Oliver Sonne tuvo 360 minutos (cuatro partidos) para debutar, pero finalmente se quedó sin poder defender los colores de la selección peruana.
Ese semblante que irradiaba buena vibra y confianza cambió por otro diametralmente opuesto, uno con el rostro desencajado, la mirada perdida, el ánimo por los suelos y el coraje por haberse quedado -otra vez- a puertas de su debut. Esa ilusión pasó a ser fastidio contenido por un futbolista que está cansado de esperar. Su reacción de tirar la camiseta sobre el campo se entiende hasta cierto punto. Sonne es considerado el mejor lateral derecho del fútbol danés y, por lo visto hasta ahora, ni siquiera eso le alcanza para ser titular o tener algunos minutos en la selección. ¿Es tanta la diferencia en su juego con el del resto de sus compañeros?, ¿es verdad que no está para jugar unas clasificatorias tan fuertes como las sudamericanas?, ¿qué le falta para recibir la confianza del técnico y verlo en acción?
Sonne apuró todos los trámites para obtener la nacionalidad peruana en tiempo récord y quedar habilitado para jugar por Perú. Siempre tuvo la intención de ponerle la bicolor en el pecho y formar parte de esta selección. Sus ganas de representar al país a pesar de no haber nacido aquí, nos hizo recordar a Gianluca Lapadula, quien en también tramitó todo para sacar su DNI y convertirse en un símbolo de la bicolor. A diferencia de Sonne, ‘Lapagol’ sí recibió la oportunidad de un técnico que confió en él y en su capacidad. En un contexto en el que carecíamos de delanteros, Gianluca apareció para ser el goleador que nos guio hasta el repechaje en Qatar 2022. Mereció clasificar al Mundial, pero el fútbol tiene estas cosas injustas que no puedes controlar. Y Oliver es testigo de esto en primera fila, porque padece su propia injusticia con Reynoso en el cargo.
Sonne es el Lapadula que no fue en la selección, el futbolista que no recibió la oportunidad de jugar a pesar de estar preparado para hacerlo. Fue preso de las circunstancias de un partido que debió ser para él y de un técnico indeciso que no sabe a lo que juega ni lo que quiere. Oliver tiene las ganas, la ilusión y el respaldo del hincha. Posee el mismo cariño que el peruano le dio a Gianluca en su momento, aunque en menor intensidad. Y por eso existe descontento tras su fallido debut, porque su impotencia genera empatía en el otro y su desilusión lo hace más cercano al Perú.
Que continúe sin jugar con la selección significa también un riesgo latente, porque le abre las puertas a un futuro llamado de Dinamarca. Si el combinado danés convoca a Sonne para un partido oficial, él está en su derecho de ir. Y si eso ocurre, Perú habrá perdido a un futbolista que pudo ser importante para las clasificatorias. Si nos quejamos de que no tenemos jugadores, ¿por qué arriesgarnos a perder uno que nos puede servir? Con un Luis Advíncula en decadencia y un Aldo Corzo que hoy demuestra ser el titular, ¿acaso Sonne no tiene una oportunidad de jugar en la bicolor? Por ahora, el descontento de Oliver es grande, pero en él está la decisión de seguir representando al Perú. Sea como fuere, tendrá que esperar hasta los amistosos FIFA de marzo para hacer su debut. Y lo más probable es que sea con otro comando técnico al frente de la selección.
Recibe nuestro boletín de noticias: te enviaremos el mejor contenido deportivo, como siempre lo hace Depor.