Tras forjar su leyenda con los 49ers, Joe Montana continuó su carrera con los Chiefs, a los que llevó a la antesala del Super Bowl para darle el digno final a su carrera que San Francisco no pudo, o no quiso, darle.
En 1993, cuando llegó a los Kansas City Chiefs, jugar en el Super Bowl era un hábito para Joe Montana, incluso, ganar el Trofeo Vince Lombardi también era rutina para el quarterback luego de ganar cuatro con los San Francisco 49ers.
Hace 30 años, los Chiefs adquirieron al considerado uno de los mejores quarterbacks en la historia de la NFL en una negociación con los 49ers con la intención de, al menos, saborear un poco de la grandeza que Montana alcanzó con San Francisco.
En un mundo perfecto, Montana terminó su carrera con los 49ers, pero en el mundo real e imperfecto al que pertenece, la NFL lo vio obligado a dejar San Francisco y terminar su carrera en Kansas City.
A 30 años del retiro del considerado por muchos como uno de los mejores quarterback en la historia de la NFL, el romanticismo que nos hace desear que un deportista inicie y termine su carrera en el mismo lugar empaña la etapa final de Joe Montana por no culminarla con el equipo al que llevó a ganar cuatro anillos de Super Bowl.
Montana tuvo que dejar San Francisco y los Chiefs decidieron aprovechar el deseo del quarterback por demostrar a la NFL, y a los 49ers, que aún tenía varios trucos bajo la manga.
A tres décadas de distancia, parece haber quedado en el olvido que los Chiefs le ofrecieron a Montana el final digno de su carrera que los 49ers no pudieron o no quisieron darle cuando eligieron a Steve Young como su quarterback franquicia en 1993.
Desterrado de San Francisco, al llegar a Kansas City, Montana se encontró con un equipo que tenía como base una sólida defensiva encabezada por el linebacker/ala defensivo Derrick Thomas y el tackle defensivo Neil Smith y a la que sólo le hacía falta una ofensiva decente para trascender.
Los Chiefs hicieron lo posible por darle a Montana todo lo que necesitara. Contrataron como coordinador ofensivo a Paul Hackett, quien fue su coach de quarterbacks en San Francisco, para ajustar su plan de juego y también firmaron al corredor Marcus Allen, quien salió de los entonces Los Angeles Raiders también por la puerta de atrás.
Montana tenía las piezas con las que llevaría lejos a unos Chiefs a los que motivó sólo con su presencia.
En su primer año, los Chiefs ganaron su primer título divisional en 22 años, pese a que Montana perdió cinco juegos por lesión. En Playoffs, el quarterback comandó dos regresos, ante los Pittsburgh Steelers y Houston Oilers (¿les suena familiar?), para llevar a Kansas City hasta el Juego de Campeonato de la AFC y el cual tuvo que abandonar tras sufrir una conmoción.
En 1994, los Chiefs volvieron a Playoffs, pero cayeron en la primera ronda y la carrera de Montana llegó a su fin.
Si bien es cierto que al mencionar su nombre la primera imagen que viene a la mente es la de Joe Montana en el uniforme de los 49ers, el rojo de los Chiefs no desentonó con su figura.
Montana cerró su carrera de 15 años en la NFL con dos buenas temporadas en Kansas City y así cambió la percepción negativa creada por quarterbacks leyenda como Johnny Unitas y Joe Namath, quienes extendieron sus carreras sólo para darles un final indigno.
Unitas se perdió en los entonces San Diego Chargers y Namath terminó en la banca con Los Angeles Rams.
Montana no llegó a Kansas City a alargar innecesariamente su carrera, llegó a competir y su desempeño hizo notar al resto de la NFL que un quarterback veterano con estatus de leyenda puede ser útil si se le arropa adecuadamente. Brett Favre, Peyton Manning y Tom Brady son los ejemplos más recientes.
A 30 años de la salida de Montana de San Francisco y de su llegada a Kansas City, de la mano de Patrick Mahomes, los Chiefs disfrutan de la gloria que los 49ers gozaron entre los años 80s y 90s al jugar en el Super Bowl por cuarta ocasión en los últimos cinco años y luego de verlos en la edición LIV, volverán a medirse en la LVIII a unos 49ers que intentan revivir la suya.