El GP de Italia nos dejó un atisbo de esperanza. Los momentos en los que Verstappen perseguía a Carlos Sainz, quejándose de la velocidad final de los Ferrari (“son más rápidos de lo que creía”, según Max), y buscaba el espacio para el ataque, fueron la mayor muestra de vulnerabilidad que el bicampeón ha mostrado esta temporada. Este fin de semana, se avecina otra prueba para el todopoderoso Verstappen, donde, si bien no se cuestionará su contundencia, estará menos cómodo de lo habitual. La llegada de la complicada fecha de Singapur en el desafiante circuito callejero de Marina Bay es una gran oportunidad para que aquellos que se arriesguen cosechen recompensas y para que Max, quien ha dejado claro que es su carrera menos favorita del calendario, permita que otros tomen la delantera sin descuidar su búsqueda constante de la victoria. No olvidemos que hace solo unos días estableció un récord de victorias consecutivas en la categoría, y seguramente busca hacer aún más inalcanzable su legado.
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Todos los ojos de la tribuna están puestos esta semana en el monoplaza de Checo Pérez. Es un especialista en circuitos urbanos, cuenta con el vehículo más competitivo de la parrilla y está ansioso por marcar la diferencia en el asfalto, después de los comentarios despectivos de Helmut Marko, voz influyente en el equipo Red Bull. El piloto mexicano sabe que una victoria en este fin de semana podría ser la cura que tanto anhela para apaciguar las dudas que ha generado esta absurda guerra interna en el equipo. Ganar, como lo hizo en este mismo circuito en 2022, podría restablecer el status quo, pero si tiene una jornada en la que no destaque, las dudas sobre él podrían empezar a consolidarse. Más allá del resultado, es cierto que Singapur será la carrera número 59 de Pérez y se convertirá en el piloto que más carreras ha compartido con Max Verstappen como compañero de equipo. Además, esta carrera marcará el Gran Premio número 250 en la carrera del piloto mexicano.
Sería un gran golpe de autoridad si Checo gana en Singapur, pero hay un hombre que podría dar la sorpresa: Fernando Alonso. En un trazado parecido a Mónaco, el español sabe que cuenta con un coche con el rendimiento necesario para competir en la parte delantera. En el circuito urbano del Principado, Alonso terminó en segundo lugar, y sabe que, si se dan algunas circunstancias favorables, podría finalmente alcanzar su ansiada victoria número 33. Un logro que Fernando no ha conseguido desde 2013, cuando pilotaba para Ferrari en España.
“Necesito muchas cosas para ganar. Lo primero es ver la bandera a cuadros. Esta es una carrera muy exigente y la mecánica sufre más estrés de lo habitual. Se necesita confianza en el coche, como en Mónaco o en Bakú. Veremos si podemos construir esa confianza desde los primeros entrenamientos y hacer una buena carrera. Espero ser rápido, pero es difícil predecirlo. En Monza no fuimos competitivos; aquí esperamos estar en mejor forma, pero creo que está muy parejo. En cuanto a las carreras urbanas, en Mónaco nos fue bien; en Bakú, no tanto. Tendremos que esperar y ver”, comentó Alonso, consciente de que todos los ojos estarán puestos en él este domingo.
La carrera en Marina Bay tiene particularidades que la hacen única y que podrían favorecer el caos que Alonso necesita para ganar. Es un circuito urbano, estrecho, donde las barreras están cerca, lo que aumenta el riesgo de choques, banderas rojas y coches de seguridad. En medio de tanta incertidumbre, la experiencia se vuelve aún más valiosa. Las estrategias de los equipos serán cruciales en una carrera apretada, donde los errores serán costosos. Además, las condiciones extremas en las que se disputa la competencia, con más de 30 grados Celsius, un 80% de humedad y una iluminación artificial que dificulta los primeros giros, crean un verdadero infierno que podría significar la paz para Checo o la ansiada gloria número 33 para Fernando Alonso.