Por FGA
En 1957 no existía la WWE. Ni los otros organismos que hoy dominan la lucha libre en Estados Unidos. El espectáculo era diferente. No tenía el teatralismo de hoy. La televisión no había penetrado en las arenas. Y los duelos verbales se reservaban para los periódicos y las revistas. Las filas de gladiadores no se nutrían con ex jugadores de futbol americano ni con fisicoculturistas o actores de circo famosos por su fortaleza, enorme estatura y exuberante personalidad, como hoy en día. En fin, era otra lucha libre, en la que destacaba, para satisfacción nuestra, un mexicano: Rito Romero, el tapatío que creó, precisamente, “la tapatía”.
El cronista decía, aquel 1957:
“Los persiguen con fruición: por las arenas, sus casas o los hoteles donde se hospedan cuando andan de viaje. Ser ídolo de la lucha libre es algo agradable, dice el mexicano Romero. Pero los inconvenientes de la intensa popularidad los manifestaban Gene Stanlee, Paul Baillargeon y Dr. Jerry Graham.
“Verne Gagne todo lo acepta con cierta filosofía. Un club de fanáticos adora al ex marino Verne. No sólo el luchador de corte tecnicista es el predilecto; también los rudos gustan y díganlo si no, cuando se habla de Don Eagle o Buddy Rogers ‘El Muchacho Natural’.
“Un ‘survey’ realizado por el magazine Boxing & Wrestling trajo este resultado: Siete de los luchadores-tormenta en la Unión Americana dominan a las masas, sienten dictadura en el cariño, ídolos de mucho jalón en las taquillas y luchadores de pies a cabeza…”
Bajo el nombre de Verne Gagne se formó un club con más de medio millón de personas. El ex marino era un luchador que ilusionaba a las muchedumbres, esperaban mucho de él… ¡y ciertamente los complacía…!
Gene Stanlee, Mr. América, era un adonis rubio. Las damas estaban chifladas por él. Paul Baillargeon poseía una impresionante musculatura. Uno de los luchadores de más arraigo en la multitud era el piel roja Don Eagle. Frecuentemente injuriado, él restringió sus apariciones en el ring; pero los aficionados jamás lo olvidaron.
El mexicano Rito Romero era una de las estrellas de gran demanda. Era el ‘latin lover’ que volvía locas a las rubias gringas.
Buddy Rogers, ‘El Muchacho Natural’, era el más versátil de todos; lo mismo odiado que estimado. Legiones lo seguían por todas las ciudades donde combatía.
Era otra lucha libre. No había tantos gigantes como hoy. Ni la imaginación de los promotores había creado tantos personajes extraños, exóticos, enloquecedores, como hay hoy en la variadísima zoología de la lucha libre norteamericana, convertida en uno de los espectáculos más populares en Estados Unidos a través de la televisión. Pero que conste, las arenas siguen llenas hoy como ayer. Evidencia de que la lucha libre fue y sigue siendo uno de los deportes predilectos de nuestros primos.
(Publicado originalmente en SÚPER LUCHAS #356, 20 de enero de 1998).