Es comprensible encontrarse seducido por el producto que las grandes empresas de entretenimiento deportivo ofrecen al público, la combinación de atletismo con la interpretación teatral enmarcadas en una buena historia adornadas por la parafernalia construida con luces y sonidos sorprendentes dan como resultado un espectáculo en todo el sentido de la palabra.
Sin embargo, no sólo ahí hay lucha libre profesional. Cuando se prescinde de la envoltura y queda lo sustancial, una pequeña arena, un gimnasio, una bodega o hasta la calle misma pueden ser el escenario para encuentros de ensueño. Uno de estos se sucedió hace tan sólo unos meses y es sorprendente lo poco que se habló de ello.
Se trata de una lucha celebrada el viernes 28 de abril en el evento Chairo Diez, ofrecida por la alianza de las promotoras Lucha Memes y MDA, en la Arena Naucalpan. Por vez primera se presentó en México el luchador británico Zack Sabre Jr. para enfrentarse al maestro Negro Navarro.
Sabre Jr. es reconocido en el ámbito luchístico internacional debido, sobre todo, a su participación en el Cruiserweight Classic de WWE, pero mucho antes ya se sabía de su calidad por su trabajo con empresas como NOAH, PWG y NJPW.
Por su parte, el luchador mexicano Miguel Calderón, el Negro Navarro, no necesita presentación, al menos para los aficionados a la lucha libre mexicana. También conocido como “el misionero de la muerte” por su trabajo junto a El Signo y El Texano, poco a poco fue dejando a un lado el estilo recio que le caracterizó en sus años mozos, para convertirse actualmente en el mayor representante de la técnica del gladiador mexicano.
El encuentro que duró poco más de 15 minutos no presentó agarres con lanzamientos fuertes, o maniobras acrobáticas sorprendentes, no hay historia que explique la motivación del encuentro, solo la oportunidad para que dos luchadores midan sus conocimientos y destrezas, uno de apenas 30 años de edad y otro que se la duplica.
No hubo “armas”: mesas, sillas, escaleras, botellas, focos, etc.; no hubo estipulaciones estrafalarias ni resultó en una lluvia de sangre, simplemente fue una lucha. Y no obstante, hubo expectativa, emoción, drama y sorpresa.
La lucha de ensueño se pactó a una caída sin límite de tiempo, a ganar por toque de espaldas o rendición. Lo esperado era que el resultado se diese por esta última, y cómo podría ser de otra manera con dos contendientes reconocidos por sus presas, candados y llaves de rendición.
Un joven Zack Sabre Jr. con gran condición física y sumamente elástico contra la parsimonia, experiencia y fuerza del Negro Navarro. Intentar describir lo sucedido y hablar del resultado no tiene sentido cuando puedes observarlo y juzgarlo por ti mismo, así que dejamos los comentarios -oportunos en su momento- en voz de Bernardo Guzmán y José Manuel Guillén. Que lo disfrutes.