05/11/2024

Ricardo Gareca: la hora del 'Tigre'

Hace 10 meses

Ricardo Gareca: la hora del 'Tigre'

El legendario Ricardo Gareca podría ser el nuevo técnico del América de Cali. Entrevista de BOCAS

El legendario Ricardo Gareca podría ser el nuevo técnico del América de Cali. Entrevista de BOCAS

Por: ALEJANDRA LÓPEZ GONZÁLEZ

(Historia publicada originalmente en mayo de 2018 en la Revista BOCAS)

Ricardo Alberto Gareca siempre estuvo a destiempo como jugador: de Boca se fue seis meses y Boca fue campeón; de River se fue en el 85 y en el 86 River ganó todo, incluyendo su primera Copa Libertadores y la Intercontinental; de Vélez se fue a principios del 93 y enseguida Vélez, con un Bianchi recién llegado de Francia, arrasó, y el club que hasta ese año solo había ganado un campeonato, agregó 13 estrellas a su escudo.

En las eliminatorias de 1985, un gol suyo ante Perú clasificó a Argentina al Mundial del 86, pero para él, ese sueño de jugar un campeonato mundial que tiene todo jugador de fútbol, tampoco pudo ser.

Quizás ese haya sido el momento más doloroso de su vida como jugador, cuando Bilardo decidió dejarlo por fuera del Mundial del 86, sin que aquel gol que había marcado y que le dio la clasificación al equipo, contara a su favor. Ya en el 82 había quedado excluido. Y la historia se repitió. La noticia le llegó estando concentrado con América de Cali.

Sus compañeros de entonces no sabían cómo contarle que en la lista de la selección Argentina que viajaría a México, su nombre no aparecía. Lloró. Pero como él mismo dice, “los partidos duran hasta el final” y el gran partido de su vida aún está lejos de acabar. La vida, como el fútbol, siempre tiene segundas oportunidades, y aunque en su etapa como jugador todo le costó demasiado, su era como director técnico le ha traído revanchas.

A sus sesenta años, y tras haber dirigido clubes en su país, en Colombia (América de Cali e Independiente Santa Fe), en Perú y hasta en Brasil, hoy Ricardo Gareca es considerado uno de los mejores directores técnicos de América y el sueño que jamás cumplió como jugador, ahora se hace realidad como estratega. Como si se tratara de una jugada magistral del destino, logró lo que parecía imposible: clasificar a la selección Perú después de 36 años sin ir a un mundial, en un repechaje de infarto contra Nueva Zelanda y sin el ídolo Paolo Guerrero.

En esa tierra es tratado como héroe nacional, cuando llega a un restaurante, la gente se levanta a aplaudirlo y cuando se sube a un avión, el capitán pide ovación. Rusia será el primer mundial de su vida, y sin duda, allá jugará el partido más importante de su carrera.

Gareca

Gareca debutó en Boca Juniors en 1978, pasó por Sarmiento de Junín y por River, hasta que en 1985 llegó al América de Cali donde se hizo leyenda.

Foto:

Alonso Molina

Su padre tuvo mucho que ver con todo el tema del fútbol en su vida. Él lo hizo hincha de Vélez y lo llevaba a la cancha de niño. ¿Hay alguna anécdota especial que atesore de su infancia con él?
Yo atajaba en un club de barrio que se llama Juvencia de Tapiales y también jugaba, al medio, en un potrero cerca del club, que quedaba en un campo en una iglesia. Todo en Tapiales, donde me críe y pasé toda mi infancia, mi adolescencia y mi madurez. Cuando salía del trabajo, mi papá me iba a mirar, y espiándome en el campito que jugaba en el medio, un día me anota en Boca Juniors para que me prueben. Le gustó más como jugaba al medio que como atajaba. Así que, en definitiva, salí delantero y jugué al medio, más que nada por una iniciativa de mi papá. Él fue el que me anotó en Boca y mi carrera en el fútbol comienza por él.

¿Tiene algún recuerdo entrañable de esos años de infancia en Tapiales, además del fútbol?
Mi infancia fue muy buena, con mi papá, mi mamá, mi época en el club, mis años de barrio, mis amigos, que aún sigo conservando. La particularidad es que mi papá me llevaba a una plaza de Tapiales con la pelota y él mismo, para que me hiciera amigo de los otros chicos, armaba un picado en el cual yo atajaba y los otros jugaban. Esa fue la forma como hice amigos en el barrio.

Usted empezó en Boca a los 12 años. Hugo Santilli los llevó a usted y a Óscar Ruggeri a River. Fue el primer presidente de River que le sacó dos jugadores a Boca de forma directa. La reacción de los hinchas fue tremenda, incluso, le dedicaron un cantito…
Lo de Boca-River fue algo que no esperábamos, algo que se fue dando. Santilli nos quiso llevar y era el momento más delicado a nivel dirigencial de Boca que estaba muy pero muy mal económicamente. Nosotros nos quedábamos por menos de la mitad de lo que nos daba River, pero Boca estaba tan mal que ni siquiera nos podía pagar la mitad de lo que recibíamos en River. Para colmo, estábamos metidos en una huelga. Se había parado el fútbol para que reconocieran a los futbolistas, después de dos años sin contrato, quedar libres. Se dieron un montón de circunstancias que inclinaban la balanza para que se destrabara todo pasando nosotros a River. Por supuesto, el hincha de Boca nunca estuvo de acuerdo con todo esto y así nos lo hizo saber en las canchas.

Usted dirigió a Vélez, su equipo y el de su padre. ¿Pensó de niño que alguna vez llegaría a dirigir el equipo de su corazón? ¿Qué significó esa etapa?
Lo de Vélez fue volver a mi infancia, a mi niñez, a mi adolescencia. Por ser hincha de Vélez, por ir a ver con mi padre los partidos, dirigir a Vélez Sarsfield me hizo retroceder al pasado. Todo lo que viví de esa época tan hermosa lo tomé con mucha responsabilidad, fueron cinco años maravillosos y representó mucho porque mi papá siempre tuvo la convicción y la fe de que yo iba a dirigir Vélez. Él siendo hincha y que me hizo hincha a mí, haber ido a tantos partidos juntos…, el primer título me lo trajo a la memoria. Fue muy fuerte la historia con Vélez.

¿Cuál es el recuerdo que tiene del primer mundial que vio?
El de Inglaterra. Pero me acuerdo más a partir de México 70. Yo tenía 12 años y ya estaba en el fútbol, ya a los 11, 12 años, estaba yendo a Boca y aunque siempre viví con una pelota, le empecé a dar mayor importancia al fútbol a partir del Mundial del 70, ese famoso Brasil del 70.

En el Mundial de Argentina en el 78, el país estaba en plena dictadura, Videla asistía a los partidos y el ambiente estaba enrarecido, pero toda esa tensión se compensaba con el hecho de que Argentina ganaba. ¿Qué recuerdo tiene de ese mundial en particular?
Tenía veinte años, pero no estaba ajeno a lo que vivía el país. Yo estaba en el fútbol y más allá de que en algún momento, depende del lugar, podían pedirme documentos, nunca me tocó vivir una situación difícil en esa época. La gente, con todo el entusiasmo, estaba muy abocada al mundial, y yo también. Fue una alegría inmensa. Todo el pueblo salió a festejar. Después nos fuimos enterando de todo lo que pasó, que fue sin lugar a dudas parte de la historia negra de Argentina.

El Mundial del 86 fue particularmente importante en su vida. Usted hizo el gol que clasificó a Argentina y sacó a Perú, pero luego, sorpresivamente, no fue convocado. Ahora es usted quien clasifica a Perú a un mundial después de 36 años. ¿Cree que hay algo de místico en eso?
Lo que pasó en la clasificación del mundial a México 86 no lo relaciono en nada con esto. Mi etapa como jugador es totalmente diferente a mi etapa como entrenador. Sigo en la misma profesión, o sea, en el fútbol, que es lo que me apasiona. Tengo esa bendición, en definitiva, hacer lo que a uno le gusta.

Argentina quedó campeón ese año y a partir de ese mundial, Maradona se convirtió en el fenómeno y en la leyenda que fue. Hoy, tantos años después, ¿cómo ve todo lo relacionado con ese mundial?
Era jugador del América y todo el mundial lo vi allá porque estábamos trabajando en una especie de pretemporada. Lo viví con sensaciones mezcladas. Contento porque pertenecí a un grupo de muchachos que iba logrando el objetivo. Me hubiese gustado estar, por supuesto, luché para todo eso, pero con la satisfacción de que Argentina salió campeona del mundo y fue una alegría para todos los argentinos. Era un nuevo título de un mundial y los títulos del mundo son contados. En la historia, Argentina tiene solo dos. Sobre lo de Diego (Maradona), yo ya había tenido la oportunidad de ser compañero con él en Boca y sabía lo que era: una cosa impresionante, extraordinario, el mejor jugador del mundo. De lo que vi como profesional, como compañero, Maradona fue de lo mejor, increíble y a partir de ese mundial su imagen se acrecentó y pasó a ser uno de los mejores jugadores en la historia. Ese mundial fue espectacular para él y si hay algo que necesitaba Maradona era precisamente salir campeón del mundo.

Gareca

Ha dirigido varios equipos en Argentina y dos en Colombia: América de Cali y Santa Fe.

Foto:

Alonso Molina

Usted compartió con Maradona cuando ambos eran jugadores en Boca, ¿Tiene algún recuerdo o anécdota en particular de su relación con él?
Fue en una gira con Boca en el año 1982 en Malasia, Japón, China. Estando en China, yo concentraba con él, no nos podíamos dormir y nos fuimos a caminar, por el jetlag, el cambio de horario, en fin, íbamos con custodia, no había nadie en la calle porque era de madrugada y pasamos por una joyería y se me dio por comentarle de un reloj que me gustaba “mirá qué lindo reloj” y resulta que después, al tiempo, cuando cumplí años en febrero, él agarra y me regala el reloj que yo le había dicho que me gustaba de la vidriera. Me sorprendió realmente. Pero eso habla un poco de Diego. Es un hombre muy generoso. Es una persona que quiero mucho y tuvo ese detalle conmigo que nunca olvidé.

Usted llega a América de Cali en el 85, justo después de que Argentina clasificara al mundial, ¿cómo vivió ese proceso?
Jugué un par de partidos para River, pero ya tenía resuelto irme. No haber ido al mundial fue la tristeza mayor. Había estado en todo el proceso de la eliminatoria, inclusive hice el gol de la clasificación y fue duro para mí. Fui a jugar a América y seguí peleando. Ya después se me pasó. Salimos campeones con América ese año y eso mermó un poco la molestia que tenía, aunque me hubiese gustado, por supuesto, ganar la Copa Libertadores con América, pero no pudo ser.

Para los hinchas, la final de la Libertadores de 1987 puede llegar a ser uno de los recuerdos más tristes, ¿cómo la vivió usted?
Fue un partido muy difícil de olvidar porque teníamos todo para ser campeones. Yo ya había salido de la cancha porque no podía correr más, estaba en el banco, veíamos los últimos minutos, hasta que ocurrió el gol de Diego Aguirre sobre el final. La verdad que fue una tristeza enorme. Todos pensábamos que éramos campeones. Pero los partidos duran hasta el final y hasta el final no se sabe absolutamente nada. Yo lo veía con Cabañas, que estábamos los dos afuera, y con todos los muchachos que estábamos en el banco. Fue una amargura enorme. Teníamos todo para ganarla.

Por qué cree que el América perdió todas esas copas Libertadores, ¿cuál es el análisis que hace hoy, ya con distancia?
Perdimos porque no era para nosotros. Éramos prácticamente una selección. Cabañas, González Aquino y Bataglia de la selección de Paraguay; Julio [Falcioni], de los mejores arqueros de Argentina; Sergio Santín, de la selección de Uruguay, yo, de la Selección Argentina; Willington Ortiz; Alex Escobar, un chico de un talento bárbaro. Teníamos un equipazo. Pero no era para nosotros. Nos topamos con equipos muy buenos, con mucha historia y lamentablemente no fue para nosotros. Simplemente eso.

Qué le dejó su paso por América de Cali, ¿cree que de alguna manera marcó o influenció su vida?
Fue de lo mejor de mi etapa como jugador de fútbol porque fue una época madura mía, a nivel familiar y a nivel personal. La pasé muy bien. Me voy de América por una cuestión personal, que ambicionaba jugar en la selección Argentina. Cuando me fui a Argentina, me fui por la mitad de lo que ganaba en América de Cali, inclusive me querían aumentar con tal de retenerme. Pero fue una decisión personal, era para Italia 90 y yo quería jugarme la posibilidad de ver si podía ir a un mundial como jugador y lamentablemente no fue. Pero América fue una de mis mejores etapas como jugador de fútbol, si no la mejor. Recuerdo al club y mi estadía en Cali con mucho cariño.

¿Qué recuerdos tiene del doctor Gabriel Ochoa Uribe? Hoy, siendo usted técnico, ¿qué lecciones le quedaron de él?

Creo que Gabriel Ochoa fue un adelantado. Todavía no vi manejar a alguien el video como lo maneja él. Él y Bilardo prácticamente son los mejores técnicos que tuve respecto al manejo del video. Después, era un técnico ganador. Me dejó muchas cosas, le saqué mucho jugo y lo he trasladado hoy en día como técnico, uno de los mejores que me tocó en mi carrera deportiva. Gabriel Ochoa Uribe era un ganador nato.

¿Cuáles son sus grandes referentes en esto de ser director técnico?
De los tantos y muy buenos que tuve, Gabriel Ochoa Uribe y el Bambino Veira. Después tuve a Bilardo, Menotti, Coco Basile, Miguel Ángel Brindisi…, hubo técnicos que tuve muy poquito tiempo como el flaco Menotti que me hubiese gustado tenerlo mucho más. De la etapa de Bilardo saqué muchas cosas, es un técnico que deja mucha enseñanza. Pero sintetizando un poco todo, rescato y me gustó mucho la etapa de Ochoa y el Bambino.

Gareca

Gareca nunca fue a un Mundial como jugador, ahora como director técnico cumplirá ese sueño que se le escapó.

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Alonso Molina

Su retiro del fútbol fue en Independiente, ¿qué significó ese club en su vida?
Es el club en donde me retiré como jugador de fútbol. Tengo un gran aprecio por ese equipo, me trataron muy bien. Tuve la posibilidad de retirarme en un equipo que ese año, 94, ganó todo lo que jugó esa temporada. Yo era ya grande, un hombre de edad, pero me hicieron sentir muy bien. Guardo un gran cariño por la institución y el apoyo que me brindaron.

Gareca

Gareca jugó en el América de Cali desde 1985 hasta 1989, donde alcanzó dos títulos de la liga colombiana. 

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Alonso Molina

Dicen que usted cree mucho en las cábalas. Hay un par de anécdotas: una es sobre una camiseta que usted se ponía debajo del uniforme en América de Cali, porque le daba suerte y sus compañeros se la quemaron. La otra es que prohibió a los jugadores de Perú oír a Marc Anthony porque una vez, dirigiendo a Santa Fe, pusieron una canción de él en el camerino y perdieron. ¿Es cierto? ¿Qué tan cabalero es?
Era una remera que usaba cuando jugaba en América de Cali que tenía como cábala y me la quemaron, cosa que me disgustó bastante. Lo de Marc Anthony es una falacia, no tiene nada que ver, no involucro personas en este tema de cábalas, así que eso lo desmiento. Soy un cabalero normal, como los hay en todo el fútbol.

¿Cómo es su relación con la música? El tango, la milonga, el rock nacional, los ídolos argentinos… ¿Qué música escucha? ¿Qué le gusta?
La música siempre está en mí. Me gusta, me relaja. Cuando no estoy trabajando, soy de escuchar música. Y soy de música variada, de todo tipo, desde rock, romántica, pop, apariciones de cantantes, abarco todos los géneros musicales. Me gustaba mucho Queen, en mi época. Rod Stewart, Bon Jovi, los Guns N’ Roses, Aerosmith y después rock nacional que siempre me gustó. Charly [García], Soda Stereo, Andres Calamaro. Tengo variedad.

¿Cuáles han sido los momentos más felices de su carrera?
El día que debuté en la primera división en Boca, fue como tocar ese sueño que tenía que se convirtió en realidad; el campeonato de Vélez del 2009, por mi papá que era hincha y me vino a la memoria con ese título porque había fallecido el año anterior; y el momento de clasificar al mundial. He tenido muchos pasajes de mucha felicidad y también de mucha tristeza. Pero esos tres acontecimientos los resumiría como parte de mi historia futbolística.

¿Todavía cree en la mística del fútbol tras el escándalo de la FIFA y el reciente escándalo en el fútbol argentino?

Creo siempre en el jugador de fútbol, creo que el fútbol es un deporte maravilloso, que, como todo, es un negocio, un negocio millonario, pero me quedo más que nada con la pasión del hincha y de todo lo que representa. Nosotros somos profesionales de esto, vivimos de esto y hacemos todo lo posible para que nos vaya bien y representar de la mejor manera, en mi caso, dirigiendo, y en el caso de los jugadores, representando a la institución. Pero el fútbol es un deporte maravilloso porque despierta pasiones, se mezclan y abrazan todos los estratos sociales, despierta la euforia y moviliza a todo un país. Es increíble. Es un deporte que nunca va a morir, independientemente de quien lo conduzca, de las situaciones que se presenten y de las corrupciones que puedan llegar a haber. Creo en el fútbol siempre.

POR ALEJANDRA LÓPEZ GONZÁLEZ
FOTOGRAFÍA ALONSO MOLINA
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 74 - MAYO 2018

Gareca

La hora del 'Tigre'.

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