Hace cuatro años, Ricardo Gareca pudo enfrentar con solvencia los cuestionamientos a la magra cosecha de los cuatro primeros partidos del proceso a Qatar 2022 porque nos había clasificado a Rusia 2018. La afición confiaba en el ‘Tigre’, que se ganó el aprecio y la confianza de la hinchada devolviéndole a la selección peruana el respeto y autoestima perdidos tras décadas de frustración.
Juan Reynoso no tiene una espalda similar y ha hecho pocos méritos para ganársela. Hace poco más de un año, cuando fue presentado como nuevo DT de la selección, muchos expresaron sus reservas. Tanto por su propuesta de juego, obsesionada por defender y amarrete en el ataque, como por su carácter hosco y difícil, que le ha traído sucesivos conflictos a lo largo de su carrera.
Otros, sin embargo, creímos que había superado esas taras y le dimos nuestro voto de confianza pensando que había madurado. Qué mejor prueba de ello, decíamos, que haber alcanzado la gloria en una liga tan competitiva como la mexicana. Sin duda, eso demandaba temple y madurez.
Catorce meses después, sin embargo, la imagen de Reynoso ha desdibujado y ha ido dejando paso al ‘viejo’ Reynoso, aquel que se peleaba con el plantel, la hinchada, los medios y hasta con su sombra.
Paulatinamente, el ‘Ajedrecista’ se ha mostrado como un estratega temeroso e inseguro, más preocupado por despistar al oponente que en afirmar una idea, lo que ha terminado por confundir a sus propios jugadores, que no acaban de asimilar su propuesta, y esto se traduce en una alarmante involución en el juego del equipo. Un plantel que no tiene titulares, que cambia partido a partido, incapaz de consolidar una identidad y menos trabajar automatismos. El seleccionador ha incumplido su promesa de construir sobre lo avanzado en el proceso anterior y parece querer refundarlo todo.
Pero el hincha quiere estar cerca de su selección y no tolera más una conducción que ve fantasmas en todas partes, levanta muros que la alejan de la afición y se maneja con ventajismos y privilegios con los determinados medios, con preguntas que se cocinan al calor de una parrillada con los periodistas amigos.
A estas alturas, Reynoso está claramente en deuda con el objetivo que él mismo se planteó de arranque: lograr el 50% de los puntos en juego. Felizmente, esto recién empieza; todavía es posible darle vuelta a esta situación y volver a ponernos en carrera. Pero eso no pasará automáticamente y exige cambios. Con este u otro comando técnico.
En los últimos años, la Selección Peruana se levantó de sus cenizas, regresó a un mundial y volvió a ser el equipo de todos. Ponerse la ‘bicolor’ dejó de ser una excentricidad y volvimos a sentir nuestros colores, al punto de convertirnos en la mejor hinchada del mundo. Y la clave estuvo en sentirnos nuevamente representados por la selección, el equipo de todos que nos llenaba de orgullo.
La próxima fecha doble será una prueba de fuego para el comando técnico de Reynoso. Bolivia y Venezuela son rivales directos y no podemos dar más ventajas. Tenemos que ganar, recuperar el paso y ponernos nuevamente en carrera. Y lo más importante: tenemos que lograr que el hincha vuelva a sentirse orgulloso de su selección. Porque sino perderemos mucho más que un partido o, incluso, una clasificación.
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