El panorama de WWE tomó un giro dramático durante el último episodio de Friday Night SmackDown, justo al iniciar una nueva temporada televisiva en USA Network. En un evento que prometía grandes emociones, Cody Rhodes y Roman Reigns, antiguos rivales, anunciaron una alianza inesperada.
Tras enfrentarse a Solo Sikoa y retener el Campeonato Indiscutido de WWE, Rhodes parecía haber puesto fin a su enfrentamiento con la facción samoana de The Bloodline. Sin embargo, una nueva agresión por parte de esta facción cambió el curso de los acontecimientos.
La noche se intensificó cuando Roman Reigns, conocido como "The Tribal Chief", hizo una aparición sorpresa para ayudar a Rhodes a repeler un ataque de The Bloodline. Este acto de apoyo inesperado de Reigns a Rhodes conmocionó a los aficionados y marcó el inicio de una nueva fase en su relación, consolidando una alianza contra sus comunes adversarios.
DE RIVALES A COMPAÑEROS DE EQUIPO
La alianza entre Reigns y Rhodes se solidificó aún más tras bastidores, donde se confirmó que ambos lucharían juntos en WWE Bad Blood contra Solo Sikoa y Jacob Fatu. Este enfrentamiento no solo simboliza una unión entre dos de las más grandes estrellas de la WWE, sino que también señala un importante cambio en la dinámica de poder dentro de The Bloodline. La rivalidad que antes parecía enfocada en luchas individuales, ahora se convierte en una batalla por el liderazgo y el control del grupo.
La situación escaló rápidamente cuando Tama Tonga y Tonga Loa, otros miembros de The Bloodline, intentaron emboscar a Reigns y Rhodes. Este intento fallido no hizo más que fortalecer el compromiso de ambos luchadores de enfrentar juntos a sus rivales en el ring. Finalmente, en un momento lleno de tensión y expectativa, tanto Reigns como Rhodes firmaron el contrato para su lucha en WWE Bad Blood, oficializando el combate que muchos esperaban ver.