El 13 de julio de 1930, hace 90 años, se iniciaba lo que se denominó el primer campeonato mundial de fútbol, realizado en Uruguay, honor que le hacían a la república sudamericana por cumplir 100 años de independencia política y, además, como homenaje a los uruguayos, que se habían coronado campeones olímpicos en 1924, en París, y en 1928, en Ámsterdam.
La elección de Uruguay como anfitriona del Mundial tuvo objeciones, sobre todo de países europeos. El congreso de la FIFA realizado en 1929, en Barcelona, decidió confirmarlo como organizador, ante una enérgica protesta de Suecia, España, Holanda, Italia y Hungría, que alegaban que el fútbol en Europa sufría una crisis económica posguerra y además consideraban una verdadera aventura que un país sudamericano tan pequeño pudiera organizarlo. El boicot tomó fuerza. Tan solo el gran esfuerzo del presidente de la FIFA, Jules Rimet, pudo comprometer a Francia, Bélgica, Yugoslavia y Rumania, para que asistieran.
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Las selecciones europeas viajaron por barco. Los yugoslavos se embarcaron el 19 de junio en Marsella, en el buque Florida; el resto de países, en el Conte Verde, trasatlántico de lujo, que también partió esa misma fecha desde Génova, llevando a la selección rumana. Hizo escala en Villafranche, donde se embarcaron Francia y Jules Rimet con su esposa. El 22 de junio en Barcelona recogió a la selección belga y al árbitro John Langerus, quien dirigió la final. Y por supuesto en el viaje iba la Copa, la famosa estatuilla que contenía la famosa figura alada de oro macizo, obra del escultor francés Le Fleur.
El viaje fue un permanente entrenamiento de las selecciones. En la escala en Río de Janeiro se embarcó Brasil. Llegaron a Montevideo el 5 de julio, recibidos con entusiasmo por dirigentes y el presidente uruguayo, Juan Campisteguy.
En vista del complot europeo, los organizadores cursaron invitaciones a los países sudamericanos, por ende Ecuador también fue invitado oficialmente a participar.
Uruguay inauguró para esa fecha el histórico estadio Centenario, con aforo de 80000 espectadores. Como anécdota, el partido inaugural no se lo pudo realizar allí, porque las fuertes lluvias habían impedido finiquitar obras. Se debió jugar el primer partido entre Francia y México, el 13 de julio, en el estadio de Parque Pocito. Ahí se conquistó el primer gol de un Mundial, a los 19 min, por el galo Lucient Laurent.
Participaron en total 13 naciones. Por Sudamérica: Uruguay, Argentina, Brasil, Perú, Chile, Paraguay y Bolivia. Además, México y EE. UU., más los cuatro equipos europeos.
La situación de Ecuador
La clasificación al Mundial no fue por eliminatorias. En vista del complot europeo, los organizadores cursaron invitaciones a los países sudamericanos, por ende Ecuador también fue invitado oficialmente a participar. Los detalles y las razones de por qué nuestra selección no asistió a ese histórico campeonato las investigó el afamado periodista e historiador Ricardo Vasconcellos Rosado, quien reveló una historia que era desconocida.
Al investigar las verdaderas razones, comentó que el 20 de julio de 1929 la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) resolvió invitar al certamen a Perú, Bolivia y Ecuador. El 1 de agosto, el Dr. Rafael Fosalba, ministro embajador de Uruguay en Ecuador y Perú, hizo la entrega del documento-invitación a la Federación Deportiva Nacional (FDNE). Según la investigación periodística, Fosalba había incluido en su agenda la visita a nuestro país para, además de presentar sus saludos al presidente Dr. Isidro Ayora, conseguir el compromiso de la FDNE, representado por su presidente el Dr. Armando Pareja Coronel. Al final, Fosalba no arribó al país. La carta llegó el 1 de enero de 1930, ahí constaba la invitación para que la selección ecuatoriana asistiera a esa primera cita global.
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Para poder confirmar la asistencia, la Federación Deportiva Nacional solicitó al Gobierno que asigne la cantidad de sesenta mil sucres. La investigación periodística señala que el 22 de enero de 1930, en EL UNIVERSO se hizo público que el ministerio negaba el apoyo, porque la economía del país no permitía “ese dispendio”, contestación poco cortés, tratándose de una invitación tan importante. No alcanzaron otros esfuerzos para conseguir los recursos necesarios.
Y la informalidad del caso no terminó ahí. Uruguay insistió que Ecuador informe sobre su decisión, ante lo que el presidente de la FDNE contestó: “Voluntad unánime de los deportistas ecuatorianos fue la de concurrir a Montevideo, pero la rotunda negativa de apoyo por parte del gobierno central nos ha imposibilitado”.
El triunfo contra Argentina fue justo. Uruguay jugó notable, confirmando sus antecedentes olímpicos.
El mundial uruguayo futbolísticamente fue un éxito. El escenario, majestuoso: permanentemente lleno de espectadores. En la primera fase, clasificaron Argentina (eliminando a Chile, Francia y México), Yugoslavia (eliminó a Brasil y Bolivia), Uruguay (eliminó a Perú y Rumania) y EE. UU. (superando a Paraguay y Bélgica). A la final llegaron Argentina, que goleó 6-1 a EE. UU., y Uruguay, a Yugoslavia (6-1).
La gran final se realizó el 30 de julio de 1930 ante 80 000 espectadores, Uruguay derrotó 4-2 a Argentina. Se dice que aunque viajaron 30 000 fanáticos argentinos, solo 15 000 pudieron asistir al juego.
El triunfo fue justo. Uruguay jugó notable, confirmando sus antecedentes olímpicos. Entre los jugadores más destacados: Nasazzi, Andrade y, el mejor del torneo, Héctor Scarone, considerado como uno de los mejores en la historia celeste.
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Sobre el torneo existen muchas anécdotas propias de la época, pincelazos que demuestran lo que era el fútbol.
El balón escogido para jugar el torneo era de fabricación argentina. Se comenta que alguna autoridad política uruguaya presionó para que la final se juegue con una pelota uruguaya, que era un poco más grande. El juez central, el belga Langenus, resolvió jugar el primer tiempo con la argentina y el segundo con la uruguaya.
Luego del triunfo celeste, todo Uruguay salió a celebrar. Llenaron las avenidas. El Gobierno decretó fiesta nacional, mientras que Argentina enmudeció. Se conoce que la embajada uruguaya fue atacada en Buenos Aires, que la policía repelió con dureza y el tema se agravó. Rompieron las relaciones entre las federaciones de cada país y por poco también las relaciones políticas.
Algunos historiadores señalan que el de Montevideo fue el tercer mundial, por algunos elementos de convicción documentales que confirman que tanto los torneos olímpicos de 1924 y 1928 fueron organizados por la FIFA. Así lo ha ratificado el periodista Pierre Arrighi, que ha investigado la documentación que certifica que en 1924, Rimet y dirigentes franceses presentaron ese torneo como campeonato mundial de fútbol. Todos esos documentos que avalan esas afirmaciones constan en el libro Fútbol Mundial: los archivos de 1924. Hace poco Gianni Infantino, presidente de la FIFA, saludó a la AUF por su 120 aniversario y mencionó que las medallas de oro que se colgaron en París, en 1924, y en Ámsterdam, en 1928, eran considerados campeonatos del mundo por la FIFA.
Los uruguayos pueden sentirse orgullosos de poner cuatro estrellas en el escudo de su camiseta nacional, mientras que a los ecuatorianos nos queda el mal recuerdo de haber despreciado la cordial invitación para asistir al mundial de fútbol de 1930. (O)