancho Miranda, Brando, Suárez, Julio Agurto, Víctor Lindor, Luis Caliche Ibarra, Santiago Martínez, Pepe Aquiño, Pancho León, Hugo Larrosa y nuestro vecino Wesner Tutivén. Alfredo Valdivieso se dio el lujo de atajar en un Clásico del Astillero amistoso el 2 de abril de 1950 y frenar a una delantera de Emelec que formaban Víctor Lindor, Carlos Orlandelli, Hugo Mena, Atilio Tettamenti y Juan Avelino LocoPizauri.
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Una lesión de Enrique Romo hizo que Barcelona buscara un arquero en la tribuna, pues no contaba con un suplente y en parte del primer tiempo había debido jugar con el buzo de golero el alero derecho José Jiménez. Valdivieso miraba el partido, sentado junto a su ‘yunta’ Oswaldo Medina, y no se hizo de rogar por Barcelona. En el puesto de guardameta, durante el segundo tiempo, Valdivieso fue la gran figura, como figuras fueron con la camiseta funebrera Mario Saeteros, hábil para cualquier puesto de la delantera en Patria y en la selección nacional; Vicente Pulpito Delgado, quien formó con Saeteros en Patria; Colón Rengifo, quien fue a probar suerte en El Dorado de Colombia, Francisco Rengifo y Elías Tumbaco, quienes brillaron en Unión Deportiva Valdez; Santiago Martínez que estuvo en Barcelona; José Aquiño, quien fue luego al Valdez, Everest y la selección nacional; Jorge Mawyín, un astro en Patria, Barcelona y la selección de Ecuador; Emilio Márquez que jugó en Valdez; y Clemente de la Torre, un gran alero izquierdo en el Emelec de Paternoster; y Carlos Coco Feijó, quien pasó por Barcelona.
Bellos tiempos los del Chacarita Juniors, que murió hace rato, pero que seguirán adheridos en nuestra memoria como para alzar los cristales y brindar con los que quedamos de la vieja gallada –muy pocos ya– por el equipo de la maravillosa época de la niñez y la juventud en un barrio inolvidable: La Victoria. (O)