Con 98 partidos en selección y 33 años, Gallese es el gran responsable de este 0-0 contra Paraguay. Ocurre que, a medida que pasan los minutos de un partido decisivo como este, los arcos se hacen más chiquitos para los delanteros y los porteros, Gulliver. Gallese fue un Gulliver desde el primer tiempo y ahí tuvo calma Perú, la suficiente para hacer los cambios hombre por hombre que planteó Juan Reynoso cuando Paraguay insinuaba avalancha. Tapia puede dejar su zona en el medio, Carrillo puede ir al banco o ni siquiera puede estar citado Cueva, pero Gallese, el número uno de Perú, no puede faltar jamás.
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Siempre tuvo uno así Paraguay. Un futbolista raro, que se distinguía de los usualmente rústicos; una selección que iba a los mundiales para presentar a un Romerito o a un Peque Benítez. El que nos tocó a nosotros esta noche en Ciudad del Este se llama Ramón Sosa Acosta y aunque recién 24 años y juega en Talleres de Córdoba, pronto costará millones. Fue dueño del primer tiempo a partir de dos habilidades que privilegia el Mellizo Barros Schelotto: potencia en velocidad e ida y vuelta incansable. Lo que uno imaginaba -Sosa retrocediendo por Advíncula- pasó al revés, y el lateral peruano tuvo que perseguirlo, casi sin apoyo de Polo, al límite de las tarjetas. Siempre le hizo la diagonal y nunca pudo anticiparlo. Cuando no faltaba nada para acabar el primer tiempo, Advíncula lo cruzó por segunda vez y el juez Matonte le sacó la roja. La botella que rompió furioso cuando se iba al vestuario fue un simbolismo: la idea de Reynoso, protegerse y esperar una contra, se hizo trizas y había que volver a empezar.
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¿Cómo analizar a Perú? Una forma correcta es elogiar su disciplina para defender. Es el sello Reynoso: los inéditos Abram y Araujo ejercieron con solidez, sin que Avalos, el goleador del fútbol argentino, los intimide. Ocurrió lo mismo en el segundo tiempo, cuando retrocedió a Tapia como líbero e imaginó a Corzo como stopper por derecha. Una más ligera es hablar de nuestra suerte, que aunque no se diga en voz alta, también clasifica: en el primer tiempo dos palos cerraron un 0-0 que, incluso con once, era negociazo. Y a los 86, luego del único remate de Paolo que casi entra, otros dos palos. Si hay forma de definir de qué se tratan los milagros, es esta. Finalmente, está la evaluación uno por uno. Ahí la alarma. Esta selección peruana alineó, cuando menos, con 5 jugadores con uno imagina titulares para cualquier guerra: Zambrano, Calles, Reyna, Oreja, incluso Cueva. En ese sentido, la inmensa conclusión individual del debut de la Blanquirroja tiene que ver con los nombres que sí estuvieron -pienso en Carrillo, por ejemplo- por debajo de lo que se conoce cuando juegan en sus clubes. Perú, este Perú de pobrezas, necesita a sus pocos buenos con ritmo, exigencia y, sobre todo, competitividad en la liga a la que pertenecen. Gallese es el extremo opuesto: esta noche paraguaya, el arquero de la selección mantiene su plasticidad, estuvo alerta en los tiros libres de Diego Gómez, en los córners de Miguel Almirón y achicó como lo que es, uno de los tres mejores porteros de las Eliminatorias en Sudamérica. Y juega en la MLS, no en la Premier.
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“Somos una familia”, dice, frente a la cámara de Movistar Deportes, Pedro Gallese. Es, por supuesto, la ratificación de un espíritu que se fundó hace ocho años -y llegó a Rusia- y es, sobre todo, el mensaje de un capitán sin cinta que de esta forma respalda a un equipo que terminó con una alineación surrealista, con un Tapia de impecable segundo tiempo, con un Cartagena notable, con un Abram líder silencioso. Esto será largo y en el medio tendremos muchos caídos. Lo importante de esta noche, más allá del 0-0 con uno menos, es que la selección peruana todavía entiende que es lo único que en este país dividido, junta. Y que, como dice Gallese, el mejor futbolista del debut de la Era Reynoso, 10 puntos para DT esta noche, nos hace parecer, por 90 minutos, una familia.