Ese 23 de mayo del 2012, en el Estadio Nacional había una atmósfera de expectativa y nostalgia. Mucha más de nostalgia para aquellos que aquella noche pusieron stop en el control remoto de sus vidas y decidieron viajar a la década de los 90 o principios del nuevo mileno. La expectativa era por analizar qué ‘magia’ iba a presentar Sergio Markarián en el amistoso contra Nigeria -era el último ensayo de cara al compromiso contra Colombia, por las Eliminatorias al Mundial Brasil 2014-; y la nostalgia porque era la oportunidad de mirar por última vez a Roberto Palacios con la camiseta de la Selección Peruana. No fue mucho tiempo, pero el ‘Chorri’ se preparó para aquellos 10 minutos como lo hizo en los 127 duelos que ya había jugado con la blanquirroja.
“Sabía que iba a llegar el momento de retirarme, pero durante esos minutos sentí lo mismo que en mi debut con la ‘blanquirroja’. Cuando lo pienso, no puedo evitar emocionarme”, así arranca el relato de Roberto Palacios para Depor. En aquella jornada -como fue el 25 de noviembre de 1992, cuando se puso la bicolor por primera vez- repitió su cábala de no bañarse el mismo día del compromiso y, a su vez, concentrarse con la música de Arturo ‘Zambo’ Cavero’.
Para ese amistoso, 30 mil almas se dieron cita al coloso de José Díaz, donde esperaban ver con ansias la estrategia del combinado nacional -al final ganó gracias a un tanto de Paolo Guerrero-, y también despedir entre aplausos al ‘Chorri’. En la cabeza del ‘10′ solo estaban los 19 tantos que había marcado con el equipo de todos y los 127 compromisos que había disputado previo a ese duelo (hasta el momento, tiene la mayor cantidad de partidos con la selección).
“Siempre fue un sueño estar en el Nacional y soñé con el momento en el que yo podría jugar como profesional. Jamás pensé que se haría realidad, pero con perseverancia y esfuerzo lo logré. Mi momento más lindo fue cuando me tocó jugar por primera vez allí con la camiseta de la selección, defendiéndola. Fue lo más hermoso que el Señor me pudo haber dado”, admitió el ‘Chorri’. Sin embargo, no fue lo único que el exvolante de Sporting Cristal vivió esa noche. Mientras contaba su historia, también evocó una anécdota con Sergio Markarián, antes de que salga al gramado de juego junto a Penny; Revoredo, Galliquio, Ramos, Yotún; Gonzáles, Lobatón; Farfán, Pizarro y Guerrero.
Las palabras de Markarián
Previo a ese encuentro ante el cuadro africano, el último cotejo que Roberto Palacios jugó con la Selección Peruana fue el 18 de noviembre del 2009, contra Honduras. Es decir, tuvo que esperar tres años para volver a colocarse los colores de la patria y vivir otro capítulo emotivo. El ‘Chorri’ le contó a Depor qué le dijo Sergio Markarián -quien lo había dirigido en el Rímac entre el 96 y 97- en la previa al compromiso en el Estadio Nacional.
“Antes del partido, Markarián me agradeció todo lo que había dado al fútbol nacional e internacional. También me dijo que le hubiera encantado que siguiera jugando muchísimos años y que se equivocó en no haberme dado más oportunidades, cuando él estuvo al mando de la selección. Recuerdo que cuando llegó a Perú, él me dijo ‘si sigues bien, te voy a llamar’, pero no pasó y no me dio la posibilidad de demostrar que, a pesar de mi edad, yo podía seguir brillando y darle más a la selección”, confesó el exjugador rimense.
Apareció en tiempos difíciles
Un hecho que los hinchas de la Selección Peruana jamás olvidarán fue la entrega que tuvo el ‘Chorri’ a lo largo de toda su carrera. Cómo olvidar el gol que le marcó a José Luis Chilavert, en las Eliminatorias a Corea-Japón 2002, en una época en la que el Mundial era un sueño muy lejano. Fue en esos momentos cruciales, donde Roberto nos regaló ‘pinturas’ y la de aquella vez contra Paraguay tuvo un valor enorme por su calidad y el festejo. Se levantó la camiseta y mostró un polo con la frase: “Te amo, Perú”. En cada juego a lo largo de su carrera -incluso en aquellos 10 minutos contra Nigeria- dejó en claro que aquellas palabras siempre las llevó tatuadas.
“Cuando comencé en la selección mayor, las cosas no iban bien y solo escuchabas puras críticas. Los diarios eran durísimos con el equipo y con algunos compañeros, algo que de todas maneras te afecta. Pese a eso continuamos y ya para 1998, con mejores resultados, el estadio comenzaba a llenarse cada vez que jugábamos. Fue así como empecé a pesar en qué otra cosa podía hacer para que el hincha volviera a creer. De allí lo del polo, porque el mensaje era que amáramos más a nuestro país y que estuviéramos unidos”, sostuvo. No jugó un Mundial, pero si algo hizo siempre fue defender nuestros colores. Los ‘Chorrigolazos’ perduran.
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