A primera vista solo parecía la riña de Yotún vs. Nunes, o, mejor dicho, la riña de los jugadores con el técnico. En realidad, el cruce existe, pero no en la categoría de pelea sino de “diferencias por el método”; el brasileño es workajolic y bastante más experimental que el promedio de entrenadores con los que este grupo, joven, ha tratado. Hay roces propios de ensayos que no salen, planes que no se cumplen, apuestas que no dan. Pero esa diferencia no es ni por asomo la más grande que existe en Cristal. Ese es el preliminar de un round más grande y más estelar.
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Me refiero a la guerra abierta planteada por la hinchada a la directiva. La barra contra la directiva de Raffo. Los primeros acusan a los segundos de haber llegado a la presidencia no siendo la mejor oferta -exponen la de Federico Cúneo como la que era más rentable-, de tratar el club con el objetivo paralelo de vender jugadores para la empresa INNOVA y, lo más sensible, de que tanto el presidente como el director deportivo no son hinchas de Cristal, sino de la U.
Los segundos se defienden ante los primeros argumentando que tanto palo pasa por alto la clasificación del club a la zona de grupos de la Libertadores tras varios años, la adquisición de algunos jóvenes talentos como Alarcón, ex Boys, y la llegada de un técnico reputado como Nunes, convencido de venir por quien es la víctima preferida de la barra -nos referimos al director Guido Bravo, a quien resisten con furia-.
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