El ser humano es injusto por naturaleza. La memoria es selectiva, los recuerdos arbitrarios. Somos evaluados por el colectivo por breves instantes de todo lo que hacemos o pensamos; el resto de nuestra vida pasa al olvido. Quizá nuestros amigos más cercanos lo recuerden, otras veces ni la familia sabe a ciencia cierta qué se piensa o qué se siente.
Nietzsche decía que “somos islas en un mar sin orillas”, y sólo desde la otra isla, distante, ajena, se recuerda acaso el esbozo de lo que somos. Eso hace que sea difícil hablar bien o mal de una persona, de un ser humano, que aunque ajeno fue cercano, admirado, querido.
Hoy, 10 de febrero, se cumplen trece años de que el cuerpo sin vida a causa del abuso de cocaína de Curtis Michael Hennig en una habitación de hotel en Miami, Florida. La simple mención de una droga hace que nuestra mente encasille a alguien en un concepto, en un “tipo de isla” sin que podamos adentrarnos en la profunda selva que su playa nos ofrece.
Curtis fue hijo de un luchador, así que tras salir de la escuela, decidió mejor prepararse por el negocio familiar y comenzar, al lado de su padre, Larry “The Ax” Hennig, haciendo pareja y aprendiendo en todos los sentidos de que se trataba la lucha libre: no sólo ganar o perder (y lidiar con el resultado), sino también trabajar con el público, ganártelos, hacer que te odien o que vibren con lo que haces en el ring.
Curtis, o mejor dicho, ya solamente Curt, lo aprendió, y lo aprendió muy bien, pues poco más de un año en el negocio comenzó a trabajar de manera individual, y a destacar. En su segunda estancia en la clásica AWA, Curt logró lo que parecía imposible, vencer al gran veterano Nick Bockwinkel por el cinturón máximo de la empresa, y ya era considerado un verdadero villano de polendas.
Su ego comenzó a aflorar y proyectarse en el ring, haciéndose odiar por propios y extraños. Pero tener el ego elevado no es necesariamente soberbia, sí se puede respaldar lo que se dice con actuaciones en el ring, que importaba que a los demás no les gustara lo que él decía. Fue eso, su ego, el que lo llevó a buscar mejores oportunidades, teniéndolas sólo en WWF, quien por ese entonces buscaba su expansión de costa a costa.
Así, aquel joven que siempre sólo había usado el nombre de batalla de Curt Hennig, ahora tendría la oportunidad de portar un personaje que lo marcaría para el resto de su vida. Pero no era muy difícil buscar un nuevo nombre de batalla, quebrarse la cabeza en como tendría que aparecer y que tendría que hacer para destacar: Mr. Perfect era el ideal para él.
No tendría porque pensarse en un personaje de caricatura como el que tenía ya desde hace algunos años Ted DiBiase, “El hombre del millón de dólares”, o ñoños personajes como el que representaba Ric Rude. No, su ego, su forma de desempeñarse como odiado rufián, su altanería después de las luchas, lo déspota que podía ser con los aficionados, en fin, él era el ideal para ser Mr. Perfect, además Hennig era la encarnación de un atleta de alto rendimiento en varias disciplinas deportivas, que ahora intentaría en la lucha libre seguir su marcha invicta buscando nuevos retos. Para lo cual necesitó de respaldo varias viñetas con atletas profesionales donde reconocían las dotes del ahora Mr. Perfect. Así, entre otros deportistas, Perfect alternó con Wade Boggs (MLB), Steve Jordan (NFL) y Mike Modano (NHL).
La expectativa se creo, y fue a lo grande, ahora vendría lo más difícil: respaldarla. Y así fue, durante más de un año, Perfect permaneció invicto, luchando primero con gladiadores de poca monta, pero después con mejores, algunas veces empataba por límite de tiempo (especialmente con el que sería su gran rival Bret Hart). Sólo perdiendo hasta el Royal Rumble de 1990, al final de la batalla siendo eliminado por Hulk Hogan.
Mr. Perfect (Curt Hennig), considerado por muchos el mejor luchador que nunca obtuvo el Título Máximo WWE
Perfect continuó luchando y demostrando que está para cosas importantes, así, al quedar vacante el título intercontinental, el lo conquistó al vencer a Tito Santana en la final de un torneo. Con dos reinados de este título, Perfect es recordado como uno de los Campeones Intercontinentales que más valía le han dado. 406 días de manera combinada y sólo siendo superado por Kerry Von Erich “Texas Tornado” y el ya mencionado Hart.
Lastimosamente tras esa lucha, Hennig tuvo que ser operado por una lesión que ya tenía tiempo molestándole en la espalda, sin embargo la empresa no quería dejarlo fuera, era muy bueno con el micrófono para desperdiciarlo, así lo hicieron comentarista en las transmisiones, y hasta fungió como consultor ejecutivo del “Campeón Real” Ric Flair.
Mr. Perfect
Después de volver a las acciones Perfect comenzó a tener problemas internos, debido a que las pastillas que tomaba por la lesión en la espalda comenzaron a cobrarle factura en su carácter teniendo problemas con varios luchadores tras bambalinas, la propia espalda no sanó y tuvo que volver a ser operado, su regreso al ring se postergó y retomó el rol de comentarista.
A mediados de 1997, como había pasado cuando llegó a WWF, Hennig decidió abandonar el barco que se hundía e irse a WCW, con su nombre, dejando el de Mr. Perfect que WWF tenía registrado. Sin muchos problemas tomó notoriedad entre los luchadores de esa empresa en sus mejores años. Sin embargo una lesión en el cuello durante 1998 lo volvió a dejar fuera de acción con pequeñas intervenciones que sólo hacían que el gladiador tuviera que tomar más pastillas para soportar el dolor. Aunque su brillantez y sus ocurrencias de ese entonces quedaron inmortalizadas cuando junto a Barry Windham formaron la sociedad The West Texas Rednecks y se lanzaron en guerra de facciones contra los afroamericanos No Limit Soldiers, llegando hasta grabar un sencillo de música country bastante divertido: The rap is crap.
Sin embargo, todos los méritos técnicos que Hennig se veían mermados por sus ya constantes lesiones y su caída en picada en el mundo de las drogas. En WCW se terminó su contrato en el verano del 2000 y no fue renovado. Trabajó en la efímera XWF, al lado de otros luchadores que no consiguieron contrato para el ángulo de la Invasion a WWE, a donde Mr. Perfect volvió en el Royal Rumble de 2002, pero otra vez sus problemas en el vestidor y con su conducta errática hicieron que la empresa lo despidiera en mayo de ese año. Nacía TNA, y Jeff Jarrett lo firmó inmediatamente, y ahí se quedó para dar sus últimas luchas. El 8 de enero de 2003 aun enfrentó a David Flair, venciéndole.
Ya comentamos el final de su vida. Los demonios, las bestias que habitaban en esa isla de la que se habló al principio lo sumieron hasta agotarlo y perderlo. Sin embargo, lo otro, lo mucho otro que hizo sobre el ring, ante los ojos de todos hicieron que su legado, su técnica depurada en el cuadrilátero, los buenos momentos con sus amigos, con su esposa, con sus hijos sobreviva, perdure y se quede en la memoria del colectivo para siempre. A trece años de su fallecimiento, Curt Hennig, el gran y siempre eterno Mr. Perfect sigue dando clases de egolatría y perfección en su técnica a las nuevas generaciones que le sobreviven. 