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‘Por las puras fuimos al Mundial de Rusia’, ‘clasificamos por suerte’, son desafortunados titulares que leemos en algunos medios. Ello reafirma la memoria corta y mirada destructiva de algunos compatriotas.
Hace 5 años, Rusia 2018, recibió a una selección peruana, que llegaba a una Copa del Mundo FIFA, después de 36 años. Habían pasado 8 procesos clasificatorios en los que se sucedían fracasos. El solo hecho de clasificar ya representó un enorme valor y nos volvió a poner en la más grande vitrina del fútbol mundial.
Llegar a un mundial tiene un impacto más allá del ámbito deportivo, es todo un país el que se mueve alrededor. La confianza, la autoestima, la seguridad, la felicidad, son valores que afloran naturalmente, contrastando con la dura realidad.
Volvimos a ser un país que creyó en sí mismo, cantando con orgullo el Himno Nacional, poniéndonos la camiseta blanquirroja para ir al colegio, universidad, al trabajo o en cualquier momento y llegamos a ser reconocidos por FIFA como ‘la mejor hinchada del mundo’.
Varios indicadores impactaron en la economía, habiendo crecido el PBI casi en 0.5. Sectores como el turismo crecieron exponencialmente con los casi 50 mil peruanos que viajaron a Rusia; la industria textil, creció aproximadamente 20%, tanto la formal, como la informal; la de electrodomésticos tuvo un incremento de 50% más en la venta de televisores y 25% de celulares, tablets y laptops; el consumo en restaurantes, ‘delivery’ y otros creció casi 20%.
Pero lo más importante es que el Perú se unió en torno a un objetivo, todos apoyamos a la selección. Hace cuánto que los peruanos, sin distinción, abrazados no cantábamos juntos: ‘Contigo Perú’.
Clasificar al mundial de Rusia fue un trabajo en equipo. Un comando técnico único, a cargo del profesor Ricardo Gareca, que logró sacar lo mejor de un plantel de jugadores talentosos. Un grupo humano que creyó que era posible alcanzar su máximo sueño de estar en una Copa del Mundo FIFA y construyó la clasificación partido a partido.
También está el lado organizacional, desde la Federación Peruana de Fútbol, liderada por un empresario provinciano que venía de una gestión exitosa con un tradicional club norteño. La FPF se transformó, con un plan estratégico, una visión a corto, mediano y largo plazo que se había propuesto clasificar a todos los mundiales. Atrajo a profesionales y empresarios del mundo corporativo y brindó el soporte para cumplir los objetivos. Los ingresos por sponsors y derechos se incrementaron en 4 veces y la reputación llegó a estar en 86% de aprobación.
En 2014 Ipsos hizo una encuesta sobre los sentimientos que generaba el futbol en los aficionados y ésta arrojó: vergüenza, desilusión y pena. En el 2018 logramos mayoritariamente trasladarnos a la Alegría, Esperanza y Orgullo. La pregunta se cae de madura ¿No vale la pena clasificar a un mundial FIFA?.
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