Cuando menos se pensaba, el entrenador argentino se metio en la historia del club,conquistó el corazón de la hinchada estudiantil y se ganó el respeto de todos con una segunda rueda impresionante. Se vino a Chile hace 10 años dejando todo atrás, como un aventurero, y hoy goza de los frutos del esfuerzo. Tiene tantos apodos como sonrisas y abrazos para regalar. El Flaco, el Pelado Termo y el Chimi. “Pero mi sobrenombre siempre fue Chimi”, aclara. “Soy Chimi para los más cercanos, para los que me conocen desde hace años”, explica el transandino, en entrevista con El Deportivo, mientras observa con alegría a los niños maipucinos jugar con sus dirigidos.
Hace 10 años dejó a su familia en Argentina, se vino a Chile a probar suerte y hoy está en la cima, ¿premio al sacrificio?
En la cima nunca se está. Creo que hay que tener siempre los pies sobre la tierra. Es una situación distinta, linda, hermosa, de poder estar donde estoy. En realidad, hace 10 años tomé la decisión, como bien dices tú, de venirme con mi autito a Chile. Tati me dijo que iba a armar una oficina técnica. Me gustó la idea y vinimos a tratar de aportar.
¿En qué estaba usted en ese momento?
Yo estaba dirigiendo ahí en Belgrano de Córdoba, en divisiones inferiores, que es lo que más me gustaba, estar en el campo. Y me vine a hacer una cosa distinta, que era ser scouting.
¿Cómo lo convenció Buljubasich de dejar todo para venirse a la UC? Cruzados estaba recién empezando…
A ver, yo al Tati lo conozco hace mucho tiempo. Jugamos juntos en Rosario Central. Vivimos juntos en la pensión desde los 14 años, así que tenía una amistad con él. Y cuando me propuso venirme, yo ya conocía a Católica, porque ya había venido en 2005, cuando él jugaba. Entonces, había venido muchas veces a verlo, a estar en su casa. Conocía el club, conocía San Carlos de Apoquindo, conocía todo lo que era esta institución. Siempre quedé enganchado con eso. Por eso no dudé y me vine en mi auto, dejando un montón de cosas.
No debe haber sido fácil…
Creo que siempre para obtener cosas y para lograr objetivos hay que dejar cosas en el camino. Y bueno, gracias a Dios y a todo lo que pasó, hoy puedo estar feliz y orgulloso de haber… no sé si obtenido o logrado lo que vine a buscar, pero en realidad estoy muy contento. La UC es un club modelo, ejemplar. No es casualidad que en estos 10 años haya ganado tantas cosas y que tenga la prolijidad que tiene. Sinceramente, estoy muy orgulloso de formar parte de esta gran familia de Cruzados.
¿Qué significó para usted que el Tati y el club le confiaran este enorme desafío de ir en búsqueda del tetracampeonato?
Para mí fue muy importante. A ver, como dije recién, yo tengo una amistad de hace muchos años con Tati, pero bueno, él es mi jefe. Trabajamos arduamente muchas horas para hacer crecer a esta institución, que es la mejor de Chile.
¿Cómo es su relación con él? ¿La amistad interfiere en el aspecto laboral?
Estoy muy contento de poder estar trabajando con un amigo de la vida. Eso no se da muchas veces, pero en realidad tenemos una relación muy seria, muy leal. En definitiva, si él me hubiese querido dar una mano, no pasa por él, porque si me hubiese querido dar una mano de amistad, a lo mejor me la daba hace 10 años. Yo tuve que venir, hacer un trabajo, demostrar, capacitarme y bueno, después la decisión la tomaron los dueños del club, la comisión de fútbol, los directores. En ese sentido, estoy muy tranquilo. Poder retribuirles con mi trabajo y haber obtenido estas cosas que obtuvimos, me deja en paz, me deja más tranquilo, porque en realidad sé que no le fallé ni al directorio ni a mi amigo.
En la UC, usted fue ayudante de Gustavo Quinteros, Ariel Holan y Gustavo Poyet. A este último no le fue bien. ¿Ud. sabía en lo que estaba fallando Poyet? ¿Se lo comentó alguna vez para que corrigiera? En ese sentido, ¿cuál es el límite de un asistente técnico?
En realidad, yo era el segundo asistente, porque el primero era Diego (Poyet) y antes, con Ariel, era “Bana” (Juan Esparis); y cuando estaba Gustavo (Quinteros), el primer asistente era (Darío) Sala. Así que, en realidad, yo era el segundo asistente. Hay que ser muy cauto en esas cosas. Yo tenía muy buena llegada con los jugadores por cómo soy yo. Soy una persona de mucho contacto, extrovertido, necesito abrazos, necesito miradas, necesito esas cosas.
Caricias del alma, como usted dice…
Sí, sí, sí. Yo soy así. No lo oculto. Y ahora que soy entrenador, también sigo siendo igual. En realidad, yo tenía una llegada con los jugadores y bueno, uno va creando cierta armonía y confianza con algunos futbolistas, porque, en realidad, las cosas que me podían decir a mí no se las dicen a ningún entrenador, pero eso pasa en todos los cuerpos técnicos. No hay ningún misterio en esto. Y bueno, como yo sabía intimidades o cosas de confianza de ellos, fui guardándome cosas para después volcarlas en este momento.
Iba todo perfecto hasta el clásico con Colo Colo, ¿se equivocó en ese partido? ¿Perdió la fe después de esa derrota?
Nunca. Yo no estaba el 2010, llegué después, pero me sé toda esa historia. En definitiva, las estadísticas están para romperse, pero no siempre se puede. Es igual que con la selección argentina: para ganar Copas del Mundo tienes que perder un montón de otras finales. Si no eres protagonista, no vas a ganar nunca finales.
¿Se acabaron los motes para la UC?
A Católica, en estos 10 años, le había tocado salir dos o tres veces segundo, y ahí me parece que el rótulo ese ahora se lo van a tener que poner a otro, porque el 2010 lo revertimos y ahora lo hicimos otra vez. O sea, nos llevaban cinco, seis puntos, ocho puntos… En realidad, había que seguir trabajando. Nosotros sabíamos que en algún momento se iban a caer. Así como a nosotros nos tocó una irregularidad en la primera parte del torneo, a ellos les iba a tocar en la segunda parte, porque lo venían haciendo muy bien. Y bueno, les tocó. Nosotros sabíamos que teníamos que ganar la mayor cantidad de partidos posibles, porque o sino no íbamos a tener chances. Se dio de la mejor manera.
¿Cómo convenció a los jugadores tan rápido? Luciano Aued dijo que con Poyet no estaban representando a Católica en la cancha…
Yo sabía que los jugadores podían hacer esto. Uno como entrenador tiene que saber qué le puede dar cada jugador. Yo sabía qué nos podía dar cada jugador y les pedí eso. Llevamos una metodología que es parecida a la de Ariel Holan, que a ellos les gusta. Es un fútbol que a Católica la representa. Es un fútbol vistoso, un fútbol ofensivo, un fútbol agresivo. Tratamos de volcar eso. Yo sabía que ellos lo podían hacer y por eso se los pedí, sino, no se los pido. Gracias a Dios salió bien.
Pese a que se proyectaba solo hasta final de año, todo indica que seguirá como técnico de la UC en 2022. ¿Se le abrió el apetito? ¿Se entusiasmó en el camino?
Sí, sí. Uno se va entusiasmando, pero te digo la verdad, en realidad recién hoy (domingo) hablamos con el Tati y Juan y ahí quedamos de que íbamos a juntarnos. Recién ahí, te lo digo de corazón, en la ceremonia de la foto, quedamos en que nos íbamos a juntar este lunes. Esa es la realidad.
¿Pudieron ratificarlo antes?
Después de la final de la Supercopa ante Ñublense, Tati se me acercó y me comentó algo. Me dice: “Mirá, te quieren confirmar”. Yo le dije que no, que no necesitaba eso. Que necesitaba estar enfocado en lo mío para transmitirles seguridad a los futbolistas, porque o sino me iba a desenfocar. Y bueno, gracias a Dios hoy estamos festejando un tetracampeonato. Salió todo bien y bueno, lo que vendrá, después vendrá, pero ahora hay que disfrutar.
Fuente: El Deportivo