Tras la celebración del Royal Rumble el mes pasado, y la coronación de Triple H como nuevo campeón de la WWE; había una pregunta (con resultado quizá evidente) en la mente de todo fan de la compañía: ¿Quién sería el hombre que se enfrentaría al 14 veces campeón mundial en el evento más grande de la Historia?
El camino hacia la respuesta no tardaría demasiado en aparecer: La noche siguiente, en RAW, la esposa del Campeón, y también una de las dueñas de la compañía, Stephanie Mcmahon, proclamaba que en el siguiente evento especial, Fastlane, el puesto de contendiente número 1 en WrestleMania estaría en juego; y los aspirantes a dicho nombramiento serían Roman Reigns….. Brock Lesnar…. y Dean Ambrose.
El hecho de que Roman Reigns participase en dicho encuentro tenía sentido, teniendo en cuenta que era el campeón destronado, el hombre que, teóricamente, simplemente acudiendo a su cláusula de revancha podría haber ordenado ser el contrincante número 1 en Texas, en WrestleMania. Por otra parte, el nombramiento de Lesnar era, a su vez, evidente. En un panorama en el que la compañía parece necesitar más que nunca los números (algo insólito en el camino a WrestleMania a lo largo de los años); un nombre de tal magnitud como Brock Lesnar, un hombre que derrotó en la edición pasada de “La Vitrina de los Inmortales” al de Pensacola, podría añadir el aliciente e interés necesario en todo fan como para presenciar el futuro encuentro.
Pero había una tercera rueda en ese carro; la más salvaje y alocada de ellas: Dean Ambrose. Que el Lunático Radical estuviese en el combate no hacía otra cosa que crear dudas en nuestras mentes: “¿Querrá la empresa finalmente dar el cambio a rudo a alguno de los hermanos?, ¿Se acerca la separación de Roman y Dean?, o simplemente ¿No debería estar Ambrose construyendo su rivalidad en torno a su campeonato, en el Camino a Wrestlemania?”.
Todo el que haya visto ya Fastlane, sabrá que las dos primeras preguntas han sido contestadas de forma negativa: No parece que ni el cambio a rudo ni la ruptura se produzcan…. por el momento. Y en cuanto a la tercera, la empresa conseguiría responderla justo hace una semana, provocando la pérdida del Campeonato Intercontinental de Dean Ambrose en favor de Kevin Owens; y causando un cambio en la mente del espectador, que ya no imaginaba un combate en WrestleMania por el título Intercontinental en el que el de Ohio estuviera involucrado, sino que imaginaba que, tal vez, se podría producir un milagro, y que el evento de Dallas podría servir para consolidar el personaje de Ambrose: Una figura de rebeldía ante la Autoridad reinante, un Stone Cold de la época. Un campeonato estaría en juego, pero sería el de la WWE….
Tristemente para muchos fans, la noche del domingo supimos que dicho milagro no se haría realidad; pero ése no es el propósito de este artículo. El verdadero propósito es ensalzar la figura de Dean Ambrose.
Y es que, viendo los resultados que las continuas promos entre Paul Heyman y Roman Reigns habían causado en la pasada campaña, la incorporación de Dean Ambrose a este juego suponía un soplo de aire fresco a la rivalidad. El lunático radical no sólo ha conseguido causar en la historia una desesperación y frenesí inusitados en Lesnar; no sólo ha conseguido crear tampoco un debate con Roman Reigns en el que la gloria debía imponerse a la amistad… sino que también ha creado ilusión; ha creado emoción en la fanaticada; y ha aportado un aire desenfadado y rebelde en lo que sin él, habría sido una auténtica guerra de titanes.
Viendo el resultado de Fastlane, es obvio que más que Roman Reigns, fue el propio Ambrose el que, silla en mano, costaría a Lesnar el combate; por lo cual fue obvio pensar un enfrentamiento entre los dos en WrestleMania 32. Y éso, damas y caballeros, es lo “mejor para los negocios”.
Ante la imposibilidad de realizar un combate entre Brock y The Rock, y con la necesidad imperiosa por parte de un sector de fans de sustituir a los Wyatt como rivales de la bestia encarnada, la opción de Dean Ambrose fue más que viable, pues la empresa ha conseguido presentar esa batalla de “underdog” contra una gran potencia en WrestleMania.
WrestleMania 30 fue un gran éxito, entre otros asuntos, porque Daniel Bryan representaba al underdog, a esa figura que parece que no puede conseguir la victoria, porque es imposible pensar que puede pasar, teniendo a figuras tan potentes como Batista, Randy Orton o Triple H. Este año, ese argumento se podía repetir. Pensemos, lo cierto es que Dean Ambrose no ha tenido ninguna oportunidad de hacer daño a la Bestia, hasta que ha recibido la ayuda de su hermano, por lo tanto, encajaría perfectamente en el papel.
Añadiendo un coraje y una osadía innatos (además de un GRAN manejo del micrófono), la rivalidad entre monstruo (Brock Lesnar) y underdog (Dean Ambrose) resulta ser de gran interés, culminando con un combate que le haga justicia.
Ahora sólo queda esperar, y comprobar si de verdad, Dean Ambrose contra Brock Lesnar es “lo mejor para los negocios”.