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Dicen que cuarenta minutos duró la respuesta de Fossati a la primera pregunta, pero creo que fue un poco menos. En ese lapso, el técnico intentó convencer a quienes no creen en él con su análisis de los partidos de la Bicolor en la Copa América. No ganamos, tampoco marcamos goles y fuimos eliminados en primera ronda; pero el DT no analizó desde el resultado, sino con el resultado y aquí ya daba un aviso: cualquier crítica con base en ello podría ser desacreditada. Para el uruguayo, contra Chile fue un partido parejo y pudimos ganarlo; Canadá no atacó hasta después de la expulsión de Miguel Araujo y Argentina no jugó con suplentes como la prensa lo hizo creer. El 99% de ese equipo salió campeón del mundo.
Tapia, Cueva, Guerrero y más
Luego de analizar los partidos, detallar qué se vivió en la copa y agradecer a los peruanos que fueron a apoyar a la selección peruana, el semblante de Fossati cambió cuando le preguntaron sobre Renato Tapia. Esa expresión casi desafiante pasó a una de preocupación y no por el incidente que privó al ‘capitán del futuro’ de viajar con el equipo, sino por el tiempo que lleva sin encontrar un nuevo club. No obstante, lo que llamó la atención fue esa pausa prolongada antes de responder a cómo quedó su relación con el jugador. “Bien”, se limitó a decir el uruguayo, mientras movía la cabeza de lado a lado y cruzaba los brazos buscando qué decir. Quizá ya no tiene esa cercanía con él, ni lo llamó una vez finalizado el torneo, pero no le cierra las puertas siempre y cuando pueda mantenerse con ritmo de competencia.
La tensión ya podía sentirse en ese auditorio y Fossati, como el viejo zorro que es, la alivió con una broma a un miembro de comunicaciones de la FPF. Dicen los especialistas que la risa es una terapia válida para cambiar los ánimos; pero no fue más que la introducción a la pregunta que debía hacerse: ¿fue un acierto llevar a Christian Cueva a la Copa América? Fossati, seguramente, ya tenía la respuesta y se tomó su tiempo para darla. Mientras escuchaba, hacía anotaciones en su pizarra y se tocaba la barbilla con la mano izquierda. Tal vez esos gestos tienen una explicación kinésica; sin embargo, respondió con confianza y seguridad en sus palabras. No titubeó al afirmar que mientras la vida privada no afecte la vida profesional del futbolista, seguirá tomándolo en cuenta.
Con el caso de Paolo Guerrero y la disputa que tiene por desvincularse de César Vallejo fue cauteloso. Fossati tomó su distancia de ese problema, como si se tratara de un conflicto de intereses en el que los terceros salen sobrando. Si bien compartió su preocupación por la falta de competencia del ‘Depredador’, el técnico es consciente que no puede hacer nada más que aconsejarlo. Para ese entonces, ese semblante de resignación ya le había dado paso al de la tranquilidad.
Tensión y una crítica necesaria
Más allá de explicar por qué Bryan Reyna y Joao Grimaldo jugaron poco en la Copa América, lo que exacerbó el ánimo de Fossati fue la crítica directa que confrontó su poca autocrítica sobre el balance que el DT había hecho al inicio. Le molestó que le recordaran la tabla de posiciones de las Eliminatorias (somos últimos con solo dos puntos), la falta de gol de la selección y el mal presente de futbolistas importantes dentro del equipo. Fossati cortó la pregunta, expresó su enfado y se defendió. El uruguayo se sintió atacado y reiteró que nunca dijo que “todo estaba bien”. Y mientras respiró para no perder los papeles, esa tranquilidad que había regresado con el pasar de los minutos se diluyó tan rápido como llegó.
Para argumentar sus respuestas, Fossati repitió casi hasta el cansancio que él ve la botella media llena. Encuentra sus fundamentos desde ese lugar, con un optimismo necesario para ocultar la realidad que afrontamos; sin embargo, igual de urgente es una autocrítica para reconocer en dónde estamos parados y hacia qué apuntamos. El uruguayo sabe que no estamos bien, pero no lo dice. Sostiene su discurso desde lo bueno, lo destacable, lo positivo. Ese es el mensaje que intenta difundir hacia sus jugadores y los hinchas en general.
La experiencia es una virtud para Fossati y él sabe manejarse en esta clase de situaciones: cuando lo presionan, gambetea; cuando lo critican, sale a la defensiva. Esa última conferencia de prensa mostró el lado ‘B’ de un técnico que lucha por levantar un barco casi hundido; pero siempre desde el optimismo responsable. Aunque, lo que urge también es esa dosis de realidad para no olvidarse de quiénes y cómo estamos. No es culpa de Fossati que seamos últimos de Sudamérica. Ya estábamos allí desde que asumió que el cargo, solo que a él le cuesta decirlo.