¿Ha intentado alguna vez aplastar a una cucaracha…? Si la cucaracha corre, es sencillo adelantarse a ella para lanzar el movimiento mortífero. No existe mayor problema para completar el objetivo, y realmente no es una hazaña interesante ni algo que merezca la pena ser contado.
La vida real suele ser aburrida.
Pero veamos un ejemplo similar en la ficción. En dos series televisivas, Tierra de Gigantes y El Chapulín Colorado –clásicos ambos en sus respectivos géneros—sucede algo similar al ejemplo de la cucaracha, pero con humanos. En una, los protagonistas están en un planeta extraño donde los habitantes son una raza gigante, donde lo malo no es su estatura, sino que su modo de vida es demasiado comunista para su sensibilidad tiosamesca.
En la otra, el héroe reduce su tamaño con sus “famosas pastillas de Chiquitolina” a fin de completar alguna hazaña en la cual considere la miniaturización como ventaja táctica. En los dos casos, se verán en un peligro similar al de las cucarachas, pues el villano en turno intentará destruirlos con un pisotón. No obstante, no será capaz de dar en el blanco, a pesar de que la velocidad del pequeño humano es muy inferior a la de una cucaracha.
Un televidente observador de inmediato cuestionará la imposibilidad del héroe para poder escapar del ataque de un gigante que lo supera no sólo en tamaño, sino en velocidad. Sin embargo, surge una paradoja:
¿Por qué no cuestionar primero la imposibilidad de encontrarse en un planeta de gigantes comunistas o que una persona pueda reducir su tamaño (con todo y ropa, ni más ni menos) con sólo tragar una pastilla?
La ficción nos juega trampas.
Para creer lo que sucede en un libro, en una película, usamos algo que se conoce como suspensión de la incredulidad. Es decir, de manera voluntaria cerramos ciertos receptores y nos olvidamos de la lógica. O al menos usamos esa lógica de manera distinta. Sin esa suspensión de la incredulidad no seríamos capaces de disfrutar la ficción.
En los deportes de contacto sucede algo similar. Por más que se acuse sobre encuentros arreglados en la lucha y en el box, se pierde el punto focal del deporte como medio de diversión, no como fuente inagotable de estrés. Esto ha llevado a que existan varios niveles de realidad en lo que se refiere a las disciplinas de pelea, que van desde la lucha antigua, pasando por el box, la lucha moderna y las artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés).
Este último deporte, uno de reciente nacimiento, se ha visto siempre envuelto en controversia. Al igual que sus disciplinas hermanas, en sus inicios, las acusaciones principales se centraron en señalar que era una actividad bárbara, contraria a la civilización. Pero además de esas críticas (que finalmente ayudaron a que los tres deportes se convirtieran en espectáculos sumamente populares), las MMA recibieron ataques de otras disciplinas de combate, en especial después de los primeros eventos de Ultimate Fighting Championship (UFC) en 1993 y 1994. Estos, al ser torneos que enfrentaban a expertos en distintas disciplinas, rompieron varios mitos sobre la superioridad de un arte marcial sobre otra, mostrando al jiu-jitsu brasileño (representado por Royce Gracie) como el estilo más efectivo. En esos años, dieron la cara por la lucha Dan Severn y Ken Shamrock, logrando buenos resultados, y reafirmando que los estilos basados en llaveo eran los más ventajosos.
Pero esos torneos UFC también rompieron mitos sobre las peleas reales. En esos días, el público pensaba que una pelea real luciría como las que podían verse en las películas de Jean-Claude Van Damme, quien en éxitos como Contacto Sangriento (Bloodsport), de 1988, mostraba los supuestos torneos clandestinos del kumite, basados en la historia de Frank Dux.
Aunque en su momento se pensaba que en realidad existían esos torneos en los que Dux afirmaba haber competido, se ha podido comprobar que sus relatos fueron fabricados, de una manera similar a los del vaquero Frank Hopkins (1865–1951), quien aseveraba que a finales del siglo XIX participó en una peligrosa carrera de caballos cruzando el desierto de Arabia. A pesar de estar desacreditadas las historias de Hopkins, apenas en 2004 fue filmada la cinta Oceano de Fuego (llamada Hidalgo en inglés, pues así se llamaba el caballo de Hopkins), estelarizada por Viggo Mortensen.
Y la percepción era todavía más diferente en los setentas, durante el boom de Bruce Lee, pues las películas de kung-fu rodadas en Hong Kong eran importadas a occidente con singular alegría. Los peleadores que aparecían en esas películas, aunque sí conocían de artes marciales, su mayor habilidad venía de haber estudiado en la escuela de la Ópera de Pekín, es decir, eran acróbatas consumados, capaces de realizar complejas coreografías con golpes y patadas que no son eficientes en situación de combate real.
Pero eso el público occidental no lo sabía, y por ello se multiplicaron las academias de karate, kung fu y muchas artes marciales más, muchas de ellas inventadas. Sobresale una de ellas, la Black Dragon Fighting Society.
“THE DEADLIEST MAN ALIVE”
En los cómics y en las revistas de lucha libre estadounidenses setenteras, solía publicarse mucho un anuncio de la Black Dragon Fighting Society, con una enorme foto de Count Dante, el líder de la organización, quien era proclamado como “El hombre más peligroso del mundo”. Con el anuncio, se buscaba vender el manual para aprender “los secretos de pelea más mortales”, cuya publicación hasta entonces había sido posible, pues en intentos anteriores –decían—los editores se negaron a publicarlo.
Un texto recurrente a continuación:
“La BLACK DRAGON FIGHTING SOCIETY es la ORGANIZACIÓN DE PELEAS MÁS MORTÍFERA DEL MUNDO. Ha incluido en su cerrada membresía a los principales expertos de la TEMIDA SOCIEDAD CHINA TONG, la contraparte oriental de la Mafia. Sus miembros, quienes son los principales maestros en las artes pugilísticas y de llaveo, aprenden los aspectos más SECRETOS y PROHIBIDOS de las MORTALES artes del GUNG FU, TAI CHI CHUAN, CHUAN-FA, KEMPO, HSING YI, PA-KUA, BOXEO SHAOLIN y DIM MAK. Hasta hace poco, los prohibidos secretos de entrenamiento de la sociedad habían estado celosamente guardados por sus miembros, quienes habían jurado secrecía cuando pasaron por su CEREMONIA DE INICIACIÓN DE SANGRE. Romper el juramento de secrecía, significaba MUERTE POR TORTURA para el ofensor. Ahora, por primera vez, sus SECRETOS PROHIBIDOS DEL TERROR serán compartidos contigo”.
Comprando ese librito, uno podía acceder a los conocimientos de…
“La más MORTAL y más ATERRORIZANTE arte de pelea conocida por el hombre. Son técnicas para LESIONAR, PARALIZAR, DESFIGURAR, MUTILAR y AMPUTAR, conocidas por sólo unos pocos en el mundo. Un experto en DIM MAK puede matar fácilmente a muchos expertos de judo, karate, aikido y gung fu, a la vez, con sólo la presión de un dedo, usando su asesina ARMA DE LA MANO VENENOSA. Quien te instruirá paso a paso a través de cada movimiento, no será otro que COUNT DANTE, el HOMBRE MÁS MORTÍFERO QUE HA EXISTIDO”.
(Anuncio aparecido en la revista Ben Strong Wrestling, julio de 1974).
Indudablemente, un texto así en la actualidad causaría muchas reacciones, como risa o ternura. Todo, menos miedo. Los tiempos han cambiado, pero en su momento, las afirmaciones de Count Dante y su sistema Dim Mak (el toque de la muerte) causaron un gran impacto entre la juventud. En los setentas, los dojos donde se podían entrenar artes marciales aparecían en cada rincón, e incluso había retos y peleas entre los miembros de cada escuela (lo que inspiró el argumento de la versión original de Karate Kid). Count Dante y sus estudiantes participaron en un ataque a un dojo rival en Chicago, en el que una persona perdió la vida. El polémico Count Dante falleció en 1975, a causa de una úlcera reventada, pero su legado continuó en la cultura popular, no sólo con Karate Kid, sino también con el personaje “Mr. Satán”, de Dragon Ball Z, y con Bart Simpson, quien cuando desertó de su clase de karate por aburrida, y decidió mejor pasar el tiempo en el local de videojuegos, afirmó haber aprendido “El toque de la muerte”.
MIENTRAS TANTO, EN JAPÓN
En un ambiente más realista, Antonio Inoki promovía en Japón lo que él llamaba “artes marciales mixtas”. Aún era un concepto muy distante al que se entiende en la actualidad, pero fue un precedente notable. La motivación de Inoki era dual. Por un lado, era alumno de Karl Gotch. Por otro, competía con Giant Baba por ser el más grande gladiador del país.
El belga Karl Gotch había enseñado a los luchadores japoneses un estilo de lucha más fuerte, con llaves y golpes distintos a los que se empleaban en México y Estados Unidos. La técnica de combate de Gotch, mezclada con el característico espíritu guerrero de los nipones, dio como resultado un estilo de lucha que hasta la fecha se mantiene como el más fuerte, realista y equilibrado en el mundo. No en balde Gotch fue llamado “Puroresu no Kami Sama”, o “Dios de la lucha libre”.
Giant Baba e Inoki habían sido las principales figuras de la Japan Pro Wrestling antes que cada uno formara su propia empresa, así que Inoki estaba en una competencia aguerrida con el enorme Baba. Para demostrar ser el mejor luchador, debía demostrar también ser el mejor guerrero, así que promovió combates con los mejores exponentes de otras disciplinas, como el judoka ruso Willem Ruska (medallista de oro en Montreal ’72); los boxeadores Muhammad Alí, Karl Mildenberger, Chuck Wepner y Leon Spinks, o los karatekas Everett Eddie y Willie Williams. Estos encuentros inspiraron a una nueva generación de gladiadores, como Akira Maeda, Yoshiaki Fujiwara, Nobuhiko Takada y Satoru Sayama, quienes vislumbraron un nuevo tipo de lucha, sin juegos de cuerdas ni vuelos suicidas: Sólo llaves, súplex y patadas. Así, en 1984 se separaron de New Japan Pro Wrestling para formar la Universal Wrestling Federation, que de inmediato se convirtió en la empresa más taquillera. Problemas internos entre sus fundadores llevaron a la disolución de la compañía en 1986, regresando muchos de sus luchadores a New Japan.
Hubo un segundo intento por renacer la UWF en 1988. Los mismos gladiadores (menos Sayama, que se había alejado de la lucha), volvieron a fundar la empresa, pero a pesar del gran éxito siguieron las diferencias. El problema es que todos eran jefes, no había una cabeza que tomara las decisiones y uniera al grupo. Sin esa cohesión, la segunda UWF cerró sus puertas a finales de 1990, pero esta vez sus estrellas no regresaron a New Japan, sino que cada uno formó su propia promoción con sus particulares ideas de lo que debería ser la lucha libre: Yoshiaki Fujiwara creó Fujiwara Gumi; Akira Maeda creó RINGS; mientras que Nobuhiko Takada creó Union of Wrestling Forces International (UWFi). Posteriormente, en 1993, Masakatsu Funaki y Minoru Suzuki dejaron Fujiwara Gumi para iniciar otra empresa de estilo shoot: Pancrase, cuyas reglas eran las que mejor se ajustaban a lo que era la lucha libre profesional en sus inicios.
¿RETORNO O EVOLUCIÓN?
¿Por qué querer regresar a unas raíces que en realidad no existían? Es fácil darse cuenta que la naturaleza de este deporte espectáculo siempre ha sido la misma, y que el que muchos consideran como “punto de no retorno” de 1919 –cuando Joseph “Toots” Mondt se unió a Ed “Strangler” Lewis y Billy Sandow para formar el imperio promotoril que muchos llamaban el “Gold Dust Trio”—significó en realidad sólo un cambio de forma y no de fondo, aunque vaya que fue un gran cambio, pues la lucha hasta entonces era una combinación de grecorromana y catch-as-catch-can, y los encuentros podían durar horas, pues las reglas eran tan estrictas que la competencia era sólo en el nivel de conocimientos técnicos.
Los cambios que impulsó Toots Mondt incluyeron permitir golpes y patadas. Combinaba así el boxeo, la lucha y la pelea callejera. Las llaves, a partir de entonces, resultaron ser un complemento incidental. La verdadera lucha clásica quedaba en el olvido, y la influencia del estilo de Mondt (que llamó Slam Bang Style Wrestling) se fue extendiendo por el mundo.
En México todavía durante los años veinte tuvimos lucha clásica con la temporada luchística de Constant Le Marin en el Frontón Nacional, pero a finales de la década comenzaron a organizarse funciones de Slam Bang Wrestling en localidades fronterizas, como Ciudad Juárez. Ese Slam Bang Wrestling lo trajeron al centro del país promotores como Salvador Lutteroth y Francisco Flores en 1933 (con diferencia de apenas unos meses). Ese Slam Bang Wrestling lo llevó a Japón Rikidozan en 1951.
Ese estilo, los jóvenes luchadores japoneses de los ochentas lo consideraban caduco, y por ello organizaron sus empresas, para mostrar lo que era la verdadera lucha, el mejor estilo de combate que ha conocido la humanidad.
Pero vendría algo que caería como balde de agua fría.
GRACIE
El judoka japonés Mitsuyo Maeda llegó a México en 1909, y el 14 de julio de ese año debutó en el Teatro Virginia Fábregas. Maeda había aprendido lucha profesional en los Estados Unidos, y en 1908 se había presentado en España, donde fue bautizado como “Conde Koma”.
En México tuvo varios encuentros con Nobu-Taka, sobrenombre de su amigo Soichiro Satake. No fueron eventos aislados, sino largas temporadas luchísticas. El 26 de enero de 1910, el Conde Koma participó en un torneo organizado en el Teatro Colón, y después emigró a Brasil, donde fue maestro de Carlos Gracie, y con ello inició de manera indirecta el jiu jitsu brasileño.
El nuevo arte marcial convirtió al vale tudo (todo se vale, en portugués) de ser la versión brasileña de la lucha de carnaval, en un estilo de combate tremendamente violento, volviéndose muy popular a nivel local, gracias a la televisión, a partir de la década de los cincuenta. Hasta la fecha, el vale tudo se encuentran enraizado en la cultura brasileña, país donde la lucha libre siempre ha estado relegada a un segundo plano, a diferencia del resto de los países latinoamericanos.
Fueron los Gracie quienes pugnaron por introducir el vale tudo en el mercado estadounidense, y lo lograron en 1993, cuando hubo empresarios interesados en organizar un torneo estilo brasileño, el Ultimate Fighting Championship.
Y aquí volvemos al inicio: En menos de un año, UFC se había convertido en una organización iconoclasta, pues mostraba que las peleas reales no eran como las de las películas. Mostraba también que los estilos shoot de Japón ni eran tan reales ni eran el futuro de los deportes de combate.
Los japoneses no estaban de acuerdo.
La UWFi de Takada había empleado una manera de promocionar con base a desafíos a otras empresas. Si la UWFi retaba a cualquier monarca mundial, era de esperarse que no hubiera una respuesta, pero a los ojos de los fans de UWFi era una muestra de miedo, pensando que un Hulk Hogan, un Ric Flair o un Masa Chono serían derrotados fácilmente por el invencible Nobuhiko Takada.
Pero en diciembre de 1994, UWFi decidió llevar las cosas un paso más allá.
En el mes de octubre, UWFi retó a los Gracie, ya fuera Royce o Rickson, para que presentaran en la función del 30 de noviembre para enfrentarse a Takada. Como no respondieron a la invitación, Yoji Anjo, uno de los más talentosos luchadores jóvenes de la empresa, anunció en rueda de prensa que desafiaba a Rickson, afirmando que le bastarían unos cuantos segundos para derrotarlo.
Hasta ahí todo parecía normal, pues, como ya dijimos, ése era el estilo de promoción en UWFi, pero Anjo estaba tan seguro de vencer que pidió a Takada que lo enviara a los Estados Unidos para buscar a Gracie. Así, en la primera semana de diciembre, Anjo y algunos miembros de la prensa japonesa volaron a tierras americanas. El día 7 se presentaron sin anunciarse en la Academia Gracie, de Santa Mónica, California, donde ante los desconcertados alumnos de Gracie, Anjo hizo el reto.
Quizá Anjo esperaba que Gracie le dijera que no podía combatirlo sin siquiera conocerlo. Quizá esperaba en verdad poder ganarle. No lo sabemos.
El caso es que Gracie aceptó, y allí mismo, ante los fotógrafos japoneses y ante su veintena de estudiantes, iniciaron un duelo. Gracie derribó a Anjo y comenzó a golpearlo en el rostro al estilo UFC, pero como Anjo se rehusaba a rendirse, después de unos minutos, el brasileño lo capturó por la espalda y le colocó un candado adormecedor, con el cual no tuvo más remedio que pedir paz.
Con el rostro sangrante, Anjo le dio la mano a Gracie y salió avergonzado del lugar. La popularidad de UWFi disminuyó, pues el público dejó de ver a sus atletas como los mejores gladiadores del mundo. En sus últimos días, UWFi tuvo que trabajar en conjunto con New Japan, organizando un par de funciones en el Tokyo Dome para exprimirle el último jugo que le quedaba. UWFi cerró sus puertas en 1996.
En 1997, el promotor Xavier Cullars tuvo una idea: Enfrentar por fin a Nobuhiko Takada y Royce Gracie en un encuentro de artes marciales mixtas. Más de 47 mil fans acudieron al Tokyo Dome para presenciar ese combate, que era la batalla por el orgullo. Por eso se llamó Pride.
Ese 11 de octubre de 1997, Gracie venció a Takada en menos de cinco minutos. Terminaba así la era del shoot wrestling, y comenzaba la era de las MMA en Japón, con PRIDE Fighting Championship a la cabeza.