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La oportunidad y el riesgo
Siete años después de su asunción como presidente de la FPF y frente a la reciente reelección por cinco años más en el cargo, resulta necesario un balance de sus dos primeros periodos. ¿Qué méritos tiene Agustín Lozano para reelegirse hasta el 2030? ¿Qué hizo bien desde la Videna y de qué se le responsabiliza o qué promesas incumplió?
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Lozano siempre soñó con ser presidente de la FPF. Lo intentó en el 2014 cuando ya llevaba más de una década como presidente de la Liga Departamental de Lambayeque y también construía una carrera política como alcalde.
En el 2018 tuvo el beneficio de la duda: recibió a una selección mundialista y con ello, la oportunidad de liderar el crecimiento sostenido del fútbol peruano. Luego de 36 años, la Bicolor volvía a una justa mundialista y había todo tipo de respaldo; desde el político, el económico y hasta el más importante, el del hincha.

El repechaje y el adiós a Reynoso
Un Perú subcampeón continental bajo la batuta de Ricardo Gareca en la Copa América 2019 parecía ser un paso seguro a ese desarrollo prometido. Las Eliminatorias a Qatar 2022, similares a la anterior, con épicas y tropiezos, llevaron a Perú a un repechaje olvidable ante Australia que luego detonaría en un escándalo por el avión de la FPF que llevó a Qatar desde barberos personales, cebicheros y una lista de dirigentes que resultaron propicios para la polémica.
Doha, junio de 2022: penales contra Australia, el remate de Alex Valera detenido por Redmayne y Lozano en la tribuna con la sonrisa disuelta. Años después, la imagen se repite en la memoria colectiva: Gareca llorando, jugadores cabizbajos y el presidente de la FPF enmudecido, sabiendo que había perdido no solo un Mundial, sino también a su comodín, al técnico que había sido su salvavidas político. Cuando Gareca se marchó, también se perdió el respaldo deportivo de su gestión.
Acusado de no negociar con acierto su renovación, Agustín Lozano lideró la apuesta por Juan Reynoso y luego la elección de Jorge Fossati, dos casos contundentes de fracaso que colocan a la selección peruana en la cola de las Eliminatorias y lejos del repechaje. En su gestión, la selección peruana está a punto de quedarse fuera de un mundial por segunda vez.

La crisis local y menores
Mientras tanto, en casa, el campeonato local parecía escrito por un guionista de tragicomedia. Era 2023 y la Liga1 se había convertido en un pleito judicial con capítulos en cortes y tribunales. Los derechos de televisión, ese botín codiciado, enfrentaban a 1190 Sports con el viejo Consorcio. Partidos suspendidos, equipos que no salían a la cancha, walkovers insólitos. Lozano hablaba de “modernización”, pero el hincha debía ver los goles por links piratas en Facebook Live. Una liga profesional disfrazada.
Ese mismo año llegó la humillación internacional: Perú perdió la sede del Mundial Sub-17. La FIFA nos quitó la organización por falta de infraestructura y plazos incumplidos. Lozano, que había prometido estadios nuevos y un escaparate mundial para la “nueva generación”, quedó con las manos vacías. El sueño se convirtió en ridículo.
Y entonces, como si al guion le faltara drama, apareció el capítulo judicial. Noviembre de 2024: Lozano detenido preliminarmente en el marco del caso “Los Galácticos”. La escena parecía salida de una novela negra: el presidente de la federación esposado, acusado de organización criminal y contratos irregulares. Aunque un tramo de la investigación fue archivado, la postal de Lozano en manos de la justicia quedó inmortalizada.

¿Tiene méritos? En su mandato Lima adquirió en dos ocasiones la final de la Copa Libertadores. Inició por fin la construcción de la nueva sede de la selección peruana en la Videna, además de lo que será la Casa Hogar de la FPF para menores, sede que posiblemente se inaugurará en el 2026.
También está el Proyecto Bicolor, un ambicioso plan para descentralizar la búsqueda de nuevos talentos a nivel nacional y en el extranjero. Un plan que lideró José Guillermo del Solar desde el 2023 y que, tras la renuncia de Chemo a inicios de este año, nunca se mostraron resultados. Acéfalo por varios meses, recién encontró un nuevo líder en Manuel Barreto, quien ha tomado la posta sin presentar un plan ni explicar cómo mejorará lo poco que se hizo en un año que, por la falta de líderes tras la salida de Chemo y también de Juan Carlos Oblitas, se avanzó lento.
Finalmente, en julio pasado se aseguró la permanencia de muchos directivos de las ligas departamentales por cuatro años más. La mayoría con 15-20 años en el cargo y reelegidos con lista única como Lozano para consolidar un arraigo a la presidencia local sin que esto refleje avances notables en sus departamentales. El poco crecimiento en menores tiene dos evidencias notables este 2025: últimos en el Sudamericano Sub 20 y últimos en el Sudamericano Sub 17 luego de siete años de ser mundialistas. ¿Cómo se explica eso?
Los años han convertido a Lozano en un especialista en sobrevivir. Reelecciones con listas únicas, respaldos que bordean el 95 %, asambleas sin oposición visible. “Estabilidad institucional”, lo llama. Los críticos prefieren otro término: feudalismo. Pero ahí está, reelegido hasta 2030, con el mismo discurso de siempre: modernizar, profesionalizar, globalizar. Palabras que se deshacen en la cancha embarrada de provincias, en el VAR que resultó peor que el arbitraje humano o en los pasillos judiciales de Lima.
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